lunes, 31 de marzo de 2008

AMLO DEBE COMPROMETERSE

Andrés Manuel López Obrador no ha estado, no está, ni estará ajeno a lo que suceda en el PRD. La causa de la defensa del petróleo no ha impedido que su peso político se haga sentir, tanto de manera directa como a través de grupos y personeros, en el acontecer del partido en estos momentos críticos. Y de la misma manera que tiene una responsabilidad ineludible en la polarización, encono y enrarecimiento del proceso, también la tiene en la búsqueda de una salida a la crisis que él mismo contribuyó a generar. Por desgracia, lejos de asumir esa responsabilidad, ha optado por actuar desde las sombras con la pretensión de inclinar la balanza a favor de su candidato sin que se le involucre públicamente. Tal simulación es la que hace que el principal liderazgo perredista eluda comprometerse con los esfuerzos que desde distintos frentes se están realizando para superar la difícil situación y explica también el que un político serio y responsable como Alejandro Encinas desconozca lo por él acordado para destrabar los cómputos. Está visto: Donde Peje manda no gobierna Santa Claus.

Seis horas separaron la reunión del Comité Técnico Electoral y los candidatos con los gobernantes de la Ciudad de México y Michoacán, Marcelo Ebrard y Leonel Godoy, de la conferencia de prensa en la que Alejandro Encinas se desdijo. De ahí que resalte la actitud del presidente del CTE, Arturo Nuñez, de mantener lo pactado en la mañana, no obstante la retractación posterior de una de las partes. Por tal motivo se aplicará estrictamente lo establecido en el artículo 98 del Reglamento General de Elecciones y Consultas –mejor ni me pregunto si era necesario tardarse dos semanas y juntar a dos personajes de primer nivel para llegar a lo que no debió ni ponerse en duda- y se computarán todas las casillas para que, en su caso, puedan ser controvertidas en el siguiente momento y ante la instancia jurisdiccional, la única que tiene la facultad de anularlas.

Sin embargo, las presiones sobre el órgano electoral persisten y se necesitaría ser muy cándido para no advertir que las más fuertes provienen del gobierno legítimo. Por eso, no debe extrañar que junto al avance que significa la aplicación de la norma y evitar la implementación de un cómputo ad hoc con reglas establecidas después de realizada la votación –despropósito que sigue sosteniendo el equipo de Encinas- la CTE accedió a proceder de manera por demás heterodoxa para determinar las casillas que supuestamente no fueron instaladas, pero que aparecen con resultados. El problema es que, contrario a la lógica jurídica electoral del país y del partido, hicieron que la carga de la prueba recayera fundamentalmente en los que sostienen la instalación de una casilla, más que en los que afirman que no hubo tal. Se parte de un absurdo: la casilla no se instaló hasta que se demuestre lo contrario.

De cualquier forma, lo importante es terminar ya los cómputos. Si además se logra evitar la aplicación discrecional de los criterios sobre la instalación y prevalece una sola vara para medir a todo el país, entonces no se empedraría el camino de los tribunales que tanto preocupa. Para ello, sería recomendable que los casos polémicos, aquellos en los que no hubiera acuerdo sobre si la casilla fue instalada o no, se resolvieran por el pleno del CTE y no se deje al arbitrio de las delegaciones estatales. Sólo así se darían garantías contra la posibilidad de anulaciones por la vía de los hechos y a contentillo para voltear el resultado de la elección.

Jesús Ortega y Alejandro Encinas podrán llegar a muchos acuerdos sensatos y responsables para salir de la crisis, pero si Andrés Manuel López Obrador no los avala ni se compromete con ellos, entonces habrá, tal como lo hemos visto, muchas posibilidades de que no serán cumplidos. Desde el inicio del proceso electoral señalamos que Encinas era un candidato que no representaba al bloque que lo postuló. Un moderado al frente de intransigentes. Por eso a nadie extraña que algunos de los grupos que lo apoyan no se hagan cargo de lo que acuerda y que en no pocas ocasiones haya tenido que replantear lo ya convenido. No es un secreto que Bejarano, Noroña y Batres sólo obedecen a AMLO.

La única forma de tener la certeza que todo lo pactado se cumpla es que López Obrador participe y se comprometa. De esa forma, dejaría de reventar los acuerdos y abonaría a la unidad más que a la división, que es lo que ha venido haciendo. Además, sería un acto de congruencia: ¿Cómo luchar contra la república simulada si se promueve el partido simulado? ¿Cómo impulsar la democratización del país si se quiere imponer al presidente del partido al margen de los votos? ¿Cómo exigir altitud de miras en los demás si prevalece el interés chiquito y faccioso? ¿Cómo salvar la unidad si se contribuye al encono y se elude el diálogo? ¿Cómo ser un referente ético y conservar la autoridad moral si no hay correspondencia entre lo que se dice y lo que se hace? ¿Cómo interpretar el 2006 si el principal agraviado de aquel entonces no duda en reproducir todo lo que padeció para detener a toda costa a su adversario interno? ¿Cómo reivindicar la democracia si prevalece un veto contra Jesús Ortega, tan injusto y execrable como el que sufrió AMLO? Si algo bueno podemos reconocer entre tanto estropicio, es que este conflicto está sirviendo para quitar caretas.


