lunes, 21 de abril de 2008

2006 RELOADED

Sin pacto de por medio y por distintas razones, Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón tienen una coincidencia estratégica: regresar al país a la polarización de la elección presidencial y de sus secuelas postelectorales del año 2006. La reforma energética -efectivamente entreguista, privatizadora y anticonstitucional- es sólo el detonante y primer escenario de dos lógicas que en su enfrentamiento la rebasan.

Estamos ante una confrontación más que anunciada y, por lo tanto, nadie puede llamarse a engaño. AMLO lanzó el reto y alertó a sus seguidores desde la fundación de la Convención Nacional Democrática. El bloqueo del Congreso estuvo desde ese entonces sobre la mesa y en los últimos meses se calentó el ambiente con los amagos de cerrar carreteras, tomar aeropuertos y la presentación de las brigadas femeniles, bautizadas después como Adelitas, que ya, por cierto, entraron en acción. Es de suponerse que el titular del Poder Ejecutivo previó los escenarios antes de tomar el guante –aunque parezca desmentirlo su reacción torpe, lenta y titubeante-, pero lo que resulta indudable es su lenguaje polarizante que recuerda al que usó durante la campaña presidencial. Todo indica que ambos van en la ruta de la colisión y ninguno se va a hacer a un lado.

Sólo así puede explicarse que Calderón arriesgue ni más ni menos que la gobernabilidad del país y acceda a darle nuevamente centralidad a su archiconocido opositor por una iniciativa que aunque abre la puerta a negocios privados en funciones que la Constitución tiene reservados para el Estado es francamente de medio pelo y se quedó muy por debajo de lo que perfilaba el spot del tesoro en el fondo del mar, el cual hablaba de asociaciones y sugería los contratos de riesgo. Es evidente que el descafeinar la propuesta se debió a la necesidad de garantizar el apoyo del PRI, pero la correlación costo-beneficio haría poco aconsejable llevarla a término a menos que exista otro propósito, más allá de la aprobación de esa controvertida reforma.

De la misma manera, no se puede entender el descarado desprecio por la opinión pública, la toma anticlimática, unilateral y (casi) gratuita de la tribuna –nunca existió la posibilidad real del fast track- y su forzada prolongación, así como el cerco al Senado y la intención por escalar el conflicto si no se piensa en que hay otras razones más allá del detener a toda costa una iniciativa privatizadora y contraria al interés nacional, más aún teniendo en cuenta que el procedimiento legislativo ni siquiera ha comenzado y se tiene enfrente un debate nacional antes de que sea discutido cualquier dictamen en comisiones. Eso explica también que se hable con indolencia de pagar “costos electorales” y se haya optado por una estrategia de desgaste cuando la causa de la defensa del petróleo es popular y podría traer beneficios y generar amplios consensos sociales. Y es que lo que no se quiere es entrar en la lógica legislativa que acerca las posiciones, eliminando lo inaceptable y retomando propuestas para mejorar la iniciativa, pues eso legitimaría, aún votando en contra, la aprobación de la reforma. Al igual que Calderón, AMLO no ve al petróleo como la razón última y fundamental de la batalla que ya se está librando. Lo mismo podemos decir del PRI que es experto en sacar la mayor rentabilidad posible de la polarización y en eso anda.

Ahora bien, no es difícil colegir que el cálculo de Calderón es capitalizar el conflicto a favor de su partido en las urnas el próximo año tras los ostentosos fracasos electorales que ha tenido después de aquel mítico 2 de julio del 2006 y buscar un logró resonante para su gobierno que ha sido francamente gris y mediocre. En cambio, es claro que la apuesta de López Obrador es definir el futuro del país en las calles. En peores condiciones, pero con una causa justa y sentida por un gran número de mexicanos, se apresta a profundizar la estrategia de confrontación que usó en el movimiento postelectoral. Es posible que haya cavilado que en ese entonces pudo haber colapsado al régimen si, como ha sostenido de manera reiterada y exultante Porfirio Muñoz Ledo, en lugar de plantones se hubieran llevado a cabo acciones más extremas, sin dejar de ser pacíficas, que evitaran el funcionamiento de las instituciones. Lo que resulta evidente es que no está pensando en generar simpatías que eventualmente se manifiesten en procesos electorales.

