viernes, 28 de noviembre de 2008

JESÚS PRESIDENTE

Jesús Ortega asumirá el cargo por el cual se ha preparado desde hace más de una década, pero lo hará en condiciones mucho más complicadas y difíciles que las que él, o cualquiera, hubiera esperado. “El efecto Andrés” que catapultó al PRD en 2006 ya no existe y, según diversas encuestas, el partido regresó a su voto duro con el agravante de un incremento sustancial en el rechazo ciudadano debido a las formas de resistencia civil adoptadas tras la elección presidencial. Además, algunos de los mismos intereses que buscaron a toda costa impedir su triunfo ahora conspiran para provocar su fracaso con el cálculo de luego medrar con la crisis que ellos mismos quieren propiciar, e incluso hay quienes llegan al descaro de llamar al voto de castigo, no contra el PAN y el PRI sino contra el partido más fuerte de la izquierda, según esto –nótese el dislate- para combatir a la derecha. Y así, a pesar de todo, a pesar de los momios en contra, se ve a Ortega entusiasmado y con ganas de tomar la apuesta sin quejarse y sin mirar atrás.

Su talento como operador político, sus dotes como negociador, la responsabilidad con la que toma sus tareas y los buenos resultados que acostumbra rendir hicieron que los dos principales liderazgos que ha tenido el partido, Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, en su momento lo requirieran de manera cotidiana para encargarle los asuntos más importantes y delicados. Sin embargo, su fuerza propia que con el tiempo se iba incrementando, así como su independencia de criterio, propiciaron la idea de detener su crecimiento, lo cual era alimentado por las cortes que acompañan a los grandes personajes y que se preocupaban por la emergencia de contrapesos a la voluntad suprema, pues ellos se veían favorecidos con la preeminencia de ésta. Querían –los líderes prominentes- contar con Jesús, pero no que éste le hiciera sombra, máxime cuando buena parte de la estructura partidaria estaba con él y sentían riesgoso que concentrara mayor poder.

Eso de vencer el veto no fue fácil dado el inmenso poder fáctico del gran líder y la tradición y cultura caudillista que, herencia del viejo régimen, pervive en buena parte de la izquierda. Más que la anécdota del cómputo incompleto o del viacrucis legal que tuvo que realizar para que se reconociera su triunfo, lo verdaderamente grave es la crisis institucional a la que entró el partido con su consiguiente desgaste en su imagen. Todos sufrimos -y, de alguna manera, perdimos,- con esta guerra loca que espero nunca se repita. Sin embargo, se haría mal en subestimar la importancia de que se haya dado la primera victoria electoral de un candidato a presidente nacional sin contar con el aval del gran líder, lo que en sí mismo le otorga fuerza y liderazgo, porque se va a parar en sus propias piernas, y significa un paso enorme en la madurez del PRD como institución democrática. Pero más importante que lo anterior es que se preservó el derecho a discrepar, lo cual fue la mejor forma de responder al espíritu del 68 a cuarenta años del movimiento estudiantil.

La campaña del odio, la que partía del linchamiento moral contra los que opinamos distinto, fue derrotada política y moralmente. Alimentar de resentimiento a algunos miles de fieles a los que adoctrinaron con la sinrazón de que la mejor forma de enfrentar a la derecha es acabando con la izquierda que piensa distinto se les revirtió. Con ello, lo único que consiguieron fue aislarse cada vez más y exhibir su rostro intolerante frente a la sociedad. Es verdad que resulta agrio regocijarse de ello, pues el PRD en su conjunto perdió con la división y la lucha fraticida; pero al menos se consiguió mantener una opción de izquierda con valores democráticos y competitiva electoralmente. Son de lamentarse los costos del conflicto aunque, quién puede dudarlo, hubiera sido mucho peor que se impusiera el dedazo y permaneciera la idea de que no hay más que una voz que se escucha y se acata, y que aquél que no lo acepte pagará las consecuencias, empezando por ver lesionada su integridad y reputación. Evitar la regresión que representan el estigma y la hoguera moral como herramientas para acabar con la disidencia fue, sin duda, un triunfo cultural de gran importancia.

