lunes, 28 de abril de 2008

LA DERROTA DEL CADERÓN

Felipe Calderón ya perdió. Entre más tarde en darse cuenta, peor para él. Su reforma energética está muerta, pero, si se obstina en mantenerla viva, entonces su derrota será estruendosa. El punto no es si sus adversarios han bajado puntos en las encuestas electorales o si el rechazo que éstos provocan en el grueso de la sociedad es astronómico sino saber cuántos y quiénes están dispuestos a contribuir con el incendio del país para sacar una reforma privatizadora de medio pelo que se volvió emblema de un gobierno que es incapaz de entusiasmar y no parece tener la menor idea de a dónde conducir al país. O, dicho de otra manera, la reforma no importa; es la incierta resultante del choque de dos fuerzas, cuyo escenario no son las urnas sino las calles, lo que a fin de cuentas le quitará el piso a la iniciativa más temprano que tarde. Al menos que el titular del Ejecutivo esté dispuesto a instaurar un Estado policiaco y pueda convencer a otros decisivos factores de poder que eso es necesario. Dudo de lo último.

Sigo sosteniendo que Calderón, al igual que Andrés Manuel López Obrador, ve la inminente confrontación como una oportunidad; pero mientras éste último tiene la decisión y la fuerza propia para llevar a decenas de miles a la acción directa y poner en jaque al Estado, poniéndolo en la disyuntiva de ceder o reprimir sabiendo que esto último puede significar el escalamiento del conflicto y no su solución, el otro necesita de convertir al PRI en compañero de viaje en dicha aventura, tener el respaldo de las fuerzas armadas, que los empresarios que lo impulsaron para mejorar sus negocios acepten abrir la puerta a la inestabilidad política y social por tiempo indefinido y contar, por lo menos, con el aval del gobierno de Estados Unidos que tiene una campaña electoral encima y pocas ganas de tener que lidiar con la ingobernabilidad de su vecino y el previsible desbordamiento de su extensa frontera sur.

Es verdad que se escuchan los tambores de guerra entre los panistas, que la ultraderecha afila sus cuchillos mientras le sale espuma por la boca, que el exabrupto presidencial, al más puro estilo Vicente Fox, de llamar ridículos a los legisladores del FAP no fue tal sino que se trató de una provocación premeditada para fortalecer al sector intransigente del lopezobradorismo y apostar a que el eventual endurecimiento terminara con la posibilidad del debate nacional y se pudiera imponer un expedito procesamiento parlamentario. Pero lo que todavía no cae en cuenta Calderón y su coro de la derecha rabiosa es que su oponente les cambió el tablero. El voto de castigo le tiene sin cuidado a AMLO porque se llevó el punto de definición a otra parte. Mientras el PAN piensa en cachar los réditos de la polarización en las elecciones intermedias, del otro lado ni siquiera las consideran porque no es con el sufragio como esperan desestabilizar a ese gobierno cuestionado de origen a la mitad de su mandato.

Resulta más complicado determinar quién se perfila como triunfador. No estamos en un escenario de suma cero. Recordemos que el petróleo es un asunto importante, pero se enmarca en una lucha por el poder que lo rebasa y cuyo resultado final no lo van a resolver las instituciones, pues una de las partes no sólo no las acepta sino que las combate. Es una lucha antisistémica aunque buena parte de los pertrechos se encuentren y se nutran del sistema mismo. Pero en esa lógica no hay nada mejor y más rentable que suceda lo que también quiere el facineroso de Calderón: el mayoriteo del PRIAN. No hay nada mejor que el agravio y más sobre un asunto emblemático, simbólico e identitario como lo es el petróleo para escalar el conflicto, multiplicarlo y extenderlo a todo el país.

Sin embargo, no creo que le vayan dar ese regalo a López Obrador, entre otras razones, porque el PRI no tiene nada que ganar en un escenario así y no parecería muy inteligente otorgarle un cheque en blanco al gobierno panista para reprimir a la oposición y más sobre un tema que se les complica internamente por sus resabios nacionalistas y la existencia de un sector en sus filas que no está dispuesto a que se le señale como cómplice de la privatización petrolera. Mucho riesgo para tan poco beneficio, exactamente la fórmula inversa con la que han navegado durante lo que va del sexenio. Por eso es que no veo que haya posibilidad alguna de que se apruebe cualquier reforma energética antes del 2009, después del proceso electoral.

Desgraciadamente se va a desaprovechar la oportunidad preciosa que significa el debate nacional para encontrar vías de fortalecimiento de PEMEX sin necesidad de privatizar. Pero cualquier cosa que se presente va a tener réplica en la calle, pues ese es, como dijimos, el objetivo. No se trata de llega a acuerdos sino delimitar campos: el de los patriotas frente al de los “traidores”. En ese sentido sobra convencer, resaltar coincidencias, delimitar disensos, negociar posibles soluciones. Por eso se entiende que el debate haya sido calificado por el líder como “vacilada”.

El PRD pagará los costos en las próximas elecciones si es que existen las condiciones políticas para que se lleven a cabo. Lo cierto es que hoy se encuentra embarcado en una aventura que no decidió. La hierba está seca y puede prenderse, pero nadie sabe lo que quede después del incendio. Así que Calderón pierde, pero ¿quién gana?