De paso…

Terror. Si usted se asustó con la madrastra de la cenicienta y en sus pesadillas se le aparece la de Blanca Nieves, entonces prepárese para horrorizarse con la madrastra de Martí Batres que quiso paralizar la Asamblea Legislativa a través del sindicato que controla desde que el secretario de Desarrollo Social del DF era presidente de ese órgano legislativo, desestabilizar a sus órganos de gobierno, embolsarse un billete y charolear con impunidad sin caer en cuenta que se conocería su historial laboral, su envidiable salario, sus excesos de prepotencia y sus privilegios…Por fin se aclaró el asunto de las boletas robadas. El trabajador del CTE que sustrajo las boletas expresó en su declaración ministerial que se las entregó a Azucena Reyes, suplente de la senadora Claudia Corichi, funcionaria del gobierno de Zacatecas y destacada dirigente de la corriente Foro Nuevo Sol…Por lo que ha trascendido, es probable que la reforma fiscal resulte un tirititito del gobierno federal y habrá que preguntarse si vale la pena polarizar a la sociedad y enrarecer el ambiente político por una iniciativa (casi) inocua…El PRD no puede avalar ni encubrir la violación flagrante a la ley en que cayó Dante Delgado al contratar spots de televisión por su cuenta. Convergencia apuesta a ser el partido de las televisoras…¿Por qué no quieren Consejo Nacional? Fácil: porque es el único órgano partidario que AMLO no puede controlar ni presionar…

jueves, 27 de marzo de 2008

EL SECUESTRO DE LOS CÓMPUTOS

Si los cómputos no se han culminado es por la perversa manía de subordinar toda consideración, por trascendente que sea, a una estrategia mediática. Parece que no hay realidad más importante para el político que la realidad virtual transmitida a través de los medios de comunicación. La lucha es por la percepción, que los ciudadanos crean lo que uno quiere, con independencia de que sea cierto o no. Por eso, aún a costa de que la imagen del PRD se siga deteriorando a medida de que trascurre la incertidumbre, se ha preferido impedir los cómputos a que éstos arrojen un resultado diferente a lo establecido con antelación. Esa misma consideración es la que llevó a una empresa, (T)IMO, a falsear su base de datos y también a detener intempestivamente el PREP. Lo único que importa, la razón por la que incluso vale la pena poner en riesgo la elección y el futuro del partido y la unidad de la izquierda es que bajo ninguna circunstancia aparezca Jesús Ortega como triunfador, así sea de manera preeliminar.

Y es que, si eso llegara a ocurrir, temen que la lectura en los medios de comunicación sea que Andrés Manuel López Obrador fue derrotado y, dicen sus colaboradores más cercanos, tal golpe lo debilitaría frente al gobierno en su lucha por la defensa del petróleo; esto demuestra que siempre se puede encontrar alguna buena razón para justificar el no cumplir con la norma y llevarse entre las patas al partido de izquierda más importante del país. Entonces, el error de AMLO de apoyar a un candidato no sólo enrareció, afectó la equidad y polarizó la elección –además de dejarlo personalmente anulado para ser factor de unidad en este momento de crisis- sino que también, en los hechos, tiene paralizado el proceso en virtud de la eventualidad, cada vez más probable, de que los resultados del cómputo no favorezcan a su candidato.

Sólo desde esa perspectiva es que se puede entender que un proceso sencillo, como es el del cómputo, que se trata básicamente de sumar y que sólo en tres causales – actas que no coincidan, error de cómputo evidente y alteración del acta- pueden abrirse los paquetes, lleva más de una semana sin concluir siquiera una de las seis elecciones que se realizaron el 21 de marzo. Sin embargo, para evitar que salga Jesús Ortega adelante del recuento se quiere llevar a cabo un cómputo sui generis sin sustento en la norma en la que de facto el Comité Técnico Electoral se adjudique atribuciones del órgano jurisdiccional y anule en caliente casillas a petición de las partes –una de ellas- sin mediar juicio alguno y basándose en la presión política.

El punto es que, en lugar de esperar al momento oportuno para que la Comisión Nacional de Garantías y Vigilancia cumpla con su facultad estatutaria y después, si no se está conforme, recurrir al Tribunal Federal Electoral para determinar cuáles votos valen y cuáles no, se busca la supresión prematura de sufragios que un candidato presume ilegítimos y, para lograrlo, toma como rehén la continuidad del proceso. Por supuesto, el resultado no es definitivo hasta que se agoten las instancias de calificación, pero, como dijimos, lo que predomina es el interés mediático de ser percibido como el ganador y evitar, a toda costa, que se pueda siquiera tener la más leve sospecha, la lectura más suave que infiera tibiamente, que el principal líder de la oposición haya sido vencido en su propio partido.

Por tal razón, se puede llegar al absurdo de querer anular la elección mediante el falaz y tramposo argumento de que para salvar al líder es necesario hundir al partido, tal como aconteció en 1999. Es verdad que hubo irregularidades, violencia e incluso descarado fraude en algunas casillas y que el encono y el resultado cerrado de la elección han permitido que se extienda la percepción en la opinión pública de que “el cochinero” es generalizado. Pero no es correcto que decisiones que deben ser estrictamente jurídicas se tomen como resultado de la presión mediática. Si aceptáramos eso, sería darle el tiro de gracia a la imperiosa necesidad que se tiene de fortalecer la vida institucional del PRD y fomentar la perversa costumbre de dirimir los conflictos internos a través de los medios de comunicación. Por eso, la elección debe caerse si, y sólo si, existen los méritos jurídicos para ello. De lo contrario debe respetarse el resultado y cerrar filas en torno al vencedor, en el entendido de que todos tienen un espacio y un papel que jugar en el partido.

