jueves, 27 de marzo de 2008

EL SECUESTRO DE LOS CÓMPUTOS

Si los cómputos no se han culminado es por la perversa manía de subordinar toda consideración, por trascendente que sea, a una estrategia mediática. Parece que no hay realidad más importante para el político que la realidad virtual transmitida a través de los medios de comunicación. La lucha es por la percepción, que los ciudadanos crean lo que uno quiere, con independencia de que sea cierto o no. Por eso, aún a costa de que la imagen del PRD se siga deteriorando a medida de que trascurre la incertidumbre, se ha preferido impedir los cómputos a que éstos arrojen un resultado diferente a lo establecido con antelación. Esa misma consideración es la que llevó a una empresa, (T)IMO, a falsear su base de datos y también a detener intempestivamente el PREP. Lo único que importa, la razón por la que incluso vale la pena poner en riesgo la elección y el futuro del partido y la unidad de la izquierda es que bajo ninguna circunstancia aparezca Jesús Ortega como triunfador, así sea de manera preeliminar.

Y es que, si eso llegara a ocurrir, temen que la lectura en los medios de comunicación sea que Andrés Manuel López Obrador fue derrotado y, dicen sus colaboradores más cercanos, tal golpe lo debilitaría frente al gobierno en su lucha por la defensa del petróleo; esto demuestra que siempre se puede encontrar alguna buena razón para justificar el no cumplir con la norma y llevarse entre las patas al partido de izquierda más importante del país. Entonces, el error de AMLO de apoyar a un candidato no sólo enrareció, afectó la equidad y polarizó la elección –además de dejarlo personalmente anulado para ser factor de unidad en este momento de crisis- sino que también, en los hechos, tiene paralizado el proceso en virtud de la eventualidad, cada vez más probable, de que los resultados del cómputo no favorezcan a su candidato.

Sólo desde esa perspectiva es que se puede entender que un proceso sencillo, como es el del cómputo, que se trata básicamente de sumar y que sólo en tres causales – actas que no coincidan, error de cómputo evidente y alteración del acta- pueden abrirse los paquetes, lleva más de una semana sin concluir siquiera una de las seis elecciones que se realizaron el 21 de marzo. Sin embargo, para evitar que salga Jesús Ortega adelante del recuento se quiere llevar a cabo un cómputo sui generis sin sustento en la norma en la que de facto el Comité Técnico Electoral se adjudique atribuciones del órgano jurisdiccional y anule en caliente casillas a petición de las partes –una de ellas- sin mediar juicio alguno y basándose en la presión política.

El punto es que, en lugar de esperar al momento oportuno para que la Comisión Nacional de Garantías y Vigilancia cumpla con su facultad estatutaria y después, si no se está conforme, recurrir al Tribunal Federal Electoral para determinar cuáles votos valen y cuáles no, se busca la supresión prematura de sufragios que un candidato presume ilegítimos y, para lograrlo, toma como rehén la continuidad del proceso. Por supuesto, el resultado no es definitivo hasta que se agoten las instancias de calificación, pero, como dijimos, lo que predomina es el interés mediático de ser percibido como el ganador y evitar, a toda costa, que se pueda siquiera tener la más leve sospecha, la lectura más suave que infiera tibiamente, que el principal líder de la oposición haya sido vencido en su propio partido.

Por tal razón, se puede llegar al absurdo de querer anular la elección mediante el falaz y tramposo argumento de que para salvar al líder es necesario hundir al partido, tal como aconteció en 1999. Es verdad que hubo irregularidades, violencia e incluso descarado fraude en algunas casillas y que el encono y el resultado cerrado de la elección han permitido que se extienda la percepción en la opinión pública de que “el cochinero” es generalizado. Pero no es correcto que decisiones que deben ser estrictamente jurídicas se tomen como resultado de la presión mediática. Si aceptáramos eso, sería darle el tiro de gracia a la imperiosa necesidad que se tiene de fortalecer la vida institucional del PRD y fomentar la perversa costumbre de dirimir los conflictos internos a través de los medios de comunicación. Por eso, la elección debe caerse si, y sólo si, existen los méritos jurídicos para ello. De lo contrario debe respetarse el resultado y cerrar filas en torno al vencedor, en el entendido de que todos tienen un espacio y un papel que jugar en el partido.

Sería sano para el PRD, y lo reposicionaría frente a la sociedad, el que se respetara el procedimiento y la norma, que se buscará un mecanismo de legitimación del nuevo dirigente –que sólo puede ser mediante la transparencia- se sancione a los responsables de los actos indebidos y se promueva un gran acuerdo político que incluya, además de los candidatos y las corrientes que los apoyaron, al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador en el que se garantice la inclusión y la impostergable transformación del partido y de sus procesos de elección de dirigentes y candidatos. Por supuesto, eso necesita también de que por la calle de San Luís Potosí, esquina con Orizaba, vean el eventual triunfo de Jesús Ortega como una oportunidad para que el excandidato presidencial muestre un talante democrático y deje constancia de que es capaz de aceptar un resultado adverso cuando es en buena lid.


De paso…

Aunque usted no lo crea. En momentos de crisis, la máxima dirección política del PRD está obligada a deliberar. No para dar un golpe de mano, ni para determinar ganador, ni para asumir responsabilidades propias del órgano electoral sino para conducir al partido y tomar decisiones que le den rumbo y estabilidad en momentos difíciles, así como facilitar la labor de las instancias que están encargadas de sacar el proceso adelante. Esta decisión elemental de citar al Consejo Nacional fue calificada como “irresponsabilidad extrema” por Gerardo Fernández Noroña. Lo notable no es que sostenga absurdos, ya lo conocemos, sino que esa aseveración la haya hecho el que es, a todas luces, un irresponsable extremo… Honestidad intelectual demostró Roy Campos, el Director General de Consulta Mitofsky al expresar que “hace muy bien Jesús Ortega en no aceptar los conteos rápidos”…En la entrevista en que estuvieron Jesús Ortega y Alejandro Encinas con Joaquín López Dóriga vimos a dos políticos maduros, responsables y comprometidos con la historia y el futuro de la izquierda. ¡Lástima que no dependa sólo de ellos resolver el entuerto! ¡Lástima que Bejarano, Batres y Noroña sólo le hagan caso a Andrés Manuel!...el gobierno mexicano sigue sin condenar el asesinato de estudiante mexicanos por parte del ejército colombiano en un ataque contrario al derecho internacional en Ecuador, con independencia de la opinión que nos merezcan las FARC y sus métodos…¿Quién decidió en el FAP violar la nueva ley electoral? ¿Fue por ignorancia o para romper el cerco informativo?...

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