De paso…

Mañas. Los celulares blackberry hurtados por personal de seguridad de Felipe Calderón a diplomáticos de Estados Unidos en aquel país es una vergüenza para el gobierno mexicano, pero creo que lo describe muy bien…Del Pirro perredista: “otra victoria como la de la toma de las tribunas y en el 2009 perdemos el registro”…Todo el problema de la aprobación fast track del Estatuto de Gobierno se debe a una penosa omisión. Los que acordaron las reformas constitucionales en materia electoral: estas modificaciones no aplicarán en las entidades gobernadas por el PRD…Lo que sí es mala onda es que se hayan saltado a la Comisión del Distrito Federal en la Cámara de Diputados, pues era una oportunidad preciosa para que por fin su presidente, el diputado Gerardo Villanueva, conociera a los integrantes de la misma…Indignados, algunos legisladores perredistas claman venganza y anuncian expulsiones a los que posibilitaron esos cambios porque argumentan el PRD no podrá tener más de 40 diputados en la ALDF. Que nunca haya tenido ese partido más de 38 es algo que los tiene sin cuidado…Pero como insiste Alejandra Barrales en estrenarse expulsando a inconsecuentes, quizá podría revisar si se encuentra en el programa del PRD la privatización de las vías terrestres y la construcción de avenidas exclusivas para ricos…

lunes, 21 de abril de 2008

2006 RELOADED

Sin pacto de por medio y por distintas razones, Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón tienen una coincidencia estratégica: regresar al país a la polarización de la elección presidencial y de sus secuelas postelectorales del año 2006. La reforma energética -efectivamente entreguista, privatizadora y anticonstitucional- es sólo el detonante y primer escenario de dos lógicas que en su enfrentamiento la rebasan.

Estamos ante una confrontación más que anunciada y, por lo tanto, nadie puede llamarse a engaño. AMLO lanzó el reto y alertó a sus seguidores desde la fundación de la Convención Nacional Democrática. El bloqueo del Congreso estuvo desde ese entonces sobre la mesa y en los últimos meses se calentó el ambiente con los amagos de cerrar carreteras, tomar aeropuertos y la presentación de las brigadas femeniles, bautizadas después como Adelitas, que ya, por cierto, entraron en acción. Es de suponerse que el titular del Poder Ejecutivo previó los escenarios antes de tomar el guante –aunque parezca desmentirlo su reacción torpe, lenta y titubeante-, pero lo que resulta indudable es su lenguaje polarizante que recuerda al que usó durante la campaña presidencial. Todo indica que ambos van en la ruta de la colisión y ninguno se va a hacer a un lado.

Sólo así puede explicarse que Calderón arriesgue ni más ni menos que la gobernabilidad del país y acceda a darle nuevamente centralidad a su archiconocido opositor por una iniciativa que aunque abre la puerta a negocios privados en funciones que la Constitución tiene reservados para el Estado es francamente de medio pelo y se quedó muy por debajo de lo que perfilaba el spot del tesoro en el fondo del mar, el cual hablaba de asociaciones y sugería los contratos de riesgo. Es evidente que el descafeinar la propuesta se debió a la necesidad de garantizar el apoyo del PRI, pero la correlación costo-beneficio haría poco aconsejable llevarla a término a menos que exista otro propósito, más allá de la aprobación de esa controvertida reforma.

De la misma manera, no se puede entender el descarado desprecio por la opinión pública, la toma anticlimática, unilateral y (casi) gratuita de la tribuna –nunca existió la posibilidad real del fast track- y su forzada prolongación, así como el cerco al Senado y la intención por escalar el conflicto si no se piensa en que hay otras razones más allá del detener a toda costa una iniciativa privatizadora y contraria al interés nacional, más aún teniendo en cuenta que el procedimiento legislativo ni siquiera ha comenzado y se tiene enfrente un debate nacional antes de que sea discutido cualquier dictamen en comisiones. Eso explica también que se hable con indolencia de pagar “costos electorales” y se haya optado por una estrategia de desgaste cuando la causa de la defensa del petróleo es popular y podría traer beneficios y generar amplios consensos sociales. Y es que lo que no se quiere es entrar en la lógica legislativa que acerca las posiciones, eliminando lo inaceptable y retomando propuestas para mejorar la iniciativa, pues eso legitimaría, aún votando en contra, la aprobación de la reforma. Al igual que Calderón, AMLO no ve al petróleo como la razón última y fundamental de la batalla que ya se está librando. Lo mismo podemos decir del PRI que es experto en sacar la mayor rentabilidad posible de la polarización y en eso anda.

Ahora bien, no es difícil colegir que el cálculo de Calderón es capitalizar el conflicto a favor de su partido en las urnas el próximo año tras los ostentosos fracasos electorales que ha tenido después de aquel mítico 2 de julio del 2006 y buscar un logró resonante para su gobierno que ha sido francamente gris y mediocre. En cambio, es claro que la apuesta de López Obrador es definir el futuro del país en las calles. En peores condiciones, pero con una causa justa y sentida por un gran número de mexicanos, se apresta a profundizar la estrategia de confrontación que usó en el movimiento postelectoral. Es posible que haya cavilado que en ese entonces pudo haber colapsado al régimen si, como ha sostenido de manera reiterada y exultante Porfirio Muñoz Ledo, en lugar de plantones se hubieran llevado a cabo acciones más extremas, sin dejar de ser pacíficas, que evitaran el funcionamiento de las instituciones. Lo que resulta evidente es que no está pensando en generar simpatías que eventualmente se manifiesten en procesos electorales.