Sería sano para el PRD, y lo reposicionaría frente a la sociedad, el que se respetara el procedimiento y la norma, que se buscará un mecanismo de legitimación del nuevo dirigente –que sólo puede ser mediante la transparencia- se sancione a los responsables de los actos indebidos y se promueva un gran acuerdo político que incluya, además de los candidatos y las corrientes que los apoyaron, al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador en el que se garantice la inclusión y la impostergable transformación del partido y de sus procesos de elección de dirigentes y candidatos. Por supuesto, eso necesita también de que por la calle de San Luís Potosí, esquina con Orizaba, vean el eventual triunfo de Jesús Ortega como una oportunidad para que el excandidato presidencial muestre un talante democrático y deje constancia de que es capaz de aceptar un resultado adverso cuando es en buena lid.


De paso…

Aunque usted no lo crea. En momentos de crisis, la máxima dirección política del PRD está obligada a deliberar. No para dar un golpe de mano, ni para determinar ganador, ni para asumir responsabilidades propias del órgano electoral sino para conducir al partido y tomar decisiones que le den rumbo y estabilidad en momentos difíciles, así como facilitar la labor de las instancias que están encargadas de sacar el proceso adelante. Esta decisión elemental de citar al Consejo Nacional fue calificada como “irresponsabilidad extrema” por Gerardo Fernández Noroña. Lo notable no es que sostenga absurdos, ya lo conocemos, sino que esa aseveración la haya hecho el que es, a todas luces, un irresponsable extremo… Honestidad intelectual demostró Roy Campos, el Director General de Consulta Mitofsky al expresar que “hace muy bien Jesús Ortega en no aceptar los conteos rápidos”…En la entrevista en que estuvieron Jesús Ortega y Alejandro Encinas con Joaquín López Dóriga vimos a dos políticos maduros, responsables y comprometidos con la historia y el futuro de la izquierda. ¡Lástima que no dependa sólo de ellos resolver el entuerto! ¡Lástima que Bejarano, Batres y Noroña sólo le hagan caso a Andrés Manuel!...el gobierno mexicano sigue sin condenar el asesinato de estudiante mexicanos por parte del ejército colombiano en un ataque contrario al derecho internacional en Ecuador, con independencia de la opinión que nos merezcan las FARC y sus métodos…¿Quién decidió en el FAP violar la nueva ley electoral? ¿Fue por ignorancia o para romper el cerco informativo?...

lunes, 24 de marzo de 2008

LA CRISIS DEL PRD

En el enconado escenario postelectoral perredista todo es creíble menos la sorpresa. Para usar una frase trillada, podríamos decir que presenciamos la crónica de una crisis anunciada. Y es que esto ya lo vivimos; es más, todavía lo sufrimos, pues las heridas siguen vivas y presentes. ¿Quién puede negar el paralelismo que existe entre la elección interna del PRD y la elección constitucional del 2006? Y, en ese sentido, ¿quién puede extrañarse del escalado conflicto que padece el PRD?

Mismos ingredientes, mismo resultado: el presidente Fox intervino, igual que el presidente legítimo; la guerra sucia que calificó como “peligro para México” a López Obrador no es de mayor calado que la que acusa de “traidor” y “colaboracionista” a Jesús Ortega; a uno se la vinculó con Hugo Chávez y a otro, vilmente, con Felipe Calderón; en ambos casos se ejercieron ingentes presiones contra el órgano electoral que poco puede hacer frente a los poderes institucionales que actúan de manera facciosa y los fácticos que desdeñan la legalidad; hasta la difusión cínica de propaganda ilegal elaborada por terceros (CCE y AMLO respectivamente) fueron una constante de los dos procesos. Por eso nadie debe sorprenderse de la polarización, la incertidumbre y el espectro de la ruptura que hoy ronda al partido, ni tampoco que ahora retumbe dentro de sus muros la consigna de “voto por voto y casilla por casilla”.

Pero más preocupante que la crisis es la falta de visos para salir de ella. La inyección de odio y el abandono de todo atisbo de institucionalidad en sus órganos de dirección han generado una verdadera guerra sin prisioneros en la que no hay ánimo ni puentes para acordar siquiera mecanismos y reglas mínimas de convivencia para desahogar lo pendiente ante el perverso desdén por la norma. El presidente del partido se ausentó tras dar a conocer conteos rápidos que, tal y como ha quedado demostrado, inventaron resultados –los responsables del fraude son las empresas, no Leonel Cota-, y haber suspendido abruptamente el programa de resultados preeliminares. Por su parte, el poder real, el principal liderazgo del PRD, al haber intervenido en la contienda, incluso violentando la norma, no es hoy factor de unidad, pero tampoco tiene ganas de serlo. Por el contrario, ha sido el más parcial de los actores, el que tras bambalinas ha manejado los hilos de una cruzada de exterminio contra los que han osado sostener públicamente una estrategia diferente a la que trata de imponer. Lo hace a su estilo, promoviendo con grupos atrasados y personajes incondicionales de algunos medios de comunicación el linchamiento moral y la ingesta insaciable de reputaciones de sus adversarios, tratando, en todo momento, de no ensuciarse las manos.

Por desgracia, no depende de los candidatos encontrar una salida a la crisis. Jesús Ortega y Alejandro Encinas suelen elevar la mira, actuar responsablemente y construir acuerdos con base en principios, anteponiendo los intereses del proyecto a las consideraciones personales y de grupo. El problema es que todo indica que Andrés Manuel López Obrador ya decidió que es preferible -para él, por supuesto- la ruptura a renunciar al control del PRD. Quizás piense que con la tan esperada reforma energética tendrá la oportunidad de tomar El Palacio de Invierno y, por lo mismo, que le estorban “las medias tintas” y necesita de la absoluta subordinación política y financiera del partido -la revolución a cargo del erario.