Nadie puede obviar que se siguen pagando costos por la osadía de competir y ganar sin permiso, que está declarada la guerra de guerrillas contra su gestión y que amagan con forzar elecciones para todas las candidaturas en lugar de buscar un justo y equitativo acuerdo que reconozca la pluralidad y los equilibrios, lo que significaría ahondar la división y poner puntos de tensión y conflictividad que generen inestabilidad y compliquen la gobernabilidad. Sin embargo, si hay alguien capaz de hacer frente a ese peligro de incendio es precisamente Jesús Ortega.

Tengo la certeza de que la mayoría de Izquierda Unida no comparte la idea del suicidio colectivo para luego tratar de surgir fortalecidos, cual ave fénix, de las cenizas del partido y que están conscientes de que no se puede ser más anticlimático que agudizar el conflicto interno. Pero además, Jesús es un demócrata practicante y mediante el diálogo y la negociación inteligente de seguro construirá acuerdos benéficos para el partido y para sus diversos componentes. El talento de Chucho para salvar situaciones difíciles y restaurar la unidad está más que acreditado y el mismo AMLO se benefició de ello cuando hizo mancuerna con él en la dirección de 1996 a 1999.

El mayor reto de Jesús, sin embargo, está fuera del partido. La unidad sin duda es importante, pero la necesidad mayor es proyectar una izquierda que sea capaz de tener un resultado decoroso el próximo año, atrayendo y sumando nuevos electores, comenzando por ser capaz de recuperar al menos un sector de los votantes que confiaron en el partido en el 2006 y se alejaron por las acciones de resistencia civil que afectaron a terceros e impidieron el funcionamiento de las instituciones, por el discurso pendenciero y reactivo, carente de propuesta y ajeno a cualquier actitud constructiva, así como por la división interna. Para ello, la operación cicatriz que es indispensable no puede convertirse en un lastre. EL PRD debe salir a la ofensiva y mostrarse como una izquierda incluyente, propositiva, atractiva para los jóvenes y capaz de transmitir entendimiento de los problemas que tienen los diversos grupos y segmentos sociales, reafirmando su carácter opositor, acentuado en el aspecto económico, pero también responsable con el futuro del país.

Es una insensatez plantear que se enfrenta mejor a la derecha con métodos y planteamientos que no tienen nada que ver con el programa del partido y que terminan reduciendo la base electoral. No hay izquierda más funcional a la derecha que la que se margina y deja de ser competitiva en los comicios. Por eso, la inclusión, el equilibrio y la pluralidad de la dirección no pueden significar diluir la propuesta política ni hacer concesiones al atraso, pues eso sería conformarse con el voto duro que de por sí será mermado levemente por los principistas que llaman a no votar por el PRD por supuestas y alucinadas “traiciones”.

Sería lamentable que, tal y como lo ha declarado el cascarón del FAP, la prioridad del movimiento encabezado por AMLO sea conservar el registro y las prerrogativas de dos partidos que necesitan para sobrevivir de respiración de boca a boca por parte del ex candidato presidencial en lugar de ganar distritos de mayoría y enfrentar en las urnas a la derecha con posibilidades de ganar. Esperemos que eso no sea más que una volada, uno más de los exabruptos de la etílica senilidad de Porfirio Muñoz Ledo que en su delirio piensa que él como ex foxista, junto con la coalición que postuló a Ana Rosa Payán a la gobernatura de Yucatán, puede ser “la auténtica oposición de izquierda”.

De cualquier forma, la izquierda política tiene que hacer un frente electoral amplio que asuma la ofensiva programática y se planteé ganar el debate en la opinión pública y construir mayorías. Ahí está la importancia y la suerte de que Jesús Ortega sea el que dirija al partido más importante de las izquierdas en estos momentos críticos, pues tiene el capacidad, experiencia y entusiasmo para que, con la ayuda de muchos más, realice la epopeya. Pero también es correcto que lo sea por otra razón: su victoria, su arribo a la Presidencia Nacional del PRD, es, antes que otra cosa, un acto de Justicia (así con mayúsculas).