Si lo que se busca es escalar el conflicto y que crezca y se extienda la inconformidad en la sociedad –lo que hay ahora no es ni de cerca un movimiento social, en todo caso lo que vemos es el aparato movilizado- entonces lo que se necesita son agravios, no soluciones ni acuerdos, así sean éstos victorias innegables. Nada mejor que el mayoriteo descarado del PRIAN privatizando el petróleo para convocar a la insurrección de las masas en nombre de la patria. Por eso la estrategia no busca facilitar acuerdos ni sumar a sectores del PRI a la causa. En ese sentido, la acción primordial debe ser fuera y no dentro del Congreso y por lo mismo nada mejor que obligar a los otros a decidir solos y cargar el costo, evitando las tentaciones negociadoras de legisladores del PRD que creen que su función es hacer trabajo parlamentario para sacar adelante leyes en lugar de oponerse y diferenciarse por consigna para no servir a la legitimación del régimen. Para AMLO el petróleo es importante, pero derrocar al usurpador lo es más.

Estamos regresando a un 2006 recargado en el que, pese a lo que se dice, el petróleo es secundario y se impone la lucha facciosa por el poder. Felipe Calderón le concedió la revancha Andrés Manuel López Obrador y ambos se prestan a un combate sin cuartel que puede hacer palidecer a la enconada sucesión presidencial que protagonizaron. El delirante y rabioso spot que compara a AMLO con Hitler, Mussolini, Pinochet y Huerta puede ser sólo el prolegómeno de lo que viene. Y mientras tanto el PRI presto a sacar ventaja de la situación. El gran olvidado y, muy probablemente, damnificado de la situación es el país. Por eso resalta tanto la posición de Cuauhtémoc Cárdenas que está viendo al petróleo como recurso estratégico para el desarrollo sin subordinarlo a intereses mezquinos. Para él, la reforma energética no es oportunidad para el negocio ni pretexto para saldar cuentas pendientes.


De paso…

Década. Se cumplieron diez años de la muerte del poeta, del gran hombre de letras, pensador y personaje insustituible del siglo XX mexicano, Octavio Paz. Recordarlo nos lleva necesariamente a reflexionar sobre el país, el mundo, múltiples dilemas humanos, sentimientos, pasiones, prodigios. Y también sobre el intelectual y sus compromisos. Por eso quiero recordar lo que consideró el nóbel al final de su vida como el gran reto que tenía la humanidad después de la guerra fría: “combinar la libertad del liberalismo con la justicia del socialismo”…Álvaro Uribe, presidente de Colombia, demostró que su cinismo es infinito. Vino a culpar a las víctimas del cobarde asesinato de estudiantes mexicanos que su ejército cometió en un ataque ilegal. La UNAM lo puso en su lugar…El Tribunal Electoral sobreseyó el recurso de Jesús Ortega sobre el cómputo, pues consideró que se había quedado sin materia en virtud de que la Comisión Nacional de Garantías “rectificó” con su resolución del 11 de abril, dándole la razón al quejoso. Sin embargo, dicha resolución no se ha aplicado, ya que como último recurso para evitar su cumplimiento renunció Edmundo Cansinas, ¡otra vez!, Cansino, obligando a Arturo Núñez a hacer lo mismo. De cualquier manera, la CNG está obligada a hacer que se cumpla dicha resolución y más aún después del aval del tribunal…El secuestro de los cómputos y la posibilidad de que no se cuenten siquiera los votos de Congreso y Consejo nacionales, además de su imposibilidad de parecer imparcial e institucional, complicaron la prórroga del mandato de Leonel Cota…

miércoles, 16 de abril de 2008

LA DIFERENCIA ES EL MÉTODO

La diferencia es el método, pero esa no es una diferencia menor. Si algo distingue a las diversas concepciones de la izquierda es precisamente lo que consideran adecuado para conseguir ciertos objetivos que suelen ser los mismos o muy parecidos. Por décadas, la corriente dominante en el movimiento comunista sostenía sin pudor la fórmula jesuítica de El fin justifica los medios. El cataclismo del llamado “socialismo real” demostró, entre otras cosas, que ese cinismo moral sirvió para encubrir la negación de los altos ideales que inspiraron a millones de hombres y mujeres a dar la vida por la revolución socialista y en cuyo nombre se edificaron esas sociedades pervertidas. La historia tiene muchos ejemplos así, en los que una causa justa sostenida por medios que no lo son acaba por volverse su contrario. Por eso prefiero la frase de Albert Camus: Los medios justifican el fin.

En ese sentido es que manifiesto mi total discrepancia con la toma de la tribuna, pues se trató de una acción unilateral, prematura, casi gratuita, de plano contraproducente y que no concuerda con los objetivos planteados ni con los principios que dicen sostener sus promotores. El evento hay que verlo tanto con los lentes de la eficacia como los de la congruencia y, en ambos casos, no resisten el más mínimo examen. No pretendo instaurar como un dogma, sería absurdo, el que nunca, bajo ninguna circunstancia, debe tomarse la tribuna del Congreso. Lo que sostengo es que las medidas extremas son para situaciones igualmente extremas, que para hacer uso de ellas se necesita la existencia de un agravio que explique el comportamiento asumido y sea claro para la sociedad. Además, que deben medirse las consecuencias, valorar la correlación de fuerzas, manejar los tiempos, tener la capacidad de explicar las razones apremiantes que llevaron a hacer lo que se hizo, no quemar pólvora en infiernitos –los momentos culminantes están por venir- y demostrar que lo que se busca es retomar la vida democrática que había sido desviada. Pero, en definitiva, no es el caso en ninguno de los puntos.