Se construyó, pues, una situación en la que nadie puede ceder. La solución natural, el apego a la legalidad y la aceptación de los resultados, se torna utopía por la apuesta de todo o nada, ellos o nosotros, patria o muerte. El veto a Jesús Ortega, tan deleznable como el que prevaleció contra AMLO en el 2006, determinó la descomposición creciente de la elección y hoy se expresa en la imposibilidad de concluir con los cómputos a tiempo y de acuerdo con la norma, no obstante la multiplicación de los costos políticos por la incertidumbre y la exhibición pública de irregularidades, violencia y trampas que se magnifican y generalizan, entre otras cosas, por la irreductible polarización que prevalece.

Además, resulta notorio como la estrategia mediática de uno de los candidatos se basa en acusar al otro de ser más cochino, sin darse cuenta que eso es escupir al cielo y que alienta la guerra de descalificaciones en la que todos pierden. Pero la instrucción desde El Olimpo es insistir en la monserga de buenos y malos, y en evitar a toda costa que salga adelante el candidato de Nueva Izquierda. Si el cómputo favorece a Ortega, mejor que no haya cómputo. Bueno, si es que antes no puedan cambiar las reglas del conteo mediante un golpe de mano del CEN, convertido por sus pistolas en legislador, para establecer la anulación de casillas fast track y a la carta de una de las partes, aunque eso tiene el enorme inconveniente para los promotores de ese adefesio jurídico que cualquier criterio debe ser aplicado de manera general.

Por todo lo anterior, reconstruir la relación y tender puentes parece casi imposible, pero no se debe renunciar a ello. La crisis no es producto de la elección, ya estaba en ciernes y sólo necesitaba un detonante para expresarse en toda su crudeza. No estaba oculta, nadie dudaba de ella, pero se hizo muy poco para atajarla y no faltó quien jugó desde su influyente posición para exacerbarla.

Ahora bien, toda esperanza de unidad pasa indefectiblemente por la legitimidad de la próxima dirección. Si se quiere evitar el camino de los tribunales y, por tanto, que sea el TRIFE el que decida al próximo presidente, se tienen que cumplir dos condiciones: transparencia en el resultado y cero impunidad para los que cometieron tropelías. El voto por voto y casilla por casilla es a todas luces ineludible y debe realizarse una vez que concluya el cómputo bajo el compromiso de ambos candidatos de aceptar el resultado, tal y como fue, en su oportunidad, el ofrecimiento de AMLO a Calderón. Lo otro, referente a las sanciones, no requiere de comisiones. El CEN debe actuar inmediatamente y con toda energía contra los responsables de la violencia y anomalías comprobadas durante el proceso con independencia de la corriente a la que pertenecen.

El PRD debe mirarse al espejo y reaccionar. No basta con evitar la división. Requiere transformarse y acabar con la cultura del todo se vale para ganar, ésa que nos derrotó en el 2006.


De paso…

Provocación. Son inaceptables las agresiones que sufrió Dolores Padierna durante el cómputo de Tabasco. A pesar de las diferencias que tengo con ella, repruebo los insultos y que le hayan aventado ligas en clara referencia a su marido. Es verdad que su corriente, IDN, es constante promotor de actitudes similares y la mayoría de los hechos de violencia en la jornada electoral están ligados –perdón- a esa expresión, pero no se debe ser intolerante ni siquiera con los intolerantes. Ahora bien, de ninguna manera justifica lo que vino después, pero tampoco Padierna tenía ningún derecho a arrancar las cartulinas colocadas por grupos inconformes con los resultados, así tuvieran críticas contra AMLO. ¿O qué está prohibido cuestionarlo? Fue una provocación en la que nadie debió haber caído…Por cierto, en el Estado de México se abrieron todas las casillas que indicó Fernández Noroña y el saldo hasta las diez de la noche del domingo era que Alejandro Encinas había recuperado 500 votos y Jesús Ortega 2,500. Después de eso, retiró a los delegados encinistas del CTE para que no firmaran el acta respectiva y tener así congelado el cómputo…Según las actas, más de la mitad de las casillas del Distrito Federal utilizaron más de mil boletas. ¿Pues no que eso sólo había ocurrido en Chiapas?...En Zacatecas los delegados oficialistas madrugaron con un acta de cómputo sin que éste se hubiera realizado. ¿Qué esconderá la gobernadora y compañera de tours internacionales de Felipe Calderón?...Una semana después de hacerlo en el Zócalo el 18 de marzo, AMLO ungirá otra vez al nuevo presidente nacional del PRD en un mitin masivo. ¡Viva el PRI!...

martes, 18 de marzo de 2008

EL PRD DEBE SER CONGRUENTE

Las encuestas han dejado de ser un instrumento de medición para volverse el oráculo del mundo político. No se necesita mayor constatación que un muestreo y todos cruzan los dedos y guardan el aliento para esperar la revelación inobjetable de la verdad en gráficas y porcentajes. Es el paraíso de la realidad virtual porque se torna la única realidad. Cuestionar la certeza de una encuesta resulta anticlimático y suena tan precientífico y atávico como sostener que La Tierra es plana. Por supuesto, si los hechos no corroboran lo ahí sustentado, peor para los hechos. Pues bien, el caer en esta mistificación de las encuestas, la cual fue criticada por el PRD durante la sucesión presidencial, puede llevar a los perredistas a una trampa de difícil salida y que fue tendida únicamente por ellos mismos.

