miércoles, 27 de agosto de 2008

EL RIESGO DE LA RUPTURA

A pesar de que las demandas explícitas de Izquierda Unida en la mesa de negociación durante la toma de oficinas que hicieron la semana pasada se reducen a que se les conceda, legalidad aparte, como bloque la paridad en cargos y candidaturas con respecto a Nueva Izquierda-ADN y que la presidencia sea ejercida por alguien “neutral”, lo cierto es que la unidad del PRD no se resuelve con una repartición, aunque ésta se diera en los términos que plantean los inconformes con la legalidad institucional del partido.

Nadie se puede asustar de las discrepancias en el PRD. Así nació y su pluralidad es una de sus fortalezas. Siempre han existido diferencias en el modelo de partido, en la línea política, incluso en el proyecto de nación –por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador es ferviente defensor del régimen presidencialista a contrapelo del programa y la tradición perredista. El problema ahora no es, pues, que las posiciones sean contrapuestas y que fuerzas importantes jalen hacia rumbos distintos sino que AMLO, líder indiscutible de uno de los bloques y figura prominente del partido, no acepta ningún espacio ni ningún mecanismo para dirimir las controversias de manera democrática. Las instancias pueden resolver de acuerdo a su legalidad y en el ámbito de sus atribuciones y de cualquier forma los seguidores del ex candidato presidencial harán lo que éste les indique a pesar de que con eso se contraríe a la voluntad de la mayoría.

Asumiendo esa realidad se llegó a poner sobre la mesa la construcción de un Partido-Frente en el que las distintas tendencias que lo conformen tendrían un margen considerable de autonomía para que la ejercieran bajo responsabilidad propia. Sin embargo, esta propuesta que fue rechazada precisamente por los que no aceptan someterse a las decisiones tomadas por los órganos colegiados del partido es de tal calado que no puede imponerse, que obliga al consenso.

Frente a esa situación o se toman decisiones trascendentes en el próximo Congreso Nacional o no queda más que resignarse a permanecer en la esquizofrenia de dos líneas políticas que se estorban, se obstruyen e incluso se contraponen y que, en términos de percepción pública, se impone la más estridente, extrema y desbordada aunque sea la minoritaria en el partido, pues es la más vistosa y mediáticamente más efectista. Esa es precisamente la razón por la que se han reducido las tendencias electorales de manera significativa –según encuestas reconocidas por Porfirio Muñoz Ledo, el ex candidato presidencial ya perdió más de la tercera parte de sus electores- y se complicaron los comicios locales para el PRD. No es casual que los resultados favorables de Michoacán y Cancún se hayan conseguido con una estrategia de inclusión y disputa de los indecisos y clases medias y con la notoria ausencia de AMLO.

Pero lo peor de todo es que esa lógica de confrontación absoluta que se impone desde fuera al partido amenaza con radicalizarse con tomas de tribuna, cercos al parlamento, cierre de avenidas, calles y carreteras y hasta tomas de aeropuertos. Eso significaría el desplazamiento de la vía electoral y el abandono de la campaña proselitista del 2009 por una locuaz aventura de desestabilización que aislaría más al partido y que no es otra cosa que jugar a la ruleta rusa con el país y, con ello, poner en riesgo todo lo que ha ganado la izquierda y lo que se ha avanzado en la transición a la democracia. Sería el retorno al vanguardismo que cree que un grupo de iluminados pueden redimir a toda la nación y del voluntarismo que piensa que si las condiciones no están dadas peor para las condiciones.

Es por ello que el peor acuerdo posible es seguir como se está y posponer las definiciones que la mayoría del partido tiene derecho a realizar. Sin embargo, la principal amenaza para la unidad del partido no son las posturas extremas que siempre han sostenido algunos de sus miembros sino el desentendimiento de las instituciones partidarias y su normatividad, pues en los hechos significa el predominio de la minoría sobre la mayoría en perjuicio del proyecto de izquierda democrática y reformista que representa el PRD. Si esa minoría aceptara las reglas de los Estatutos no habría ningún problema, pues las diferencias se procesarían democráticamente.

Es posible que en septiembre se de un momento de definición ineludible dada la reforma energética que se discute en el Congreso. Si cada quien sigue su camino se puede llegar a una situación límite. La unidad necesita de la aceptación de las partes a una instancia de decisión. Ante ello, la salida parece utópica: que Andrés Manuel López Obrador acuda al Congreso Nacional del PRD para convencer o ser convencido y acepte, como todos los demás actores, la voluntad mayoritaria.