No hay duda que las iniciativas de Felipe Calderón son violatorias de la Constitución e innegablemente privatizadoras. Por ello, todos comparten en el PRD la convicción para combatirlas con toda energía y, más allá de las discrepancias de método, se acepta y promueve que el tema, por el carácter estratégico del sector energético, sea materia de un debate nacional plural, abierto y de alto nivel; no una simulación para validar decisiones ya tomadas. Pero para conseguir esos objetivos se necesita, no sólo convicción y entereza, sino también actuar con inteligencia.

La principal fortaleza de la izquierda, en relación con el petróleo, es que, además de tener la historia y la cultura de su lado, cuenta con argumentos y propuestas serias que no temen ser confrontadas. Por eso extraña que se acuda, de entrada y primordialmente, al expediente de la presión política en vez de favorecer el convencimiento y buscar influir favorablemente en buena parte de la opinión pública, acrecentar el apoyo social, facilitar la implementación de una amplia política de alianzas e incluso lograr que otras fuerzas se sumen o, al menos, se rompan. Y existen todos los elementos para construir ese escenario propicio para la izquierda que, llegado el caso, pudiera dar cabida a acciones más contundentes, pero la anticlimática toma de tribuna fue un autogol –ni siquiera estaba aprobada formalmente un calendario de debates. Ahora hay un ambiente adverso que se hubiera podido evitar y que hay que superar. Todo por romper una regla elemental del movimiento social: primero acumulas fuerza y luego tensas, no al revés.

Por elemental dignidad los legisladores debieran discutir y decidir, en consulta con los órganos de dirección de su partido, las acciones a seguir en reunión de su grupo parlamentario y no recibir línea y acatar órdenes telefónicas. Pero más allá de eso sería conveniente que se preocuparan por generar simpatías en la sociedad y no rechazo, que entiendan que esta lucha puede ser popular y que es absurdo resignarse a aislarse y pagar costos electorales. Y eso pasa por no aceptar que el PRD y sus instancias sean suplantados por arengas y mítines en plazas públicas.

No basta con tener una causa justa. Se requiere también de que los medios para luchar por ella sean también justos. Por eso, es inaceptable que el grueso de los dirigentes y legisladores del PRD sean acorralados mediante situaciones de hecho y luego se tenga que sacar al buey de la barranca. Quizás la premura se deba al deseo de que el movimiento en defensa del petróleo logre imponer a un presidente del PRD por encima de los votos de sus militantes. Si así es, lástima porque lo que está en la mesa es muy trascendente como para que se juegue en aventuras y caprichos personales. Así se construyen derrotas.


De paso…

Fraude patriótico. Cuando ya estaba todo listo para reanudarse el cómputo nacional de la elección perredista, el comisionado Edmundo Cansinas, perdón, Cansino, lo detuvo con el último recurso que le quedaba, ahora que el resolutivo y la aclaración de la Comisión de Garantías establecían que el conteo se tenía que hacer cumpliendo escrupulosamente con lo estipulado en el artículo 98 del reglamento. Así que presentó su renuncia y obligó a Arturo Núñez a acompañarlo. El objetivo del despropósito que amenaza con dejar al PRD no sólo sin presidente y secretario general sino también sin órganos de dirección –entrar en el mar embravecido de la crisis sin barca ni remos para sortearla- es que se realice un bodrio jurídico que permita computar y calificar en un solo evento por la comisión jurisdiccional, la cual se volvería juez y parte del conteo. Falta ver si la CNG se presta a algo tan burdo y torpe. Lo dudo. Pero al margen de ello, no se puede eludir la raíz del problema: el veto que AMLO tiene sobre Jesús Ortega, el cual “justifica” con la necesidad de no aparecer como derrotado, lo cual lo debilitaría frente al gobierno en la lucha sobre la defensa de PEMEX. Es decir, estamos ante la pretensión de realizar un vulgar fraude patriótico…La despenalización del aborto aprobado por la ALDF entró a discusión de la Suprema Corte. Lo que ahí se resuelva es de suma trascendencia, no sólo porque el tema lo es sino porque sus implicaciones son aún mayores: la definición y los límites del carácter liberal del Estado mexicano…El América sigue en el último lugar del campeonato. ¿Quién puede quitarme la sonrisa?…

miércoles, 9 de abril de 2008

NUEVA CARTA A AMLO

9 de abril de 2008

Lic. Andrés Manuel López Obrador
Presidente legítimo de México


P r e s e n t e



Compañero Andrés Manuel:


El futuro del país está en juego con la llamada reforma energética y, mientras tanto, nuestro partido está sumido en la peor crisis de su historia. Me preocupa que, en lugar de mostrar visión de Estado y plantear la necesidad de acumular fuerzas y construir mayorías para defender, fortalecer y transformar a PEMEX para garantizar que el petróleo y su renta se mantengan como bienes de la nación y sirvan para su desarrollo, antepongas el interés faccioso de anegar las instituciones para favorecer la caída de un gobierno que consideramos ilegítimo. Y también me preocupa lo que está sucediendo con el proyecto partidario más importante de la izquierda mexicana y la evidente e innegable responsabilidad que tú tienes en ello. Estás a punto de convertirte en el enterrador del PRD.