El CEN contrató dos conteos rápidos para que, al evitar la incertidumbre, ayudaran a bajar la presión política y a garantizar la estabilidad partidaria. Esa fue la intención de Leonel Cota cuando insistió en su aplicación. Y eso se cumplirá si es que esas mediciones se corroboran por los resultados oficiales. En cambio, si eso no es así y la contienda es cerrada o da otro triunfador, entonces la eventual crisis que se evitó al conocerse las tendencias de las mediciones estadísticas el domingo por la noche regresaría con mayor fuerza y colocaría bajo sospecha toda la elección. Es difícil imaginar un escenario más patético que el de dos presidentes: uno virtual anunciado por las encuestadoras y otro legal sostenido por las actas. De ahí a ser calificados como “legítimo” y “espurio” sólo hay un paso. Si a eso le agregamos la intervención del presidente legítimo, la guerra sucia y, ahora, las encuestas cuestionadas, pues ya esta casi el cuadro completo del 2006. Si esto se confirma, ¿quién podría regatearle a Marx el tino de decir que cuando la historia se repite la primera es como tragedia y la segunda como farsa? Bueno, eso sería así si el espectáculo chusco que puede escenificarse no acrecentara la división, el encono y el riesgo de escisión, amén del descrédito público que traería consigo. Es decir, bien puede convertirse en una tragicomedia.

Obviamos, lo digo como autocrítica, lo difícil que es medir estadísticamente los procesos internos del partido, en virtud de la heterogeneidad y, por lo mismo, volatilidad de los electores en el territorio. En una manzana puede tener un grupo mayor fuerza y en la de junto otro. Es difícil encontrar continuidades estadísticas Ya habíamos tenido la experiencia en Michoacán cuando Consulta Mitofsky no quiso dar resultados en la elección interna para candidato a gobernador y Leonel Godoy terminó ganando con un margen de superior al 8%. Y ahora, en cambio, se lanza a proporcionarlos con vacíos importantes en la información de Chiapas y Oaxaca y, según ellos mismos, complementando con proyecciones lo que les faltaba de datos.

Resulta un evidente contrasentido que las encuestas terminen contrariando resultados en lugar de apuntalarlos. Y lo que sería ya el absurdo es que la preocupación sea como acomodar las cifras para que coincidan con los números de las empresas.

Frente a esa delicada situación no queda más que la transparencia y garantizar aquello que negó el IFE y el Tribunal Electoral. Me refiero, por supuesto, al recuento de votos. El PRD tendrá que darle a la sociedad mexicana el voto por voto y casilla por casilla que tanto coreó y demandó en calles y plazas. Eso significa una oportunidad, pero también un riesgo. En un país con vida democrática consolidada no habría duda que lo que estaría en duda sería el rigor y exactitud del muestreo, pero tratándose de la cultura nacional en la que la presunción del fraude es casi un axioma, entonces no hay duda que el que está en el banquillo es el partido.

Ahora que esto de que el PRD, literalmente, le abra sus entrañas a la sociedad puede ser a mediano y largo plazo muy bueno, y si pasa la prueba y se demuestra que las irregularidades son menores en el universo de la votación, no hay duda que saldrá fortalecido y tendrá autoridad moral para seguir impulsando la democratización del país. Claro, si es que pasa la pasa la prueba de la unidad. Ahí tendrá mucho que ver la responsabilidad de los dos candidatos principales, Alejandro Encinas y Jesús Ortega, lo cual debería tranquilizar, pues ambos han dado muestras de sobra de actuar así a lo largo de sus trayectorias. El problema es que no sólo depende de ellos. Andrés Manuel López Obrador tendrá que hacer su parte para atemperar ánimos. Para nadie es un secreto que él es el único que puede llamar al orden al grupo de René Bejarano.

De paso…

Tibieza. Está más que demostrado el asesinato de mexicanos a manos del ejército de Colombia en territorio ecuatoriano. Al margen de la opinión que se tenga de las FARC y de que éstas utilizan métodos deleznables como el secuestro, no puede obviarse que se trató de un ataque contrario al derecho internacional. No se trata sólo de reafirmar la convicción a favor del multilateralismo y de la solución pacífica de controversias entre países sino de asumir el papel de defensa de nuestros compatriotas en el extranjero. Aunque el presidente Uribe sea aliado del gobierno mexicano, éste tiene la obligación política y moral de condenar el hecho y pedir satisfacciones al país agresor...Nadie debe espantarse de que en la UNAM haya tal libertad y exista tal pluralidad que entre sus estudiantes haya simpatizantes de las cuestionadas FARC, como tampoco el que tenga, y seguro tiene, miembros del Yunque en sus aulas. Precisamente esa gran libertad y tolerancia han hecho posible que sea el centro cultural más importante de América Latina…

lunes, 10 de marzo de 2008

AMLO Y LA ELECCIÓN DEL PRD

10 de marzo de 2007

Fernando Belaunzarán

La política se mueve más en la ficción que en la realidad. El discurso político no puede prescindir de la intención de legitimarse moral e históricamente, diferenciarse en ese plano con sus adversarios y crear un ambiente favorable para conseguir los objetivos que se planteen de manera explícita o soterrada. Su terreno es el de la percepción más que el de la verdad. Lo importante es ser verosímil y convencer, no hacer gala de objetividad. No perdamos de vista que la política es una permanente competencia y siempre está presente, aunque en algunos casos sea como telón de fondo, la intención de vencer a otros y, por lo mismo, la necesidad de establecer el terreno y los términos de la confrontación para que prevalezca una visión favorable a ese interés. De lo que se trata, pues, es de lograr que la ficción incida, de acuerdo a un plan, en la realidad.