De paso…

Exceso. Es encomiable la solidaridad social en torno a Alejandro Martí y la indignación unánime frente al secuestro y abominable asesinato de su hijo Fernando. Sin embargo, la presencia del empresario en la reunión del Consejo de Seguridad fue un exceso que contrarió uno de los objetivos principales de la reunión. En lugar de mostrar a un Estado fuerte que cierra filas para enfrentar un flagelo fuera de control el gobierno federal permitió que una persona que merece todos los respetos y que nos conmueve su dolor pero que pertenece a la cúspide de la pirámide social le lea la cartilla a los gobernantes, de tal suerte que, con independencia de las intenciones que no prejuzgo, pareced el ultimátum de un clase al Estado mexicano con lo que sólo logra reafirmar la debilidad de éste. Se trató de un concesión mediática que olvida que el combate de primera importancia contra la delincuencia es por el interés general y no determinado por la lamentable desgracia de una persona por importante que sea… La toma del CEN del PRD concluyó con una conclusión irrefutable: con ese tipo de medidas de fuerza no se consigue nada y son contraproducentes para quienes las llevan a cabo… La Convención Demócrata en Estados Unidos tiene un gran reto: restañar las heridas de su proceso interno y enfrentar en unidad a los republicanos… Ruth Zavaleta es una de las políticas más conocidas y mejor calificadas del país. ¿Por qué no la encuestan para medir su popularidad? ¿No será que su éxito incomoda y quieren descartarla burocráticamente?... Borrar de los autores de la iniciativa energética del PRD a Cuauhtémoc Cárdenas es un acto de plagio cuya ruindad y mezquindad sólo puede ser atribuible a alguien digno de llevarla a cabo: Porfirio Muñoz Ledo que está a punto de dinamitar al FAP por querer que esa instancia apoye al candidato de Convergencia en Acapulco…

EL AÑO DE RUTH ZAVALETA

Ruth Zavaleta se convirtió en figura pública estelar porque en lugar de utilizar salidas fáciles, moverse en la ambigüedad, seguir la corriente, buscar fórmulas de compromiso o nadar de muertito decidió afrontar la contradicción de presidir un poder del Estado y ser diputada de un partido que se debate entre la lucha institucional o luchar contra las instituciones. Ese dilema que arrastra hasta la fecha el PRD tras el traumático desenlace de la elección presidencial se traduce en el ámbito legislativo a promover reformas o bloquearlas, a construir una alternativa a la crisis o pretender profundizarla, a ser factor de reconciliación nacional o de enrarecimiento y polarización social. Lo que unos -la mayoría- le reconocen y otros -muchos menos, pero más rijosos- no le perdonan es que Ruth haya optado por cumplir su responsabilidad constitucional y antepuesto los intereses del país a los de la aventura de desestabilizar al régimen para después intentar reconstruir otro “desde abajo”.

A diferencia de muchos de sus detractores, Zavaleta siempre ha estado en la izquierda, proviene del movimiento social y se formó enfrentando al autoritarismo del viejo régimen en condiciones precarias. Por eso no le intimidan los certificados de “pureza” que expiden desde el séquito del “gran líder” ni se impresiona por la pretendida radicalidad de los que tienen un pie en la insurrección y el otro en el presupuesto público. Su respuesta al EPR muestra que, a pesar de las diferencias, le merecen mayor respeto los que pudiendo estar equivocados asumen los riesgos de combatir al sistema sin dobleces que los que viven de cambiar de camiseta, no se incomodan con los bandazos y ahora son ultras por pragmatismo aunque les salga espuma por la boca y hagan gala de ese odio furioso propio de los conversos. Basta tener un poco de memoria para saber que muchos “radicales” de ahora son de ocasión.

La izquierda que conformó el PRD es consecuente consigo misma si persiste en la vía electoral y se preocupa por transformar al país y sus instituciones a través de éstas. Para ello requiere de construir mayorías legislativas, ganar elecciones, convencer a la opinión pública e involucrar a la sociedad civil en sus batallas. Los agravios sufridos, que no son pocos ni menores, no pueden justificar el error de olvidar esa ruta y, en su lugar, tomar el camino del aislamiento y el vanguardismo que cree que una minoría desengañada e iluminada por la sabiduría de un hombre providencial puede mediante la acción directa redimir a todo un pueblo y acabar con los tiranos; pensamiento que, por cierto, suele cobijar tiranías.

Ruth Zavaleta en ese punto no se equivoca. Actúa con la convicción de que la izquierda es más fuerte si cuenta con el consenso social y que, por lo tanto, en lugar de cultivar el resentimiento y trabajar para decantar el voto duro se tiene que mantener el apoyo ciudadano conseguido y buscar incrementarlo. Y es que, al final del día, la fuerza de un partido, de un proyecto político, se mide con el número de votos en las urnas y la capacidad que tenga para modificar la realidad con base en su programa e incidir con sus ideas y prácticas en la mentalidad, en la cultura, en las convicciones de los ciudadanos.

El contraste entre dicha visión y la que tiene y difunde el gobierno legítimo es un factor que resaltó la labor de Ruth. Pero también lo hizo la adversidad en la que se ha movido y frente a la que se ha afirmado y sobrepuesto. Por principio de cuentas tuvo que vencer con votos el veto de López Obrador que se negó incluso a recibirla antes (y después) de su elección. Luego se enfrentó a un ambiente hostil por parte de los incondicionales de aquél, los cuales, además de que no pueden concebir que haya vida política fuera de la gracia divina del ex candidato presidencial, están imposibilitados para cuestionar sin caer en el insulto burdo. Evidenciando su doble moral, los soldados de Dios arremetieron contra Zavaleta –que nunca se reunió con Calderón- por relacionarse con otros poderes y diversos personajes en el ámbito de su trabajo. Mientras se le iban encima por hacer causa común con la esposa de Calderón contra las adicciones callaban sobre viajes, palabras melosas y peregrinaciones a Los Pinos que hizo la gobernante que apoyó a Alejandro Encinas. Los ataques de ese antihéroe que en un inexplicable harakiri de la izquierda se le nombró miembro y vocero del CEN PRD, lo mismo que los del par de diputadas pendencieras del FAP y, por supuesto, la insinuación soez del propio AMLO contra ella, sin duda que la fortalecieron, aunque en eso fue fundamental la entereza y contundencia con que los enfrentó. De esa manera pudo representar valores cívicos y democráticos como la tolerancia, el diálogo, la inclusión y el respeto.

