lunes, 10 de marzo de 2008

AMLO Y LA ELECCIÓN DEL PRD

10 de marzo de 2007

Fernando Belaunzarán

La política se mueve más en la ficción que en la realidad. El discurso político no puede prescindir de la intención de legitimarse moral e históricamente, diferenciarse en ese plano con sus adversarios y crear un ambiente favorable para conseguir los objetivos que se planteen de manera explícita o soterrada. Su terreno es el de la percepción más que el de la verdad. Lo importante es ser verosímil y convencer, no hacer gala de objetividad. No perdamos de vista que la política es una permanente competencia y siempre está presente, aunque en algunos casos sea como telón de fondo, la intención de vencer a otros y, por lo mismo, la necesidad de establecer el terreno y los términos de la confrontación para que prevalezca una visión favorable a ese interés. De lo que se trata, pues, es de lograr que la ficción incida, de acuerdo a un plan, en la realidad.

Eso explica el por qué, en una situación desesperada, el PAN llevó a cabo la estrategia de polarizar la elección del 2006 con la insidia de presentar a Andrés Manuel López Obrador como un peligro para el país. Por lo mismo, no deja de ser tristemente paradójico que la víctima de ese episodio oscuro de la vida nacional esté trabajando para generar en el imaginario social una idea igualmente perversa y distorsionada de la realidad para beneficiar a su candidato en la elección interna del PRD. No hay nada más desmesurado y ruin que presentar esta contienda como una disputa entre AMLO y Calderón. Es, para decirlo claro, una infame vileza que muestra el talante real de su promotor.

Nada más alejado del pensamiento democrático que la lógica del sometimiento y la incondicionalidad al líder. Un partido político que se reivindica de izquierda tiene que tener, si es coherente consigo mismo, una dirección autónoma de hombres que piensan con cabeza propia y se paran en sus propios pies. Es un error considerar enemigo el que se atreve a disentir y levantar la voz, y lo mismo pensar que la zalamería es síntoma de lealtad. Al contrario, la actitud crítica es de mucho mayor valor y compromiso que el alineamiento por disciplina, aunque el dirigente encumbrado no sea capaz de vislumbrarlo así. Decir que tener diferencias de opinión con AMLO es volverse su adversario o, peor aún, traicionarlo es avalar la tradición mesiánica y caudillista que predominó en el viejo régimen. Ni el líder siempre tiene la razón, ni hay por qué obedecerlo ciegamente, ni la disyuntiva frente a él puede ser la de someterse o salir de la gracia divina. El proyecto de transformación del país que representa el PRD no puede subsumirse a una empresa personal, pues es el resultado colectivo e histórico de muchas luchas de la izquierda mexicana. La abyección a la voluntad suprema no le ayuda al partido, tampoco al movimiento, mucho menos al dirigente que sólo escucha lo que quiere oír. Ningún candidato piensa romper o distanciarse de López Obrador. Lo que está en cuestión es si el partido debe tener autonomía o, por el contrario, asumirse como un organismo paraestal del gobierno legítimo.

En el mitin de la Torre de PEMEX del 24 de febrero “se aprobó” un plan de acción que no discutió la dirección nacional del PRD y que incluía medidas tan drásticas como el cierre de carreteras y aeropuertos. El problema no es la necesidad de defender la propiedad nacional del petróleo sino hacerlo con eficacia. La idea de que entre más extremas son las medidas mejores son los resultados es insostenible y la desmiente la experiencia reciente y cercana. El desafuero fue derrotado por una resistencia civil que no afectó a terceros y que, por lo mismo, tuvo la capacidad de sumar a buena parte de la opinión pública a su favor. En cambio, en el movimiento post electoral se tomó la decisión de cerrar la avenida más emblemática del país para demandar el recuento de los votos y, en esa ocasión, la causa justa se perdió, el movimiento comenzó a aislarse y se dio pie a una campaña de desprestigio de tal magnitud que recordó a la emprendida por Carlos Salinas contra Cuauhtémoc Cárdenas. Me hubiera gustado expresar esa opinión en el CEN, pero, repito, el PRD fue ignorado y emplazado a sumarse a ese cuestionable –por contraproducente- plan. Este 16 de marzo también se definirá si la dirección del partido decidirá su política o sólo acatará órdenes.

¿Por qué en 2004 y 2005 AMLO se esforzó por encauzar la resistencia civil sin afectar a terceros y evitando obsesivamente cualquier provocación a diferencia de lo que hizo después? La única respuesta plausible que se me ocurre es que en aquellos años López Obrador tenía en mente ganar la elección presidencial y ahora su preocupación es otra: colapsar al gobierno espurio. En el PRD no hay diferencia alguna en relación a enfrentar con firmeza a la administración ilegítima de Calderón; pero sí en usar métodos que generen alto rechazo social y le hagan el enorme favor a la derecha de tener como adversaria a una oposición estridente y alocada, pero impotente y testimonial que tienda al aislamiento. ¿Acaso al PRD ya no le debe importar ganar elecciones?