Eso explica el por qué, en una situación desesperada, el PAN llevó a cabo la estrategia de polarizar la elección del 2006 con la insidia de presentar a Andrés Manuel López Obrador como un peligro para el país. Por lo mismo, no deja de ser tristemente paradójico que la víctima de ese episodio oscuro de la vida nacional esté trabajando para generar en el imaginario social una idea igualmente perversa y distorsionada de la realidad para beneficiar a su candidato en la elección interna del PRD. No hay nada más desmesurado y ruin que presentar esta contienda como una disputa entre AMLO y Calderón. Es, para decirlo claro, una infame vileza que muestra el talante real de su promotor.

Nada más alejado del pensamiento democrático que la lógica del sometimiento y la incondicionalidad al líder. Un partido político que se reivindica de izquierda tiene que tener, si es coherente consigo mismo, una dirección autónoma de hombres que piensan con cabeza propia y se paran en sus propios pies. Es un error considerar enemigo el que se atreve a disentir y levantar la voz, y lo mismo pensar que la zalamería es síntoma de lealtad. Al contrario, la actitud crítica es de mucho mayor valor y compromiso que el alineamiento por disciplina, aunque el dirigente encumbrado no sea capaz de vislumbrarlo así. Decir que tener diferencias de opinión con AMLO es volverse su adversario o, peor aún, traicionarlo es avalar la tradición mesiánica y caudillista que predominó en el viejo régimen. Ni el líder siempre tiene la razón, ni hay por qué obedecerlo ciegamente, ni la disyuntiva frente a él puede ser la de someterse o salir de la gracia divina. El proyecto de transformación del país que representa el PRD no puede subsumirse a una empresa personal, pues es el resultado colectivo e histórico de muchas luchas de la izquierda mexicana. La abyección a la voluntad suprema no le ayuda al partido, tampoco al movimiento, mucho menos al dirigente que sólo escucha lo que quiere oír. Ningún candidato piensa romper o distanciarse de López Obrador. Lo que está en cuestión es si el partido debe tener autonomía o, por el contrario, asumirse como un organismo paraestal del gobierno legítimo.

En el mitin de la Torre de PEMEX del 24 de febrero “se aprobó” un plan de acción que no discutió la dirección nacional del PRD y que incluía medidas tan drásticas como el cierre de carreteras y aeropuertos. El problema no es la necesidad de defender la propiedad nacional del petróleo sino hacerlo con eficacia. La idea de que entre más extremas son las medidas mejores son los resultados es insostenible y la desmiente la experiencia reciente y cercana. El desafuero fue derrotado por una resistencia civil que no afectó a terceros y que, por lo mismo, tuvo la capacidad de sumar a buena parte de la opinión pública a su favor. En cambio, en el movimiento post electoral se tomó la decisión de cerrar la avenida más emblemática del país para demandar el recuento de los votos y, en esa ocasión, la causa justa se perdió, el movimiento comenzó a aislarse y se dio pie a una campaña de desprestigio de tal magnitud que recordó a la emprendida por Carlos Salinas contra Cuauhtémoc Cárdenas. Me hubiera gustado expresar esa opinión en el CEN, pero, repito, el PRD fue ignorado y emplazado a sumarse a ese cuestionable –por contraproducente- plan. Este 16 de marzo también se definirá si la dirección del partido decidirá su política o sólo acatará órdenes.

¿Por qué en 2004 y 2005 AMLO se esforzó por encauzar la resistencia civil sin afectar a terceros y evitando obsesivamente cualquier provocación a diferencia de lo que hizo después? La única respuesta plausible que se me ocurre es que en aquellos años López Obrador tenía en mente ganar la elección presidencial y ahora su preocupación es otra: colapsar al gobierno espurio. En el PRD no hay diferencia alguna en relación a enfrentar con firmeza a la administración ilegítima de Calderón; pero sí en usar métodos que generen alto rechazo social y le hagan el enorme favor a la derecha de tener como adversaria a una oposición estridente y alocada, pero impotente y testimonial que tienda al aislamiento. ¿Acaso al PRD ya no le debe importar ganar elecciones?

Es verdad que Andrés Manuel López Obrador tiene el derecho de expresar su opinión a favor de algún candidato, pero no de hacer propaganda –como la hizo con la llamada carta ilegal-, de la misma manera que en el 2006 el Consejo Coordinador Empresarial podía manifestar sus filias y sus fobias, pero no contratar spots de televisión. Ambas prohibiciones salvaguardan la equidad en la contienda. Además, como presidente legítimo tiene el problema de estar cayendo en lo que cuestionó y, más allá del daño a su autoridad moral, con su participación activa en el proceso está absolviendo a Vicente Fox.

Andrés Manuel midió los tiempos y buscó polarizar de nuevo el escenario nacional de cara a la elección perredista y al septuagésimo aniversario de la expropiación petrolera. En ello ha tenido un éxito indiscutible gracias a la ayuda, voluntaria o involuntaria, del propio gobierno federal. Con el agua hasta el cuello, Juan Camilo Mouriño declaró la guerra al PRD, evidenciando que hizo sus cálculos y encontró como única tablita de salvación ir al enfrentamiento. Por eso el PAN, después de titubear durante meses, decidió lanzarse con todo por la reforma energética retando al movimiento que ha puesto ese punto como el primero, fundamental e irrenunciable, de su razón de ser. Parece que, al igual que para AMLO, han visto en dicha reforma una oportunidad preciosa. Tras un año de enormes fracasos electorales, todo indica que el panismo considera la necesidad de tener una sonada victoria política y mediática para proyectarse en las elecciones intermedias del 2009. Alianzas insospechadas porque cada parte siente que puede salir airosa de la confrontación de alta intensidad que se preludia. Ciro Gómez Leyva expresó su extrañeza de que Mouriño nos regrese al 2006 (Milenio, 7 de marzo de 2008). Pero todo parece indicar que de eso precisamente se trata. Y, por lo mismo, ¿no se podría concluir que entonces al gobierno de Calderón lo que le conviene es que el PRD sea dirigido por el ala intransigente?