La voz de Ruth no ha dejado de oírse. Sus palabras tienen resonancia nacional y nada escapa a las grabadoras que cotidianamente la rodean. Habla con espontaneidad y se muestra auténtica, alejada del cálculo y la malicia. No se dirige, como muchos otros, a un único y poderoso destinatario sino que piensa en comunicarse con el conjunto de la sociedad. Se expresa con libertad sobre casi todos los temas. Por eso nadie debe sorprenderse que si bien en muchas ocasiones acierta en otras no. El caso más conocido fue cuando declaró que se debía aceptar la posibilidad de que los ministros de culto pudieran ser candidatos a cargos de elección popular; por fortuna pronto reconoció su error y rectificó, algo poco común entre quienes la hostigan.

En cualquier país democrático sería motivo de orgullo que otros partidos y gente sin partido reconozcan el trabajo realizado por una compañera. Esa es una señal de éxito. Sin embargo, para la lógica perversa de la confrontación absoluta es considerado un crimen y se ha usado contra Ruth como si el respaldo de los otros fuera una prueba fehaciente de la traición denunciada. En realidad, lo único que se demuestra con ello es el atraso y la regresión autoritaria que ha sufrido una parte de la izquierda en el empecinamiento de subordinar toda consideración al deseo de revancha por una elección ciertamente opaca, inequitativa y abusiva, pero que al olvidarse de las necesidades de la gente y los intereses del país se condena a la autodestrucción y la impotencia.

La polarización crea sus antípodas paradigmáticos. En el PRD puede apreciarse a los que rechazan toda decisión institucional que no les favorezca, que pretenden decidir quién es presidente y quién no lo es cerrando oficinas y que llegan a la kafkiana práctica de tomar por la fuerza su partido siendo dirigentes del mismo. Sobra mencionar al representante más notorio de esa tendencia, sobre todo cuando el verbo noroñar se usa ya con cotidianidad para señalar prácticas cavernarias. Del otro lado, sin duda que Ruth Zavaleta se volvió símbolo de la izquierda propositiva que pelea por la democracia asumiendo sus reglas y principios.

El próximo primero de septiembre ya no irá Felipe Calderón a San Lázaro. El próximo presidente de la Cámara de Diputados no tendrá que moverse en el filo de la navaja ni ese día ni a lo largo de su gestión y, por supuesto, tampoco sufrirá la censura de su mensaje. Muchas cosas han pasado en el lapso de un año en el ámbito legislativo: reformas trascendentes, controversias públicas, nombramientos, tomas de tribuna, encuentros y desencuentros. Un año intenso… el año de Ruth.

lunes, 18 de agosto de 2008

LA FOTO QUE VIENE

18 de agosto de 2008


Fernando Belaunzarán


Discutir hasta la última implicación metafísica de una hipotética foto entre dos políticos parecería absurdo en muchos países del mundo, pero no en México. Aquí especular sobre reconocimientos y alianzas, avales y acercamientos, mensajes cifrados e incongruencias evidentes, pactos subterráneos y transacciones de principios -todo puesto al descubierto por el lente de una cámara- es deporte entre los analistas. Y es que mientras en otras partes la relación entre políticos, incluso entre aquellos que son antípodas, es natural, aceptada y se da sin ningún tipo de mala conciencia, en nuestro país pervive, aún en ciertos ámbitos intelectuales, el prejuicio de que la política es la práctica institucionalizada de la “transa” y, por lo tanto, todo encuentro entre dos políticos de distinta tendencia es, de entrada, sospechoso. Además, quién sabe por qué, se le otorgan a las fotografías poderes esotéricos que redimen o condenan, como si la exposición de A dándole la mano a B significara, por ese sólo hecho, que se comunican el prestigio o el desprestigio, que el apretón de manos borrara las diferencias y expresara purificación, olvido y complicidad. Pues bien, toda esa mitología que nadie debe subestimar y cuya fuerza es mayor en los sectores más atrasados, se pone en tensión ante el próximo e ineludible encuentro entre Felipe Calderón y Marcelo Ebrard.

Por supuesto, la conclusión traumática del proceso electoral del 2006 que llevó a la tendencia política a la que pertenece Ebrard a desconocer la legitimidad del ganador oficial de los comicios eleva exponencialmente el significado mediático del encuentro, sobretodo siendo el único gobernante perredista que, por las condiciones de la entidad que gobierna –el DF es la que menos depende de las participaciones federales y es la ciudad que gobernó y arrasó electoralmente Andrés Manuel López Obrador-, se había dado el lujo de rehuir toda reunión con el titular del Ejecutivo federal. Por lo mismo, la foto entre quienes encabezan los dos gobiernos más importantes del país se encareció, es decir, se sobrevaluó en el ya de por sí desmedida valorización que en México se le da. En ese sentido, no se necesita ser experto en comunicación para entender que cualquier reunión de trabajo, con independencia de su importancia, se volvería un acontecimiento mediático si es que en ella coinciden ambos personajes.