No comparto la estrategia que es has planteado en diversas plazas para detener la privatización, pues considero que impedir el funcionamiento del Poder Legislativo y, eventualmente, cerrar calles, avenidas, carreteras y aeropuertos nos desgasta, aísla y confronta con sectores de la sociedad que deberíamos preocuparnos por sumar a la causa.

Tampoco comparto que hayas intervenido antes, durante y después de la elección del PRD para tratar de sacar adelante a tu candidato o, para decirlo con mayor claridad, para impedir a toda costa que se reconociera el triunfo del que no lo era. Todos somos corresponsables de la crisis, pero el veto que ejerces contra Jesús Ortega no sólo enrareció el proceso de principio a fin sino que nos llevó al cómputo más largo que se tenga memoria y ha impedido su culminación.

Me hubiera gustado plantearte mis puntos de vista de frente y en persona, pero en todo momento has preferido decidir sobre la estrategia política del partido desde tus propias oficinas, en reuniones con el presidente formal, en lugar de acudir a los órganos de dirección. Lo que con tanto tino denunciaste como República Simulada, es decir, la subordinación de las instituciones a los poderes fácticos, lo has reproducido en el seno del movimiento.

En el centro de la disputa y de tu decisión de no aceptar ningún resultado adverso está la diferencia que existe en torno a la línea política y que se manifiesta de manera contundente en la discusión acerca de cómo defender a PEMEX. Nadie se opone a realizar acciones de resistencia civil si resultan necesarias, pero me parece un contrasentido que se profundice en una estrategia que no nos funcionó para conseguir una demanda tan justa y elemental como el recuento de los votos. Cerrar Reforma fue un error que todavía no acabamos de pagar y ahora pretendes tomar aeropuertos.

¿Por qué no mejor recurrir al tipo de resistencia civil que nos dio tan buenos resultados frente a la canallada del desafuero? En tu discurso del Zócalo, el 8 de abril de 2005, dijiste lo siguiente: “La estrategia de nuestros adversarios supone que caeremos en la trampa de tomar medidas radicales que asusten a la gente y perdamos el respaldo popular que hoy tenemos… Hoy les pido encarecidamente que no hagamos nada que pueda propiciar el enfrentamiento y que afecte intereses de terceros. Pero quiero ser aún más preciso: nada de bloqueos de calles o carreteras; nada de tomar instalaciones públicas o privadas. Nada que signifique actuar como tienen estudiado y previsto nuestros adversarios”. Al terminar el discurso fuiste a la Cámara de Diputados y ganaste el debate. La votación que siguió, el mayoriteo que se impuso, llenó de vergüenza a los que lo llevaron a cabo y quedaron exhibidos ante la sociedad. Las movilizaciones multitudinarias y pacíficas, así como las muestras de repudio que se multiplicaron con las directrices que tú diste en ese entonces, lograron echar abajo esa medida impopular. Insisto, ¿por qué no hacer lo mismo ahora?

En ese momento tenías la necesidad de no perder respaldo de cara a la sucesión del 2006. De la misma manera, me parece que ahora el PRD necesita mantener y, en lo posible, acrecentar su competitividad electoral. Por cierto, tu reciente desdén por la opinión de los sectores medios, ¿no responde a que ya no ves a la vía electoral como la única legítima para acceder al gobierno? Entiendo que después del fraude y la imposición del titular del Poder Ejecutivo haya motivos de sobra para ser férreo crítico del sistema político, pero eso no debiera llevarnos a tratar de que sea en las calles, y no en las urnas, donde se dirima quién gobierna y quién no. Está abierto el camino de las reformas, tal y como lo demuestra la que hace poco se aprobó en materia electoral y que fue promovida, discutida y aprobada precisamente por el mismo Poder que hoy no quieres dejar que funcione.

En lo que respecta al PRD, lo descompusiste todo. Además de emular a Vicente Fox al intervenir en el proceso a favor de un candidato, denostar al otro y violentar la norma, inoculaste odio entre compañeros. Si de por sí es lamentable calificar a los que discrepan de nosotros en materia energética como “traidores a la patria”, hacer ese tipo de señalamientos a los que comparten un mismo proyecto político es igualmente atroz, pero con el agravante de ubicar al enemigo en casa. Debes tener cuidado con las palabras, pues algunas de las que utilizas, o alientas para que tus incondicionales las usen, son una invitación al exterminio, aunque insistas en que el movimiento es pacífico. ¿Qué se hace con un “traidor”?

Con el pretexto de que el triunfo de Jesús Ortega, así sea preliminar, daría pie a que se leyera en los medios de comunicación como una derrota tuya, lo cual te debilitaría en la lucha en defensa del petróleo, se hicieron una cantidad de barbaridades para tratar de cambiar el resultado y, mientras eso no fuera posible, secuestrar el cómputo. Generar reglas nuevas para contar los votos después de efectuada la elección es, sin duda, un acto golpista y también una forma de hacer fraude. Una doble imposibilidad, la de cumplir con esa pretensión por la oposición de Nueva Izquierda y la de realizar el cómputo de acuerdo al reglamento de elecciones por tu oposición a ello, llevó a la Comisión Técnica Electoral a dar por concluida su labor en el ámbito nacional.
Es increíble que frente a todo esto esperes amarrarle las manos a Ortega y quieras que él mismo se cierre el camino del Tribunal Electoral. En pocas palabras, lo que buscas es que te ayude a que lo acabes. Para obligarlo piensas hacer uso de la presión callejera con la movilización del 12 de abril, del chantaje moral calificando de “calderonista” a esa institución y de la amnesia para olvidar que Alejandro Encinas fue el primero en recurrir al Trife.