Si lo que se busca es escalar el conflicto y que crezca y se extienda la inconformidad en la sociedad –lo que hay ahora no es ni de cerca un movimiento social, en todo caso lo que vemos es el aparato movilizado- entonces lo que se necesita son agravios, no soluciones ni acuerdos, así sean éstos victorias innegables. Nada mejor que el mayoriteo descarado del PRIAN privatizando el petróleo para convocar a la insurrección de las masas en nombre de la patria. Por eso la estrategia no busca facilitar acuerdos ni sumar a sectores del PRI a la causa. En ese sentido, la acción primordial debe ser fuera y no dentro del Congreso y por lo mismo nada mejor que obligar a los otros a decidir solos y cargar el costo, evitando las tentaciones negociadoras de legisladores del PRD que creen que su función es hacer trabajo parlamentario para sacar adelante leyes en lugar de oponerse y diferenciarse por consigna para no servir a la legitimación del régimen. Para AMLO el petróleo es importante, pero derrocar al usurpador lo es más.

Estamos regresando a un 2006 recargado en el que, pese a lo que se dice, el petróleo es secundario y se impone la lucha facciosa por el poder. Felipe Calderón le concedió la revancha Andrés Manuel López Obrador y ambos se prestan a un combate sin cuartel que puede hacer palidecer a la enconada sucesión presidencial que protagonizaron. El delirante y rabioso spot que compara a AMLO con Hitler, Mussolini, Pinochet y Huerta puede ser sólo el prolegómeno de lo que viene. Y mientras tanto el PRI presto a sacar ventaja de la situación. El gran olvidado y, muy probablemente, damnificado de la situación es el país. Por eso resalta tanto la posición de Cuauhtémoc Cárdenas que está viendo al petróleo como recurso estratégico para el desarrollo sin subordinarlo a intereses mezquinos. Para él, la reforma energética no es oportunidad para el negocio ni pretexto para saldar cuentas pendientes.


De paso…

Década. Se cumplieron diez años de la muerte del poeta, del gran hombre de letras, pensador y personaje insustituible del siglo XX mexicano, Octavio Paz. Recordarlo nos lleva necesariamente a reflexionar sobre el país, el mundo, múltiples dilemas humanos, sentimientos, pasiones, prodigios. Y también sobre el intelectual y sus compromisos. Por eso quiero recordar lo que consideró el nóbel al final de su vida como el gran reto que tenía la humanidad después de la guerra fría: “combinar la libertad del liberalismo con la justicia del socialismo”…Álvaro Uribe, presidente de Colombia, demostró que su cinismo es infinito. Vino a culpar a las víctimas del cobarde asesinato de estudiantes mexicanos que su ejército cometió en un ataque ilegal. La UNAM lo puso en su lugar…El Tribunal Electoral sobreseyó el recurso de Jesús Ortega sobre el cómputo, pues consideró que se había quedado sin materia en virtud de que la Comisión Nacional de Garantías “rectificó” con su resolución del 11 de abril, dándole la razón al quejoso. Sin embargo, dicha resolución no se ha aplicado, ya que como último recurso para evitar su cumplimiento renunció Edmundo Cansinas, ¡otra vez!, Cansino, obligando a Arturo Núñez a hacer lo mismo. De cualquier manera, la CNG está obligada a hacer que se cumpla dicha resolución y más aún después del aval del tribunal…El secuestro de los cómputos y la posibilidad de que no se cuenten siquiera los votos de Congreso y Consejo nacionales, además de su imposibilidad de parecer imparcial e institucional, complicaron la prórroga del mandato de Leonel Cota…

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