El problema para Marcelo es que no tuvo la posibilidad de elegir el momento de esa reunión tan esperada y las circunstancias lo obligaron a quemar un recurso que después hubiera podido aprovechar de mejor manera a favor de sus legítimas aspiraciones presidenciales. Imponderables como la tragedia del News Divine y la crisis de su partido redujeron su margen de maniobra, pues por un lado se lesionó la imagen de su gobierno y por el otro se complicó el escenario electoral del PRD en la ciudad de México. En ese contexto, y frente al justo reclamo de ¡Ya basta! a la delincuencia tras el abominable secuestro y asesinato de Fernando Martí, resulta más que comprensible que haya aceptado el encuentro con Felipe Calderón, pues de lo contrario lo hubieran acusado de anteponer los intereses de la lucha política a los de la sociedad en un problema por demás sentido en la población. Además, la negativa habría hecho que entrara en conflicto con sectores económicamente influyentes con los que ha venido tejiendo una relación cercana, no obstante el alejamiento de ellos con Andrés Manuel López Obrador. Es más, rechazar el encuentro hubiera sido interpretado como subordinación del actual jefe de Gobierno respecto a su antecesor y, peor aún, cuando precisamente tiene la imperiosa necesidad de que se vaya notando cierto distanciamiento.

Discutir sobre una foto resulta una frivolidad frente a un problema de Estado que requiere de unidad nacional para enfrentarlo y por eso la sociedad va a recibir bien la reunión Ebrard-Calderón y lo de menos es que se dé en el marco de un encuentro de gobernadores, pues para el sector fundamentalista del pejismo es mucho pedirle que distinga la diferencia entre una “cumbre” y una reunión bilateral. No hay que darle vueltas, para el círculo lopezobradorista será bordear en la traición, aunque muchos de ellos por cálculo pragmático prefieran guardarse sus opiniones o decidan hacer tímidos respaldos.

Pero de cualquier manera, la cuenta regresiva se está terminando. Lo que menos quiere y necesita Marcelo Ebrard es que estalle la resistencia civil en las calles de la Ciudad de México. Un acuerdo satisfactorio para la izquierda en la reforma energética pudiera salvarlo de ese difícil trance. Pero López Obrador se juega su última, perdón, única carta con el llamado a la insurrección civil en septiembre -cual cura Hidalgo- y, por lo mismo, es de esperarse su rechazo a cualquier acuerdo, así lo que resulte sea básicamente lo planteado en la iniciativa avalada por “los intelectuales”. Ebrard necesita ganar el 2009 para pensar en el 2012 y la lucha callejera sería su ruina electoral. A AMLO no le interesa la contingencia de la elección intermedia más allá de garantizar que personajes claves de su entorno bajen al infierno de la institución legislativa de San Lázaro para operar desde ahí por él. ¿Podrá Ebrard evitar el caos en la ciudad, atraer la simpatía de los sectores medios y ratificar el triunfo electoral perredista en el DF sin deslindarse de Andrés Manuel y su lógica rupturista.? Pues, ¡pasen!, paén! a ver como piensa conseguirlo Marcelo, “El equilibrista”.


De paso…

Derrota. En lugar de asistir al Consejo Nacional para discutir la reforma energética y el plan de acción del movimiento, AMLO decidió sabotearlo y cerrar las oficinas del CEN de su partido. Con ello no ganó nada y en lugar de debilitar a la dirección que está trabajando un acuerdo viable y sin privatización para PEMEX y forzar su salida terminó por fortalecerla, pues el Consejo se realizó, prevaleciendo la institucionalidad por sobre el chantaje y la violencia. Está más que comprobado que recibir descalificaciones de Noroña eleva la simpatía social. Además, los pejistas exhibieron su escasa convocatoria y su nula capacidad para articular un discurso medianamente comprensible para justificar lo injustificable. Legal, política y moralmente fue un triunfo de los “modositos”… Alejandra Barrales fue descalificada por el Tribunal Electoral del Distrito Federal, el cual mandató a la Comisión Nacional de Garantías a valorar todas las pruebas presentadas por Jesús Zambrano y a hacer una nueva resolución, por lo que ya no se le puede considerar presidenta del PRD capitalino. Se tambalea la azafata bejaranista. Lo bueno para ella es que a pesar de todas las ofensas lanzadas por parte de su equipo contra los integrantes de la CNG puede estar segura que su caso será juzgado con la misma imparcialidad que esa instancia ha demostrado a lo largo del proceso y que, en caso de que no le guste el fallo, tiene abierto el camino de los tribunales. Se espera que en los próximos días Francisco Chiguil convoque, en reciprocidad, a un mitin para respaldarla… Sólo la mezquindad más ruin podría escamotear la contribución decisiva de Cuauhtémoc Cárdenas a la iniciativa que presentará el FAP en materia energética… Izquierda Unida en reuniones por separado ha propuesto como posibles presidentes del partido a Lázaro Cárdenas, Carlos Navarrete, René Arce, Jesús Zambrano, Luis Sánchez, Héctor Bautista, Martha Dalia Gastelum, entre otros. Sea para tratar de provocar fisuras estimulando con vulgaridad hipotéticas ambiciones personales o sea porque AMLO tiene vetados a Jesús Ortega y a Guadalupe Acosta Naranjo, lo cierto es que con estas voladas se nota la enorme desesperación que sufren, al igual que con los actos porriles de sabotaje al partido que de manera vergonzosa encabezan algunos de sus dirigentes… China impresionó al mundo con la fastuosa inauguración de los juegos y las competencias han estado a la altura de las expectativas, incluido el desastre deportivo mexicano por la incapacidad, como en tantas otras cosas, de planear a mediano y largo plazo. El “capitalismo de Estado” chino es un milagro de crecimiento, pero una calamidad en derechos humanos y democracia. Aprender lo bueno de esa potencia es, en primer lugar, invertir en serio en educación, ciencia y tecnología y hacer programas que no se agoten en un sexenio…