De paso…

Fin al FAP. Guadalupe Acosta Naranjo y Jesús Ortega de manera genuina reiteraron, una y otra vez, la invitación al PT y a Convergencia a conformar junto con otras fuerzas un gran frente electoral en el 2009, a lo que los partidos pequeños contestaron reiteradamente con insultos e infamias. Por la unidad bien vale tragarse algunas ofensas y perseverar, pero todo tiene un límite y ese es el cínico desplante del presidente de Convergencia que, al igual que el 95 % de la población, no me recuerdo su nombre. Con desvergüenza anuncia que el adversario al que le quiere quitar votos es al PRD. Tienen una forma muy peculiar de enfrentar a la derecha estos baluartes de la “pureza revolucionaria”. Los piensan derrotar haciéndoles el trabajo sucio…Ya entendí. Dónde dice Movimiento por la Renovación del PRD debe decir por las “Movimiento por las Candidaturas del PRD”, lo que es perfectamente legítimo y no hay razón para usar eufemismos. Espero que quienes lo conformen estén abiertos al diálogo y no vayan a tener al conflicto como consigna como sucede con algunos en la Cámara de Diputados que lo hacen casi como deporte… Lamento que Alejandro Encinas no se vaya a integrar a la Comisión Política Nacional del PRD, no sólo por su talento y liderazgo reconocidos sino también porque se creo a propuesta suya y lo acordó con Jesús ortega precisamente para tener un espacio de influencia necesaria y útil para el partido…Una duda: ¿Por qué AMLO dialoga, negocia y pacta con los presidentes de los partidos del Trabajo y Convergencia y no con los dirigentes del PRD que son de su partido? No es porque sean Chuchos los actuales, pues tampoco lo hacía con Leonel Cota… Se cumplieron los 100 días y nada. Pero eso sí, ¡qué repartidero de culpas!... Se acaba un ciclo. Termino mi gestión al frente de la Secretaría de Formación Política y no tengo si no agradecimiento para mi equipo de trabajo: Acroi Mendoza, Cristina Gaytán, Bianca Niemeyer, Sonia Rodríguez, Mónica Pereda, Gloria Vázquez y Francisco Rey. De seguro, al menos por un tiempo, los textos sólo se mandarán por vía electrónica y estoy meditando si me tomo diciembre para concluir un pendiente académico con el que estoy comprometido. Ya les avisaré…

lunes, 24 de noviembre de 2008

NARANJO

En las crisis se decantan los políticos y se muestra su verdadera dimensión. Mientras unos son barridos por la fuerza del temporal y otros sólo se esfuerzan por mantenerse a flote y pasar inadvertidos, rogando que amainen los vientos y el oleaje, y que todo termine lo más rápido posible, pocos son capaces de animarse a conducir el barco a pesar de los riesgos, hacer notar su liderazgo, transformar los problemas en oportunidades y dar a la nave un rumbo cierto. Este último es el caso de Guadalupe Acosta Naranjo que a pesar de que tomó las riendas del PRD en los momentos más difíciles de la crisis interna pudo hacer que esa fuerza política incidiera de manera positiva y contundente en el acontecer del país.

Ignorando siquiera si llegaría a cumplir una semana en el cargo, Naranjo asumió la presidencia del partido y actuó desde el primer momento con la convicción de que el PRD no podía quedarse a la deriva y, por lo mismo, en lugar de autocontenerse por los cuestionamientos internos o esperar a que se resolviera jurídicamente el resultado de las elecciones de marzo prefirió, para fortuna de todos, tener una actividad frenética y desplegar al máximo sus capacidades y facultades sin darle la vuelta a los problemas más escabrosos.

Entre otras cosas, el liderazgo y valentía de Acosta Naranjo fue fundamental para que se haya podido realizar una consulta exitosa sobre la reforma energética con la participación de todo el partido y el apoyo de sus gobernadores, elaborar una propuesta propia, tender los puentes de comunicación y la ruta de negociación con las demás fuerzas políticas y el gobierno federal, y finalmente aprobar el fortalecimiento de PEMEX sin privatizarlo, tal y como lo reconoció el grupo de expertos que avaló la iniciativa del PRD. También fue clave en el exitoso proceso de negociación del presupuesto de egresos que por primera vez lo coordinó el propio partido a través de un equipo encabezado por José Borges, anterior secretario de finanzas del CEN. Al acabar con la práctica de que cada gobierno acordara por su lado con la Secretaría de Hacienda para realizar una sola negociación, permitió sentarse con mayor fuerza en la mesa y tener mejores resultados. En otras leyes de gran importancia como la del establecimiento del Referéndum y el Plebiscito y que están próximas a aprobarse también ha tenido un papel sobresaliente. Además, se dio tiempo para promover la unidad de las izquierdas que, a pesar de la negativa del PT y Convergencia para integrarse, está avanzando y consolidándose con diversos partidos, sindicatos, organizaciones campesinas y sociales, personalidades, artistas, intelectuales y ciudadanos, de tal suerte que de ahí surgirá el mayor y más amplio frente electoral de izquierda para la elección del 2009.