Es verdad que Andrés Manuel López Obrador tiene el derecho de expresar su opinión a favor de algún candidato, pero no de hacer propaganda –como la hizo con la llamada carta ilegal-, de la misma manera que en el 2006 el Consejo Coordinador Empresarial podía manifestar sus filias y sus fobias, pero no contratar spots de televisión. Ambas prohibiciones salvaguardan la equidad en la contienda. Además, como presidente legítimo tiene el problema de estar cayendo en lo que cuestionó y, más allá del daño a su autoridad moral, con su participación activa en el proceso está absolviendo a Vicente Fox.

Andrés Manuel midió los tiempos y buscó polarizar de nuevo el escenario nacional de cara a la elección perredista y al septuagésimo aniversario de la expropiación petrolera. En ello ha tenido un éxito indiscutible gracias a la ayuda, voluntaria o involuntaria, del propio gobierno federal. Con el agua hasta el cuello, Juan Camilo Mouriño declaró la guerra al PRD, evidenciando que hizo sus cálculos y encontró como única tablita de salvación ir al enfrentamiento. Por eso el PAN, después de titubear durante meses, decidió lanzarse con todo por la reforma energética retando al movimiento que ha puesto ese punto como el primero, fundamental e irrenunciable, de su razón de ser. Parece que, al igual que para AMLO, han visto en dicha reforma una oportunidad preciosa. Tras un año de enormes fracasos electorales, todo indica que el panismo considera la necesidad de tener una sonada victoria política y mediática para proyectarse en las elecciones intermedias del 2009. Alianzas insospechadas porque cada parte siente que puede salir airosa de la confrontación de alta intensidad que se preludia. Ciro Gómez Leyva expresó su extrañeza de que Mouriño nos regrese al 2006 (Milenio, 7 de marzo de 2008). Pero todo parece indicar que de eso precisamente se trata. Y, por lo mismo, ¿no se podría concluir que entonces al gobierno de Calderón lo que le conviene es que el PRD sea dirigido por el ala intransigente?

De paso…

Revelación. Dice AMLO que está seguro de que a Calderón no le gustaría que ganara Alejandro Encinas. Lo que no dijo es cuándo, cómo y dónde se lo preguntó ¿Será que ya se reunieron?...El antichavismo que perméa en buena parte de la opinión pública nacional tiende a justificar lo injustificable: la intervención armada unilateral de un país en territorio de otro. No le creo a Álvaro Uribe, pero aún cuando todo lo que aduce fuera verdad, y efectivamente haya encontrado pruebas para sustentar sus temerarios dichos en la computadora de Raúl Reyes, tampoco eso vale para hacer lo que hizo. Aquí no se puede titubear. La política internacional de México debe ser tajante en la condena a todo intento de hacer justicia por propia mano, máxime teniendo de vecino al país más poderoso del mundo, al cual le seduce de sobre manera esa posibilidad. No permitamos que se abra la puerta para que a países de América Latina se le de el trato que recibe cotidianamente la franja de Gaza… Reviven necedades contra la Universidad Nacional Autónoma de México. Atacar a la máxima casa de estudios porque algunos de sus estudiantes se encontraban en un campamento guerrillero es absurdo. Es obvio que institucionalmente no hay ninguna vinculación con las FARC u otras fuerzas armadas de dentro o fuera del país. Y también es obvio que sería el peor de los contrasentidos que en sus aulas se constituyera una policía ideológica…En lugar de culpar a la UNAM por la seducción que la guerrilla mantiene en sectores de la juventud, se debiera reflexionar por las condiciones desgarradoras de injusticia que perviven en el país y las deficiencias de nuestro sistema político…Hagan sus quinielas: ¿Cuántos días le quedan a Juan Camilo Mouriño en la Secretaría de Gobernación?... Buen triunfo de la izquierda en España. Cuatro años más para Zapatero. ¡En hora buena!... ¿Quién lo dijera? Los que hicieron a un lado al partido y construyeron estructuras paralelas; los que sostienen que los perredistas no son dignos de confianza y son proclives a venderse; los que no dejaron que los cuadros partidarios conformaran la estructura electoral en el 2006 y acabaron dejando vacías las casillas. Esos que desprecian al PRD, ahora dicen que van a dirigirlo. ¿Ya lo veremos?... También hay que reconocer lo bueno y, en este caso, lo muy bueno: AMLO disipó dudas e hizo un gran aporte a la unidad al manifestar con toda claridad que no saldrá del PRD si Jesús Ortega gana el próximo domingo. ¡Bravo Andrés Manuel! ¡Bravo!...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Independientemente de quién gane este domingo, lamentablemente la izquierda mexicana seguira siendo una guarida de expriistas renegados con pesimos antecedentes (algunos) ¿habria alguna manera de reinventar una izquierda digna de los miles de mexicanos que han dado su vida por ideales de igualdad y solidaridad sin que en ella formen parte los verdugos de aquellos desaparecidos? es solo una pregunta
suerte el domingo
Politico Anonimo