lunes, 11 de agosto de 2008

LAS DOS IZQUIERDAS DEL PRD

¡Fuera máscaras! Las dos grandes tendencias que disputaron la presidencia del PRD se muestran tal cual son de cara a dos asuntos que están íntimamente relacionados: el futuro del partido y la reforma energética. Se ha llegado al punto en el que a ambas visiones estratégicas -la que refrenda la vía electoral y pugna por reformas democráticas a través de las instituciones y la que apuesta por una insurrección civil que renueve al sistema y a la clase política “desde abajo”- se les presentan definiciones inaplazables. Los campos se delimitan con claridad y las posiciones sobre el país se replican en el interior.

Quienes desprecian la institucionalidad de la república también lo hacen con la del propio partido. Por eso no debe extrañar que los que se rehúsan al diálogo con otras fuerzas políticas para buscar acuerdos sobre el petróleo y piensan que cualquier cosa que se haga al respecto debe ser por instrucción expresa -o al menos con la venia- de Andrés Manuel López Obrador sean los mismos que han decidido sabotear a los órganos de dirección y a la instancia jurisdiccional del PRD para profundizar la crisis. Con ello buscan dos cosas: moverle el piso a Acosta Naranjo para debilitarlo en la mesa de diálogo con el PAN y con el PRI y, en lo interno, forzar una negociación ventajosa de la que piensan conseguir cargos, prebendas y candidaturas al margen de la legalidad, por encima de su representatividad y sin preocuparse siquiera por hacer planteamientos conceptuales, programáticos, tácticos o estratégicos –dicen sin ningún rubor que el problema se arregla si todo lo repartible se divide por la mitad. De ahí que quieran evitar a toda costa la realización de Congreso y amaguen con impedir el próximo Consejo Nacional, pues en ambas son minoría y no aceptan actuar en esa condición. Con agresiones, patadas, clausuras, insultos y vidrios rotos pretenden suplir los votos que no tienen.

Por su parte, la izquierda catalogada de “moderada” ha defendido su convicción reformista y dialogante hasta el punto de desafiar al caudillo, asumiéndose como una verdadera dirección política que, como tal, está obligada precisamente a hacer eso, política. En ese sentido decidió tomar la iniciativa, tanto en la consulta energética como en la interlocución con otras fuerzas, a sabiendas de los ataques que sufriría por parte de “los soldados de Dios” que transmiten con gran vehemencia la molestia de su indiscutible y único dirigente. Es verdad que no puede haber política sin negociación, como apuntaba Gramsci –y conste que él combatió y fue víctima del facismo-, pero hay quienes la practican de manera vergonzante. “Acuerdos privados, virtudes públicas” parece ser el lema de los que señalan con el dedo flamígero cualquier acercamiento abierto con los adversarios mientras se cuidan de no ser descubiertos pactando con ellos en los sótanos.

La moderación no significa tibieza. De hecho, la convicción del bloque Nueva Izquierda-ADN es sostenerse. Saben que si se doblan dañarían gravemente al proyecto de la izquierda institucional y democrática, al partido y a sí mismos. Por eso hoy enfrentan con firmeza esa doble moral que los difama y calumnia, que pretende colocarlos en el terreno de “la traición”, que busca arrasarlos con el carisma y la ira del gran líder. Pero está lejos de ser una actitud suicida, pues entienden que van a prevalecer si aprovechan sus mayores fortalezas: la legalidad y las ideas. Si no se apartan de la ley y acuden al debate público con decisión y sin ocultar, diluir o minimizar las diferencias, sin duda el gran derrotado será el porrismo militante que hoy amenaza con desquiciar al partido y que sólo es capaz de balbucear consignas. De esta manera, además de resistir las presiones internas podrán mantener la ofensiva en el acontecer nacional.






Se avizoran momentos álgidos. Izquierda Unida ya anunció su plan de movilización; pero no para defender el petróleo sino para desestabilizar al partido y tomar de rehén a su contraparte en la negociación. No es que piensen que luchando por las pluris podrán evitar la privatización de PEMEX sino que su radicalismo en torno a la reforma energética siempre ha sido un ardid para ocultar sus ambiciones internas, las cuales son su absoluta prioridad.