La situación se ve cada día peor y no se percibe ninguna voluntad de conciliación. Lo más grave de la crisis es que no hay visos de salir de ella. El acuerdo elemental debiera partir del cumplimiento estricto de la legalidad como preámbulo para discutir seria y serenamente cómo convivir en la diversidad después de los agravios. Para ello sería indispensable que aceptes el resultado -aunque te sea adverso-, te comprometas con los acuerdos de una mesa amplia, termines con la simulación de hacer cómo que no estás metido y te importe realmente la unidad. Pero no veo nada de esto. La verdad es que no hay nadie más beligerante en el partido que tú.

Algunos de tus allegados sostienen que debes ser intocable y que cualquier crítica que se haga a tu actuación es “hacerle el juego a la derecha”, usando la misma lógica con la que antes se defendía al “socialismo real” alegando que cuestionarlo era servir al imperialismo. Espero que tú no compartas esa idea tan atrasada y valores más las voces críticas que al séquito de aduladores que sólo te dicen lo que quieres oír. Porque además no basta que repitas hasta el cansancio que tienes autoridad moral para hacerte inmune a los cuestionamientos. El político está a prueba todos los días y hoy los perredistas tenemos la responsabilidad de salvar al partido más importante que ha sido capaz de construir la izquierda en México, a pesar de que a su principal líder y símbolo no le interese.

Sin más, quedo como siempre a tus órdenes y recibe mis consideraciones.



A t e n t a m e n t e



Fernando Belaunzarán
Secretario de Formación Política del CEN del PRD

lunes, 7 de abril de 2008

EL VETO

El insólito retraso de resultados es el síntoma más elocuente de la crisis por la que hoy está pasando el PRD. La elección, lejos de haber servido para superar las diferencias, ha ahondado el encono y polarizado las posiciones, llevando al partido más importante de la izquierda mexicana al borde de la ruptura. Y es que, al proceso electoral enrarecido por la intervención del presidente legítimo, hay que agregar el absoluto rechazo de éste a aceptar cualquier resultado que le sea adverso, así sea de carácter preeliminar. Pero más que la idea de ganar a como dé lugar, lo que ahí prevalece es la pretensión descarada de evitar a toda costa el triunfo del adversario. Para decirlo directo y sin eufemismos, existe un veto contra Jesús Ortega promovido por Andrés Manuel López Obrador.

Parece mentira que el que sufrió un veto de tal calado que estuvo a punto de ser inhabilitado para contender por la presidencia de la república mediante un indigno desafuero, ahora sea el que, sin ningún respeto por la legalidad, pretenda cerrarle el paso a un compañero de partido que, por cierto, fue su Secretario General y Coordinador de Campaña. Pero, a decir verdad, esa no es la única paradoja ni la única semejanza que la actuación del político tabasqueño guarda con el que fuera su Némesis, Vicente Fox, al que, por cierto, ya no podrá llamarle “traidor a la democracia” sin escupir al cielo. A lo mejor algún día nos dará una explicación del por qué actúa de manera caudillista a riesgo de fracturar al PRD, debilitar la lucha en defensa del petróleo y poner su autoridad moral en entredicho. Pero, a falta de mejor respuesta, todo indica que ha sido la obsesión de controlar, el deseo de imponer y disponer, la frenética lucha del poder por el poder.

El partido que lo hizo candidato dos veces al gobierno de Tabasco, que lo eligió presidente nacional, que lo respaldó para ser jefe de Gobierno de la Ciudad de México, que siempre lo ha apoyado, aún en los momentos más difíciles, no merece el daño que le está causando por querer imponer de presidente a un incondicional, al margen de los votos de la militancia. Por eso no resulta ocioso preguntarse qué le ha pasado al ex candidato presidencial. Resulta evidente que ya no es aquél que transmitía esperanza, que entusiasmaba a hombres y mujeres de todos los estratos sociales a lo largo y ancho del país. Ya no es el candidato de los quince millones de votos; ni siquiera es alguien que genere unidad al interior de su partido. Al contrario, ahora transpira odio y resentimiento, es visto con desconfianza por muchos de sus correligionarios y se olvida de la fuerza de la razón para amenazar con la sinrazón de la fuerza. Por ello es que ya no suma, divide y resta; no genera simpatías, las pierde.

López Obrador es, sin duda, un líder que impulsó a la izquierda a una votación histórica y nadie debería regatearle sus méritos; pero después del 2 de julio del 2006 se transformó en un político irasible, estridente, polarizante, poco constructivo y muy predecible. Por eso mismo ha contribuido al declive electoral del PRD, a debilitar la lucha en defensa del petróleo y a fomentar la división de la izquierda. Por ello es que vale la pena preguntarse dónde está aquel Andrés Manuel que cautivó a gran parte del país, que revirtió el desafuero sin afectar a terceros y que arañó la presidencia de la república. Por es que me permití hacer uso de un recurso retórico y preguntarme, durante la presentación de libro del autor de estas líneas, Desde la izquierda. Herejías políticas en momentos decisivos, algo similar a lo siguiente: ¿Y no será que hubo un complot y nos lo cambiaron, que al que estamos viendo hoy, amagando con cerrar carreteras y aeropuertos, provocando la mayor crisis del PRD en su historia, es sólo un impostor?