De paso…

Revelación. Dice AMLO que está seguro de que a Calderón no le gustaría que ganara Alejandro Encinas. Lo que no dijo es cuándo, cómo y dónde se lo preguntó ¿Será que ya se reunieron?...El antichavismo que perméa en buena parte de la opinión pública nacional tiende a justificar lo injustificable: la intervención armada unilateral de un país en territorio de otro. No le creo a Álvaro Uribe, pero aún cuando todo lo que aduce fuera verdad, y efectivamente haya encontrado pruebas para sustentar sus temerarios dichos en la computadora de Raúl Reyes, tampoco eso vale para hacer lo que hizo. Aquí no se puede titubear. La política internacional de México debe ser tajante en la condena a todo intento de hacer justicia por propia mano, máxime teniendo de vecino al país más poderoso del mundo, al cual le seduce de sobre manera esa posibilidad. No permitamos que se abra la puerta para que a países de América Latina se le de el trato que recibe cotidianamente la franja de Gaza… Reviven necedades contra la Universidad Nacional Autónoma de México. Atacar a la máxima casa de estudios porque algunos de sus estudiantes se encontraban en un campamento guerrillero es absurdo. Es obvio que institucionalmente no hay ninguna vinculación con las FARC u otras fuerzas armadas de dentro o fuera del país. Y también es obvio que sería el peor de los contrasentidos que en sus aulas se constituyera una policía ideológica…En lugar de culpar a la UNAM por la seducción que la guerrilla mantiene en sectores de la juventud, se debiera reflexionar por las condiciones desgarradoras de injusticia que perviven en el país y las deficiencias de nuestro sistema político…Hagan sus quinielas: ¿Cuántos días le quedan a Juan Camilo Mouriño en la Secretaría de Gobernación?... Buen triunfo de la izquierda en España. Cuatro años más para Zapatero. ¡En hora buena!... ¿Quién lo dijera? Los que hicieron a un lado al partido y construyeron estructuras paralelas; los que sostienen que los perredistas no son dignos de confianza y son proclives a venderse; los que no dejaron que los cuadros partidarios conformaran la estructura electoral en el 2006 y acabaron dejando vacías las casillas. Esos que desprecian al PRD, ahora dicen que van a dirigirlo. ¿Ya lo veremos?... También hay que reconocer lo bueno y, en este caso, lo muy bueno: AMLO disipó dudas e hizo un gran aporte a la unidad al manifestar con toda claridad que no saldrá del PRD si Jesús Ortega gana el próximo domingo. ¡Bravo Andrés Manuel! ¡Bravo!...

domingo, 2 de marzo de 2008

VIOLENCIA

3 de marzo de 2008





Parece increíble que dirigentes con gran experiencia hayan olvidado que el odio es un material altamente inflamable y que su uso, por más que se acompañe de la reiteración interminable de la vocación pacífica de quien lo profiere, tiende a desembocar en actos violentos. Vana y estúpida es la pretensión de querer acotar los efectos de la rabia y el coraje inoculados contra enemigos reales o imaginarios a la celebración de una arenga en el mitin o a la manipulación de voluntades en un proceso electoral. Es elemental, se dice y se constata siempre, que la violencia verbal antecede a la violencia física. Digámoslo con todas sus letras: se ha ido construyendo un clima de linchamiento en contra de un sector importante del PRD, así como de la mayoría de sus legisladores, desde hace meses. Por eso lo acontecido en la el mitin de la Torre de PEMEX el pasado 24 de febrero no es la primera agresión ni será la última si es que no se para de tajo a la intolerancia promovida como estrategia de campaña.

Resulta insuficiente condenar los hechos si no se atacan sus causas. Los ataques en contra de Javier González Garza y Carlos Navarrete, al igual que el sufrido una semana antes por la legisladora local del DF, Nancy Cárdenas, son sólo síntomas de la polarización construida artificialmente por los deseos de controlar el partido usando los mismos escrúpulos que mostró Vicente Fox durante la elección presidencial. ¿Qué otra cosa se podía esperar? ¿Cómo deben los militantes reaccionar frente a los supuestos “traidores”, “colaboracionistas”, “proclives a la derecha que permiten que les toquen las piernas”? ¿Cómo convivir con un “traidor”? ¿A caso a éstos no se les denuncia, se les combate, se les excluye y, en muchos lugares, se les extermina, incluso en caliente? Se equivoca quien piense que las palabras no pesan y, por tanto, que no tienen mayores consecuencias.

En un intento por justificar lo injustificable se han oído algunas barbaridades impensables en una institución que se reivindica democrática. Ahora resulta que los abucheos son producto de la “indignación espontánea de las masas” y que constituyen “la opinión crítica y legítima de los ciudadanos hacia la acción poco consistente de los legisladores”. Hacen mal los que se muestran condescendientes con el atraso, pues éste siempre crece cuando no se le detiene desde sus primeras manifestaciones. La experiencia del CGH es una clara muestra de lo que ocurre cuando se le da carta de ciudadanía a la intolerancia. Además, eso de sostener que un mitin en plaza pública puede convertirse en tribunal moral en el que se expresa “el pueblo” con su fallo inapelable, huele a totalitarismo y trae reminiscencias sangrientas. El Terror de la Revolución francesa, lo mismo que el fascismo y el estalinismo, recurrieron a esa deleznable práctica. ¡Cuidado!