Otra vez la caricatura del 2006, la tragedia vuelta farsa. Ya no falta ningún ingrediente: intervención del presidente (legítimo) a favor de su candidato, guerra sucia, cómputo polémico, órgano electoral rebasado y cuestionado, movimiento post electoral, desconocimiento y acoso del órgano jurisdiccional, y ahora resistencia civil y obstrucción de las instituciones.

Es una pena que en el PRD todavía haya quienes piensen que comportándose como ultras del CGH van a conseguir sus objetivos. Ni modo, que se exhiban, que explayen su noroñismo hasta hace poco reprimido y evidencien sus prácticas cavernarias, su intolerancia, su incapacidad de aceptar cualquier decisión de cualquier institución que no les beneficie, su falta de argumentos, su facilidad para acusar, adjetivar, descalificar y estigmatizar sin pruebas, su incongruencia, su desprecio por la opinión pública, su tendencia a la violencia, su desdén por la legalidad. En fin, que se muestren y la sociedad juzgue.

Ceder al chantaje sería una derrota cultural de la izquierda y una terrible regresión a lo que se avanzado con el proyecto organizativo del PRD. La izquierda racional y razonable debe demostrar paciencia y temple. Frente a la amenaza de llevar al abismo al partido si no se aceptan las exigencias de una minoría golpista, la mayoría responsable debe hacer respetar las instancias y las reglas. En esas condiciones debe propiciar el diálogo y buscar puntos de encuentro que faciliten los acuerdos necesarios sin olvidar principios y sin ceder a pretensiones desmedidas e ilegítimas. Es mejor pensar a mediano y largo plazo que sacrificar el proyecto en aras de un acuerdo coyuntural y efímero de carácter exclusivamente electoral. La unidad es valiosa y debe procurarse, pero sería contraproducente basarla en el pragmatismo ramplón y establecer el precedente de que las candidaturas se consiguen a patadas. La discusión sobre la línea política y el futuro del partido son indispensables, pues, aunado a la legalidad, contar con ciertas coincidencias en esos puntos es lo que puede cimentar dicha unidad. Por eso, en lugar de boicotear el Congreso, la obradorista Izquierda Unida debiera considerar asistir a él y poner sobre la mesa sus ideas. Claro, si es que las tienen…


De paso…

Al servicio de la comunidad. Si alguien ha visto al distinguido político Alejandro Encinas, el que buscaba acuerdos y practicaba el diálogo, el que fue jefe de Gobierno en el Distrito Federal y pudo encontrar una salida negociada para el 15 de septiembre del 2006, el que se comprometió a respetar la institucionalidad partidaria y no presionar a la Comisión Nacional de Garantías, el que denunció la perversa práctica del “acuerdo político que mata estatuto” y repudió “la lucha tribal” que prevalece en el partido por encima de la lucha por la transformación del país que por favor avise al PRD, porque el que hoy recorre el país es la antítesis de aquél. Estamos viendo a un jefe apache que se pinta la cara en señal de guerra “a muerte”, que insulta a sus adversarios cual Paquita la del Barrio, que está absorto en las pugnas intestinas, que avala tomas de oficinas, que presiona resoluciones jurídicas a la medida y si no le satisfacen no las reconoce, que busca ahondar la crisis del partido e ignora la legalidad. No sé si explicarme este cambio con Dr. Jekyl y Mr. Hide o con Hulk… Evo Moráles ganó el referéndum y con ello obtiene un respaldo importante para su gestión. Es de esperarse que los resultados orienten a esa nación hacia la reconciliación, pues el ánimo de polarización alienta el golpismo de la derecha racista boliviana… El intelectual más cercano a Andrés Manuel López Obrador, el cual tiene una columna sabatina en un periódico nacional y que para más señas fue apologeta del subcomandante Marcos antes de defenestrarlo para irse a la corte del Peje, en un ataque de franqueza expresó con claridad los deseos del núcleo obradorista. Escribió que está lista la resistencia civil que llevará a México “ a una crisis de consecuencias impredecibles”. Ahí está la diferencia. La izquierda responsable no puede apostar a jugar a la ruleta rusa con el país… Todo indica que a la Comisión Nacional de Garantías itinerante se le unirá en su travesía el Comité Ejecutivo Nacional. Lo bueno es que los viajes ilustran…

lunes, 4 de agosto de 2008

LA RENUNCIA

Ernestina Godoy fue consejera jurídica de Alejandro Encinas cuando éste era jefe de Gobierno. La actuación que tuvo al frente de la Comisión Nacional de Garantías demostró que en ningún momento dejó de ser su empleada. Recordemos que ella no quiso actuar contra la carta ilegal de Andrés Manuel López Obrador en la campaña; es más, no firmó una sola resolución, una sola, contra los intereses de Izquierda Unida. Incluso la decisión de su renuncia se tomó el miércoles 30 de julio al medio día en una reunión de esa agrupación en el tercer piso de las oficinas del Comité Ejecutivo Nacional, donde también acordaron la irrupción en el local de Monterrey 50 del día siguiente y el hostigamiento a los otros dos comisionados. La toma violenta de la sede de la CNG y la renuncia de la presidenta son dos acciones de una misma conspiración. ¿Cómo se le ocurre hablar de ética a la persona que se coludió para el asalto porril de la comisión que presidía? ¿Cómo invoca la ética quien injuria a sus compañeros en los medios y azuza a los militantes para que los presionen? ¿Cómo alega comportamiento ético si rompió reiteradamente y sin tapujos la norma elemental de cualquier instancia jurisdiccional -establecida en el reglamento de la CNG- que prohíbe dar a conocer el sentido de las resoluciones antes que éstas hayan sido firmadas? Ernestina Godoy no dio argumentos jurídicos para justificar su salida; se limitó a leer un panfleto encinista de mucha acusaciones y ni una sola prueba.