A diferencia de lo que piensan en el círculo lopezobradorista, estoy convencido que cercar el Congreso de la Unión y otras acciones similares no ayuda a detener las ansias privatizadoras de la derecha. Al contrario, le dan la perspectiva del desgaste y aislamiento de su adversario, tal y como sucedió con el cierre de Reforma. Si a AMLO no le interesa la reacción de la opinión pública ante esas acciones, al PRD sí, pues necesita reivindicar su imagen para ser competitivo electoralmente y no perder su peso político en los estados y, en el próximo año, en las elecciones federales. La lucha contra el desafuero demostró que no se requiere afectar a terceros ni boicotear instituciones para luchar con eficacia. En efecto, la experiencia reciente nos dice que las llamadas acciones radicales terminan por ser contraproducentes.

Quizá el problema esté en el sueño guajiro de Porfirio Muñoz Ledo que ha reiterado una y otra vez que con unos cientos de miles en las calles se puede colapsar al gobierno ilegítimo y conseguir, con un amplio movimiento social, la caída del régimen y la renovación de las instituciones en lo que él califica como “revolución de terciopelo”, para hacer el símil con el Portugal de los 70’s y algunos países de la Europa del Este al terminar su ciclo prosoviético. Sea ese o el de repetir el recorrido de Evo Morales en Bolivia, lo cierto es que existe un desplazamiento y ya no se considera, desde esa perspectiva, a la vía electoral para acceder al poder como la única admisible. Eso es lo que explica la polarización que existe en el partido del sol azteca y el vergonzoso veto de Andrés Manuel López Obrador a una dirección encabezada por el sector moderado. Alguien debiera recordarle que forzar en la mesa cambiar los resultados oficiales es pretender hacer fraude. Lo que sí hay que reconocerle a AMLO es que, en su obsesión por destruir al gobierno de Felipe Calderón, por lo pronto ya está logrando destruir al PRD.


De paso…


Agradecimiento. Desde aquí doy las gracias a todos los que han recibido bien la reciente publicación de mi libro, en especial a Ruth Zavaleta, Víctor Hugo Círigo, Ernesto Priani y Verónica Juárez que me acompañaron en el presidium durante su presentación y aprovecho para exonerarlos de toda responsabilidad de lo ahí vertido or el autor. Ahora sí que cada quien sus herejías… Pregunta: Cuánto tarda Alejandro Encinas en romper los acuerdos a los que llega en la llamada mesa política presidida por Marcelo Ebrard y Leonel Godoy. Repuesta: Depende de cuánto tarde en comentárselos a AMLO… El Consejo Nacional del PRD se reunió, sesionó y resolvió en el ámbito de sus facultades. En las crisis, los dirigentes deben dar la cara y asumir sus responsabilidades, en lugar de ir a visitar ballenas a Baja California Sur…

domingo, 6 de abril de 2008

Carta a L. Cota

Jueves 3 de abril de 2008


Lic. Leonel Cota Montaño
Presidente del Partido de la Revolución Democrática

P r e s e n t e



Estimado Leonel:


La crisis del partido nos está poniendo a prueba. Somos la dirección de un PRD confrontado consigo mismo que vive el momento más crítico de su existencia. Por lo mismo, no podemos eludir nuestra responsabilidad y sería verdaderamente lamentable, quizás hasta trágico, que en lugar de abonar a la solución del entuerto y a la reconciliación del perredismo, contribuyéramos a ahondar las diferencias, exacerbar la polarización y profundizar la crisis. Por eso me preocupan ciertas actitudes que has tomado recientemente, mismas que me han sorprendido, e incluso indignado, porque llegué a pensar que jugarías un papel de equilibrio y sensatez dentro de la vorágine. Es obvio que me equivoqué. Con la franqueza y el respeto con el que siempre te he tratado, permíteme explicarme.

Frente al lamentable error que cometió Andrés Manuel López Obrador de intervenir en el proceso, haciendo abierto proselitismo por un candidato y violentando nuestra norma interna, se hizo de la mayor trascendencia el papel que ibas a desempeñar, pues necesitábamos a alguien que se pusiera por encima del conflicto, sirviera para dar garantías a los contendientes y pudiera, en dado caso, servir de árbitro y facilitador de acuerdos. Sin embargo, desde el día de la elección tu parcialidad ha sido evidente. No regresaré al expediente de los conteos rápidos cuestionados –Roy Campos, en una actitud de honestidad intelectual encomiable expresó: “Jesús Ortega hizo muy bien en no aceptar los resultados”- ni al cierre abrupto del PREP que recordó a la tristemente célebre “caída del sistema”. Me referiré sólo al burdo intento de torcer la ley y forzar un cómputo ad hoc para tratar de revertir el resultado del conteo y a tu inexplicable oposición a que se reúna el Consejo Nacional.