Guadalupe fue el primer presidente no palomeado en la historia del PRD –Jesús será el segundo- y demostró plenamente que la independencia es una virtud. No dirigió al partido en función de los deseos de ninguna persona prominente ni se detuvo a pensar en los costos que le traería contrariar a la voluntad suprema que lo observaba desde la colonia Roma. Simplemente actuó de acuerdo a sus convicciones y priorizó los intereses del país y de la izquierda. Frente a las vulgares y rupestres infamias que le lanzó la jihad pejista no sólo no se arredró sino que, conforme a su carácter intempestivo y gusto por el botepronto, llegó a contestar con tal tino y contundencia que en ocasiones se le pasó la mano –como al autor de estas líneas-, y ya más calmado, como corresponde al Presidente Nacional, conminaba a la unidad. Y es que para alguien que siempre ha militado en la izquierda, que sufrió las represiones del viejo régimen y que fue fundador del PRD resulta, por decir lo menos, incongruente y ofensivo que personas que estuvieron del otro lado en los momentos más difíciles del perredismo y que se pasaron al partido cuando éste ya ganaba elecciones, u otros que tuvieron devaneos foxistas, se pongan a dar lecciones de moral revolucionaria y quieran impresionar con radicalismos de mentiritas.

La visión centralista por un lado y presidencialista por el otro que domina en gran parte de la opinión pública es la causante de que el éxito de Acosta Naranjo al frente del PRD haya sido una sorpresa para muchos. Su trayectoria política es larga a pesar de que tiene poco más de cuatro décadas de vida. Comenzó siendo dirigente estudiantil de la Universidad Autónoma de Nayarit en los ochentas del siglo pasado, en donde se le conocía como “El Mochis”, dado que de ahí provenía. Su vinculación de aquel entonces era con la Organización Revolucionaria Punto Crítico que dejó el abstencionismo para apoyar al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. De ahí que Guadalupe fuera el más joven de los que firmaron la convocatoria a la creación del PRD, por el cual fue dos veces diputado local y una candidato a la gobernatura de aquel estado. Como luchador social lo detuvieron en varias ocasiones y no faltaron los oficios de la iglesia católica para que lo soltarán. Fue promotor y pieza clave para que se logrará la coalición que derrotó al PRI en Nayarit en 1999. Como subsecretario de Gobierno tuvo desavenencias con el actuar frívolo y caprichoso del gobernador Antonio Echevarría que ya mostraba su predilección por Vicente Fox rumbo a la elección presidencial. Por ese motivo tuvo que salir del estado y se integró al equipo de la Secretaría General del PRD que en ese entonces estaba a cargo de Jesús Zambrano. Luego ha sido Secretario del CEN, Secretario General del mismo y actualmente Presidenta Nacional.

La presidencia ausente, y en ocasiones hasta indolente, de Leonel Cota permitió a Acosta Naranjo llenar los vacíos que aquel dejaba. Fue por lo tanto un Secretario General fuerte y muy activo, y como además conocía, a diferencia del ex Gobernador sudcaliforniano, muy bien al PRD, Andrés Manuel López Obrador lo invitó para procesar las candidaturas del 2006 en las famosas reuniones de los lunes. Pero no sólo eso, también jugó un papel sobresaliente para conseguir fondos para la campaña presidencial. Hasta la fecha sabe muy bien cómo exprimir a bancadas, legisladores y personalidades para financiar campañas prioritarias y otras buenas causas como el canal de televisión del partido. Aunque ni Elena Poniatowska ni Luis Mandoki lo hayan consignado, el verdadero responsable del Plantón en el Zócalo de la Ciudad de México fue Guadalupe Acosta Naranjo.