Todo el melodrama y las infamias vertidas en su comunicado busca sostenerlos con el tratamiento dado a casillas que llama “no instaladas” y a otras que denomina “atípicas”. De las primeras quiere abusar de la buena fe de la opinión pública, pues no muestra las pruebas que dice tener, entre otras cosas porque sí lo hiciera se convertiría en el hazmerreír del derecho electoral mexicano. Por ejemplo, en el caso de Chiapas, que conozco a detalle, las planillas encinistas declaraban que una casilla no se instaló con actas que daban fe de dichos, pero no de hechos. Es decir, actas ministeriales o notariales que consignaban que alguien había ido a declarar que no se habían instalado una o varias casillas y que, en algunos casos, tenían fechas de hasta una semana posterior a la elección. En otros casos los candidatos perdedores o sus representantes escribían un acta en puño y letra afirmando lo mismo. Con esos documentos se constata plenamente que una o varias personas dicen que no hubo votación. Sin embargo no puede bastar el testimonio de una de las partes para anular en los hechos una casilla. Sobre esto existe jurisprudencia y no hay abogado electoral que no la conozca, pero la señora Godoy finge demencia y llega hasta la aberración jurídica de pretender que la carga de la prueba recaiga en la urna y el acta presentadas; o sea que no existen (son culpables) hasta que se demuestre lo contrario.

El problema con las “atípicas” es que no están tipificadas. En términos jurídicos no existen. En no pocos municipios indígenas los resultados fuera de ciertos parámetros de diferencia son la norma. Andrés Manuel López Obrador tuvo casillas zapato –literales, no aproximados como arbitrariamente las agrupó Godoy- en las elecciones constitucionales en Chiapas –no digamos en la elección para dirigente nacional del PRD en 1996. No existe base legal para anular casillas así consideradas y está más que demostrado que el TEPJF revoca decisiones discrecionales que no tienen sustento en normas objetivas y formales. En este punto se ve la evidente conducta facciosa de Ernestina Godoy, pues además de que olvidó sumar en su voto concurrente que dio a conocer a los medios las casillas “atípicas” que ganó Alejandro Encinas se le pasó hacer un elemental ejercicio de proporción: mientras en Veracruz la diferencia fue menor de dos a uno, en Oaxaca mayor que dos a uno y en Chiapas alrededor del tres a uno, todos a favor de Ortega, en Zacatecas y Tabasco fue del siete a uno a favor de Encinas. Es evidente cuáles son los estados “atípicos”, así como la tendencia de la ex comisionada que hoy se quiere presentar como mártir de la probidad.

Sostiene Ernestina que no hay consistencia en la anulación de la elección de Presidente y Secretario General nacionales y la validación de comicios estatales. Sin embargo, nadie la vio indignarse porque se validará el resultado de la elección en el Distrito Federal, no obstante que en esa entidad se anuló más del 30% de las casillas de la primera y sin embargo se ratificó el triunfo de Alejandra Barrales. El criterio que permitió hacerlo es que la anulación de todas esas casillas no cambiaba el resultado de la elección y por lo tanto no hay “determinancia”. Pues bien, ese es exactamente el caso de Oaxaca. Aplicar el mismo criterio en todas las entidades es lo que da certeza.

Hace poco más de una semana, la ex presidenta de la comisión expresó su malestar porque consideraba que la anulación de Presidente y Secretario General nacionales debía conllevar forzosamente a la anulación de Consejo y Congreso, tal y como lo demanda Encinas, no obstante que son elecciones distintas y no existen los recursos de impugnación correspondientes. Para ello adujo que al ser los mismos funcionarios en todas las elecciones se acreditaba “flagrancia” en las irregularidades y, por tanto, la CNG podía actuar de oficio. Se hizo tal chunga por esa tesis jurídica que le otorgaba a la flagrancia más de cuatro meses de vigencia que mejor decidió ni mencionarla en su renuncia, aunque sí su intención de que en varios estados ganados por Nueva Izquierda no hubiera consejeros y congresistas. Curiosamente, eso es lo que pide en las negociaciones la comisión de diálogo de Izquierda Unida e incluso no han tenido empacho en decirlo a algunos medios de comunicación. Con ello aducen, se “equilibrarían” las fuerzas, se obligaría a renunciar a la dirección sustituta, se elegirían dirigentes de consenso y se repartirían las candidaturas mitad y mitad. Lo de menos para ellos es agravar la crisis del partido, descabezar direcciones estatales, anular toda legalidad siempre que puedan salvar sus intereses. Esa visión facciosa es lo que está en el centro de los problemas del partido: “Sálveme yo, aunque se hunda el PRD”