Concordamos en que se debe limpiar la elección y “no avalar” votos fraudulentos. En lo que discrepamos es que para ello sea necesario violar la norma y sacarse de la manga criterios extra reglamentarios para definir cuáles casillas se computan y cuáles no. Lo que ha generado el alargamiento del cómputo, promovido incertidumbre y desgastado al partido, es precisamente la obcecación para que se establezca un sistema de conteo sin sustento jurídico en el que se sancionen anulaciones en caliente y a la carta para ver si así puede salir victorioso de la sumatoria el candidato ungido de antemano. Resulta infame que se pretenda aplicar una normatividad elaborada después de efectuada la votación y a petición de una de las partes. No es con arrebatos justicieros, que indefectiblemente caen en la arbitrariedad, como se puede sanear el proceso y sancionar a los responsables de actos indebidos o de plano fraudulentos. Para eso está la Comisión Nacional de Garantías y, para quien así lo decida, el Trife. La justicia sin ley suele terminar en su contrario.

Implementar por la vía de los hechos una instancia hibrida que compute y a la vez califique o, como tú dices, “evalúe” las casillas antes de sumarlas es un desatino insostenible. Son dos etapas distintas que estatutariamente están a cargo de dos instancias diferentes y en cuyo correcto desahogo se garantizan los derechos plenos de los contendientes. Llevar a cabo un juicio sumario, cuyo veredicto esté atado a la presión política para acomodar resultados, no es limpiar la elección. Al contrario, sería agregarle una mancha más y de gran tamaño, pues, para decir las cosas por su nombre, se trataría de un acto golpista.

El problema es, y lo sabes bien Leonel, que existe un veto contra Jesús Ortega y que si se computa, tal y como se establece en nuestros ordenamientos, él saldría adelante. Se trata de un veto tan deleznable e injusto como el que sufrió en su momento Andrés Manuel López Obrador. Lo paradójico es que el vetado de entonces es el que veta actualmente.

Digámoslo con claridad. El retraso ha respondido a una convicción mezquina y autoritaria: si el cómputo favorece a Jesús Ortega, entonces que no haya cómputo. Y mientras tanto, apostar a que AMLO haga sentir su peso sobre los órganos internos para que se implemente una manera diferente de computar y pueda darse un resultado distinto. Tú mejor que nadie sabes que López Obrador no ha dejado de operar a favor de su candidato ni lo dejará de hacer. Pero en lugar de ser la mano que mece la cuna pudiera asumir, si es que tiene convicción democrática, la responsabilidad que le corresponde para sacar al partido de la crisis que coadyuvó a generar, en lugar de desautorizar, desde las sombras, los acuerdos a los que llega Alejandro Encinas.

Frente a este escenario, cómo puedes pedir que no se acuda al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. ¿Supones que se puede “avalar” golpear a alguien con una silla y además amarrarle las manos? Por otra parte, hay hipocresía y doble moral evidentes en ese prurito, vendido como principio, de no ir a dicha instancia jurisdiccional. En primer lugar porque el PRD no ha dejado de acudir a ella, antes y después del 2 de julio del 2006. Y en segundo lugar porque el propio Alejandro Encinas acudió a él hace apenas unas semanas para quejarse de la resolución que le ordenaba solicitar a sus simpatizantes que suspendieran la distribución de la carta ilegal de AMLO (expediente sup/jdc/223/2008) Si de verdad quieres evitar que el Trife pronuncie la última palabra, entonces garantiza la aplicación estricta de la norma. Ese, y no otro, fue el acuerdo del sábado, cuyo espíritu era destrabar los cómputos y no cambiar el resultado, lo que sería, como es evidente, una forma de hacer fraude.

En momentos de crisis es cuando deben dar la cara las direcciones. Por eso no entiendo tu negativa a la reunión del Consejo Nacional. Es evidente que no es colegio electoral y que sería una barbaridad pretender que intervenga en el cómputo, ya no digamos en la calificación de la elección. Pero quién puede negar que el PRD necesita rumbo y orden y que su máximo órgano de dirección debe fortalecer a los órganos para que cumplan bien su función y estén en condiciones de resistir a las ingentes presiones que sufren, sobre todo, del gran poder fáctico. Si el Consejo Nacional establece las directrices frente a la eventual reforma energética, toma decisiones y providencias ante el acortamiento de los plazos legales para la renovación de su dirección, proporciona las condiciones necesarias para el desahogo del cómputo y la calificación en términos democráticos y transparentes, y, muy importante, coadyuva al cumplimiento cabal de la norma, entonces habrá valido la pena su realización.

No te das cuenta, Leonel, que el Consejo Nacional puede fortalecer tu posición y arroparte para que puedas defender los intereses del partido y no únicamente los de una sola persona, por importante que sea. El fin del cómputo no es el fin del proceso. Hagamos causa común para que en la siguiente instancia se caigan todos los votos ilegítimos, independientemente del candidato al que beneficien, tal y como corresponde. Y que sea la Comisión Nacional de Garantías o el Trife los que determinen, basados exclusivamente en criterios jurídicos, si procede o no la anulación y ésta no sea resultado de la presión política o la descomposición natural que deviene del secuestro calculado de los cómputos. Pero no nos engañemos, para avanzar por el camino de la ley necesitamos convencer a nuestro amigo Andrés Manuel de que en la democracia a veces se pierde.

Sin más, te mando un abrazo y mis consideraciones.




A t e n t a m e n t e



Fernando Belaunzarán
Secretario de Formación Política del CEN del PRD