miércoles, 16 de abril de 2008

LA DIFERENCIA ES EL MÉTODO

La diferencia es el método, pero esa no es una diferencia menor. Si algo distingue a las diversas concepciones de la izquierda es precisamente lo que consideran adecuado para conseguir ciertos objetivos que suelen ser los mismos o muy parecidos. Por décadas, la corriente dominante en el movimiento comunista sostenía sin pudor la fórmula jesuítica de El fin justifica los medios. El cataclismo del llamado “socialismo real” demostró, entre otras cosas, que ese cinismo moral sirvió para encubrir la negación de los altos ideales que inspiraron a millones de hombres y mujeres a dar la vida por la revolución socialista y en cuyo nombre se edificaron esas sociedades pervertidas. La historia tiene muchos ejemplos así, en los que una causa justa sostenida por medios que no lo son acaba por volverse su contrario. Por eso prefiero la frase de Albert Camus: Los medios justifican el fin.

En ese sentido es que manifiesto mi total discrepancia con la toma de la tribuna, pues se trató de una acción unilateral, prematura, casi gratuita, de plano contraproducente y que no concuerda con los objetivos planteados ni con los principios que dicen sostener sus promotores. El evento hay que verlo tanto con los lentes de la eficacia como los de la congruencia y, en ambos casos, no resisten el más mínimo examen. No pretendo instaurar como un dogma, sería absurdo, el que nunca, bajo ninguna circunstancia, debe tomarse la tribuna del Congreso. Lo que sostengo es que las medidas extremas son para situaciones igualmente extremas, que para hacer uso de ellas se necesita la existencia de un agravio que explique el comportamiento asumido y sea claro para la sociedad. Además, que deben medirse las consecuencias, valorar la correlación de fuerzas, manejar los tiempos, tener la capacidad de explicar las razones apremiantes que llevaron a hacer lo que se hizo, no quemar pólvora en infiernitos –los momentos culminantes están por venir- y demostrar que lo que se busca es retomar la vida democrática que había sido desviada. Pero, en definitiva, no es el caso en ninguno de los puntos.

No hay duda que las iniciativas de Felipe Calderón son violatorias de la Constitución e innegablemente privatizadoras. Por ello, todos comparten en el PRD la convicción para combatirlas con toda energía y, más allá de las discrepancias de método, se acepta y promueve que el tema, por el carácter estratégico del sector energético, sea materia de un debate nacional plural, abierto y de alto nivel; no una simulación para validar decisiones ya tomadas. Pero para conseguir esos objetivos se necesita, no sólo convicción y entereza, sino también actuar con inteligencia.

La principal fortaleza de la izquierda, en relación con el petróleo, es que, además de tener la historia y la cultura de su lado, cuenta con argumentos y propuestas serias que no temen ser confrontadas. Por eso extraña que se acuda, de entrada y primordialmente, al expediente de la presión política en vez de favorecer el convencimiento y buscar influir favorablemente en buena parte de la opinión pública, acrecentar el apoyo social, facilitar la implementación de una amplia política de alianzas e incluso lograr que otras fuerzas se sumen o, al menos, se rompan. Y existen todos los elementos para construir ese escenario propicio para la izquierda que, llegado el caso, pudiera dar cabida a acciones más contundentes, pero la anticlimática toma de tribuna fue un autogol –ni siquiera estaba aprobada formalmente un calendario de debates. Ahora hay un ambiente adverso que se hubiera podido evitar y que hay que superar. Todo por romper una regla elemental del movimiento social: primero acumulas fuerza y luego tensas, no al revés.

Por elemental dignidad los legisladores debieran discutir y decidir, en consulta con los órganos de dirección de su partido, las acciones a seguir en reunión de su grupo parlamentario y no recibir línea y acatar órdenes telefónicas. Pero más allá de eso sería conveniente que se preocuparan por generar simpatías en la sociedad y no rechazo, que entiendan que esta lucha puede ser popular y que es absurdo resignarse a aislarse y pagar costos electorales. Y eso pasa por no aceptar que el PRD y sus instancias sean suplantados por arengas y mítines en plazas públicas.

No basta con tener una causa justa. Se requiere también de que los medios para luchar por ella sean también justos. Por eso, es inaceptable que el grueso de los dirigentes y legisladores del PRD sean acorralados mediante situaciones de hecho y luego se tenga que sacar al buey de la barranca. Quizás la premura se deba al deseo de que el movimiento en defensa del petróleo logre imponer a un presidente del PRD por encima de los votos de sus militantes. Si así es, lástima porque lo que está en la mesa es muy trascendente como para que se juegue en aventuras y caprichos personales. Así se construyen derrotas.


De paso…

Fraude patriótico. Cuando ya estaba todo listo para reanudarse el cómputo nacional de la elección perredista, el comisionado Edmundo Cansinas, perdón, Cansino, lo detuvo con el último recurso que le quedaba, ahora que el resolutivo y la aclaración de la Comisión de Garantías establecían que el conteo se tenía que hacer cumpliendo escrupulosamente con lo estipulado en el artículo 98 del reglamento. Así que presentó su renuncia y obligó a Arturo Núñez a acompañarlo. El objetivo del despropósito que amenaza con dejar al PRD no sólo sin presidente y secretario general sino también sin órganos de dirección –entrar en el mar embravecido de la crisis sin barca ni remos para sortearla- es que se realice un bodrio jurídico que permita computar y calificar en un solo evento por la comisión jurisdiccional, la cual se volvería juez y parte del conteo. Falta ver si la CNG se presta a algo tan burdo y torpe. Lo dudo. Pero al margen de ello, no se puede eludir la raíz del problema: el veto que AMLO tiene sobre Jesús Ortega, el cual “justifica” con la necesidad de no aparecer como derrotado, lo cual lo debilitaría frente al gobierno en la lucha sobre la defensa de PEMEX. Es decir, estamos ante la pretensión de realizar un vulgar fraude patriótico…La despenalización del aborto aprobado por la ALDF entró a discusión de la Suprema Corte. Lo que ahí se resuelva es de suma trascendencia, no sólo porque el tema lo es sino porque sus implicaciones son aún mayores: la definición y los límites del carácter liberal del Estado mexicano…El América sigue en el último lugar del campeonato. ¿Quién puede quitarme la sonrisa?…

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