Pero lo que en verdad muestra la poca calidad humana de Ernestina Godoy son sus infamias. Con presunciones y chismes pretende golpear reputaciones, sembrar insidias y castigar moralmente a sus pares que osaron discrepar de sus criterios. Si una mayoría de la CNG fuera proclive a Nueva Izquierda no se hubiera, entre otras cosas, aceptado un cómputo del 83% que le otorgaba el triunfo a Encinas, anulado recientemente la elección de Baja California ni avalado la del DF y, por supuesto, Jesús Ortega sería presidente. Grave que en el PRD se castigue la autonomía y muchos no puedan concebir ningún atisbo de independencia. Siendo objetivos, la CNG le ha dado a veces la razón a Izquierda Unida (algunas de ellas por unanimidad), otras a Nueva Izquierda-ADN (nunca con el voto de Godoy) y al menos en el caso de la nulidad a ninguno de los dos. Lo que procede cuando no se está conforme es ir a la instancia superior y resulta inaceptable para una organización que se pretende democrática aceptar presiones por la fuerza, el chantaje y la difamación.

Con la renuncia de Ernestina Godoy, Izquierda Unida expresa que no acepta árbitro alguno, pues aunque acude cotidianamente al TEPJF lo hace de manera vergonzante y sin comprometerse públicamente con sus resoluciones. Apuestan al caos para arrancar una negociación que los redima de su condición de minoría y deposite la carga de la responsabilidad exclusivamente en el otro lado. Están en el carril de la desestabilización y la presión callejera. Le ordenaron renunciar no para hacerse a un lado sino para sabotear los trabajos de la CNG, pensando, equivocadamente, que éstos deben suspenderse. El Consejo Nacional fue el que la nombró y corresponde a esa instancia resolver sobre la renuncia y, en su caso, la sustitución. Mientras tanto el partido no puede estar al garete de la irresponsabilidad de una persona. Eso sí, es previsible que Izquierda Unida convoque a mítines y marchas en apoyo de la ex presidenta de la CNG -seguramente encabezados por Alejandra Barrales que ya tiene experiencia en defender a personajes inefables- y recurrán con mayor frecuencia a acciones violentas y porriles como la que recientemente se dio en las oficinas de Monterrey 50. De poco vale el compromiso de Alejandro Encinas, aunque lo haya repetido hasta la saciedad, de no presionar a las instancias y mantenerse en todo momento en el cauce de la legalidad. Frente a su derrota jurídica recurre al expediente de la fuerza. En primera línea, nos anuncian, estará la señora Godoy en el papel de heroína de la justicia. ¿Quién podrá extrañarse entonces si Ulises Ruiz se convierte en el paladín de la democracia y el respeto a los derechos humanos, y Martha Sahagún en el último reducto ideológico del Materialismo Histórico?


De paso…

Renato. Si bien los ataques de Izquierda Unida abarcan también a Dolores de los Ángeles Nazares, es notorio que se ensañan de manera particular contra Renato Sales, al grado de la burda difamación y la vil calumnia. La única razón es el desengaño. Lo sentían, por haber sido alto funcionario público en los gobiernos de López Obrador y Alejandro Encinas, parte del equipo. Por eso, cuando Ernestina lo acusó de estar actuando con cabeza propia no dudaron en hablar con su ex jefe, el Maestro Bernardo Batiz, para que lo convenciera de alinearse, sin suponer que ambos estaban hechos con la misma madera y, por tanto, que actúan siempre de acuerdo a sus convicciones y no pueden pedir otra cosa a los demás. No en balde es el único comisionado que ha sido cuestionado por ambas partes. En ocasiones yo mismo he discrepado del criterio de Renato y polemizado de manera intensa con sus resoluciones, incluso en los medios de comunicación. Estoy convencido del triunfo de Jesús Ortega y pienso que se le escamoteó para darle la vuelta a la ira de El Señor de los Vetos. Sin embargo, reconozco que él impulsó esa resolución porque considera genuinamente que eso era lo correcto, lo justo y lo mejor para el partido dadas las circunstancias. Me indigna que en el PRD no se acepte la autonomía de nadie, ni siquiera en una comisión determinada con ese carácter; que se castigue la independencia y se premie la incondicionalidad. Por eso, a pesar de las diferencias, incluso de los enojos y los deseos de vencerle en el tribunal, mi reconocimiento para quien fue un servidor público probo y eficiente que mostró su valía en los momentos más difíciles de las arremetidas del foxismo y la derecha yunquista contra el gobierno de López Obrador y hoy hace esfuerzos por sostener los hilachos de la institucionalidad partidaria resistiendo al lumpenismo que se dice de izquierda… La iniciativa petrolera del PRD va. Esperemos que también vaya con el respaldo de las cúpulas que se reúnen los lunes en la calle de San Luís Potosí… Uno mi voz a los millones en todo el mundo que se indignaron ante la salvaje golpiza que sufrió una joven ecuatoriana en España. Frente al racismo y la xenofobia no se pueden hacer concesiones so pena de abrirle una rendija al facismo de la que pronto todos nos arrepentiríamos. Por eso la nueva legislación anti inmigrante de la Unión Europea camina en sentido equivocado… Ah! y opino que debe tocar Molotov en el Zócalo, aunque se asuste el Director del Instituto de la Juventud y le prohíba a sus nietos asistir...