Pero echarle la culpa al “pueblo” es también un acto de cobardía, pretexto pueril para eludir la responsabilidad propia y de paso redimir a la intolerancia y el fanatismo mediante un falaz lugar común: “el pueblo no se equivoca”. La inmensa mayoría de los que acudieron al acto son personas orgánicas de los grupos del partido. Sus líderes, además de llevarlos a eventos públicos, les proporcionan una visión de las cosas y, en momentos de campaña, establecen las diferencias entre ellos y sus adversarios. Por eso avientan la piedra y esconden la mano los que después de difundir la supuesta “traición”, de acusar a los que les disputan la dirección del partido de ser “paleros” –así lo dice Bejarano en su video más reciente-, levantan la cejas y ponen cara de yo no fui. Se cosechó lo que sembraron.

Y lo peor de todo es que con su irresponsabilidad han puesto en cuestión la unidad del PRD. En qué cabeza cabe, a estas alturas, después del derrumbe del Muro de Berlín, tras cuatro décadas luchando por las libertades democráticas y con la dura experiencia de lo que puede llegar a significar el sectarismo de izquierda, colocar al enemigo dentro de las filas propias. Esa historia ya se vivió. ¿Acaso ya se olvidaron los “ajusticiamientos revolucionarios”? Ignoro cómo le van a hacer los que calificaron a sus contendientes internos como “paladines de la derecha” para explicar a sus bases cómo es entonces que deben seguir coexistiendo. En este punto nadie le puede regatear congruencia a Alejandra Barrales cuando afirma que va a expulsar a todos los que no están con ella. Es evidente que no puede haber unidad si predomina la intolerancia.

Por eso no podía ser más oportuna la carta de varias decenas de intelectuales, defendiendo la tolerancia como principio básico de la convivencia política, publicada en la prensa nacional (29 de febrero 2008). Máxime ahora que, en virtud de lo acontecido, la elección interna del PRD se ha tornado en un plebiscito. Los militantes perredistas van a decidir el 16 de marzo, además de la línea política, si quieren un partido democrático y tolerante o, en su lugar, uno mesiánico e intolerante. No es una decisión entre dos candidatos que se asemejan, en lo personal, más de lo que reconocen sus seguidores sino entre lo que representan independientemente de sus intenciones. Por ello no es casual que los agredidos apoyen a Jesús Ortega y los agresores a Alejandro Encinas.

La unidad del PRD depende de que triunfe la tolerancia, se incluya a los derrotados y se respete el Estatuto. Claro, además de que los principales dirigentes, y en especial Andrés Manuel López Obrador, actúen con responsabilidad y convicción democrática. En ese sentido será crucial que se acepten los resultados y se detenga, con toda la fuerza del partido y sin titubeos, cualquier amago de violencia.


De paso…

Corrupción. Si Mouriño firmó contratos a nombre de su empresa siendo funcionario público y, peor aún, referentes al área energética debe renunciar de inmediato y fincársele responsabilidades. De por sí, su vinculación familiar con una empresa trasnacional del petróleo ya enrarece la discusión de cualquier reforma energética, sobre todo cuando se le asigna el papel de operador de la misma. En cualquier caso, hay conflicto de intereses. Pero si además se le dieron contratos a esa empresa por adjudicación directa y él firmó en ellos como directivo de la misma siendo funcionario de la Secretaría de Energía, entonces no hay vuelta de hoja y estamos ante un acto de corrupción. Por eso es que se debe ir y no por denuncias poco serias sobre su nacionalidad que expelen un rancio tufo xenófobo… Sólo por molestar y para documentar la esquizofrenia: ¿Es congruente pedir la renuncia de un funcionario del gobierno que no reconoces?... ¿Por qué no la verdad? Alejandro Encinas fue pillado con los dedos en la puerta negando el apoyo de René Bejarano al tiempo en que se conocían un audio en el que se escucha al ex perredista organizar la entrega de las cartas ilegales de AMLO y un video en el que aparece como orador durante un evento proselitista para apoyar las candidaturas del propio Encinas y de Alejandra Barrales. Era más fácil y menos riesgoso decir lo que todos en el PRD sabemos: René Bejarano es el dirigente real, y nunca ha dejado de serlo, de la corriente IDN y no hay manera de aceptar el apoyo de ésta prescindiendo del de aquél… Y hablando de Encinas, éste sigue pagando los costos de ser el candidato de los grupos más atrasados del partido –siendo alguien muy distinto a ellos: primero fueron simpatizantes suyos los que agredieron a González Garza y a Navarrete, luego se hizo innegable el apoyo de Bejarano y, finalmente, estalló la violencia y hubo una verdadera batalla campal entre dos grupos que lo apoyan durante un mitin en Los Reyes la Paz, Estado de México. Y todo en tan solo una semana… El ataque del ejército de Colombia a las FARC en territorio de Ecuador no tiene ninguna justificación y debe ser condenada sin ambages por la comunidad internacional. Además de vulnerar la soberanía de otra nación y comprometer la paz en el Cono Sur, asesinó a Luis Edgar Devia, conocido como Raúl Reyes, que estaba encargado, por parte de la organización armada, de las negociaciones para terminar con la prolongada guerra. Es obvio que con esta acción, Álvaro Uribe torpedeó el proceso de paz y la libertad de los rehenes. Con ello, además, se demuestra que la continuación de la guerra le da réditos políticos a ese gobierno de derecha…


Fernando Belaunzarán