Sus cualidades como negociador en temas delicados ya se habían manifestado antes de la osadía de buscar a Beatriz Paredes y a Germán Martínez para platicar sobre PEMEX en momentos que parecía una utopía cualquier acuerdo y el ex candidato presidencial quería tener bajo estricto control todo lo relacionado con ese tema. Cuando las fuerzas noroñistas irrumpieron en la Catedral Metropolitana, Naranjo tuvo que salir al quite y arreglar el problema con el Cardenal; por cierto, también jugó un papel importante en la reforma electoral que atendió los agravios del 2006. Pero esas cualidades se expresaron a su vez en el conflicto interno. No obstante la descalificación que su nombramiento como presidente tuvo de parte de un sector del partido supo tender puente con diversos grupos y personajes claves del perredismo. En particular, su comunicación y cercanía con los gobernadores del PRD, especialmente con Marcelo Ebrard, ayudaron mucho a la gobernabilidad de la institución en momentos por demás complicados.

Acosta Naranjo termina su breve, pero sustanciosa, labor al frente del partido con un alto capital político; liderazgo emergente de la izquierda que, contra los ánimos antropófagos que tan acentuadamente se han visto en el último año entre los perredistas, bien se haría en preservar. Además, porque da gusto su éxito. Como vimos, su carrera política vino de abajo hacia arriba y de la periferia al centro. Lupe es una persona generosa que junto a su compañera Sonia Ibarra abre con facilidad las puertas de su casa y a la menor provocación saca la guitarra y amenaza con cantar –lo que generalmente cumple.


De paso...

Uno más. Con el arraigo de Noé Ramírez Mandujano es el segundo “zar antidrogas” mexicano –el primero fue el General Jesús Gutiérrez Rebollo- al que se le involucra con el narcotráfico y queda de manifiesto, una vez más, la inmensa capacidad corruptora de ese negocio. Insisto, mientras existan las ganancias millonarias por la venta de sustancias ilegales no hay mucho que esperar excepto que la espiral de crimen y violencia siga creciendo. Urge cambiar la estrategia y esa tiene que avocarse a golpear en el bolsillo de los criminales. En ese sentido es que debe legislarse mejor para captar el lavado de dinero e intervenir en el sistema financiero los recursos del narco, así como discutirse seriamente la legalización de las drogas blandas, empezando por la marihuana... Ojalá y alguna alma caritativa le comunique a Alejandra Barrales que el Congreso nacional determinó que toda alianza electoral local debe ser acordada por el Consejo Nacional y que según Estatutos el único que tiene personalidad jurídica para firmar alianzas en cualquiera de las entidades de la república es el Presidente Nacional, es decir, Jesús Ortega. Pero más importante que salvarla del ridículo es aconsejarle que su papel es propiciar la unidad y construir condiciones para enfrentar el proceso electoral en mejores condiciones. Claro, que haga caso pasa porque deje de ser combatiente talibán de Osama Bin Batres... Démosle una oportunidad a la ingenuidad y pensemos que espontáneamente algunos miembros cercanos a Andrés Manuel López Obrador decidieron abrir fuego contra el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas porque, dicen, no fue tan consecuente como el primero en la lucha contra el fraude. La verdad es que son condiciones tan diferentes que no cabe ninguna comparación. Si los más de quinientos muertos post 1988 no son suficientes, me permito recordar dos hechos sintomáticos: El periódico La Jornada no publicó una sola caricatura de Carlos Salinas de Gortari desde que inició su mandato hasta que lo terminó y el Ingeniero Cárdenas no salía ni por error en los medios de comunicación, sobre todo los electrónicos. En esos tiempos “el cerco informativo” era más una realidad que una consigna... Correr a Sven Göran Eriksson sería un error mayor que haberlo contratado. Empezar un nuevo proceso justo antes de empezar la fase decisiva es jugar a la ruleta rusa... Agradezco de corazón a Carlos Marín, Guadalupe Acosta Naranjo, René Arce, Eliana García y Minerva Hernández que me van a presentar mi último libro, La guerra de los herejes, el jueves 27 a las 13 hrs., en el salón Covadonga del Hotel Casa Blanca, en La Fragua, muy cerca de Reforma. También agradezco al Instituto de Estudios de la Revolución Democrática, en especial a Jorge Calderón y a Alejandra Tello, la convocatoria y organización del evento… Y en la Feria Internacional del Libro, 5 de diciembre a las 12 hrs., me harán el honor Jesús Ortega, Ruth Zavaleta, Víctor Hugo Círigo, Carlos Navarrete y Raúl Vargas. Aprovecho para agradecerles a ellos y a José Antonio Magallanes por el apoyo, las atenciones, la iniciativa y la disposición…

viernes, 21 de noviembre de 2008

jueves, 20 de noviembre de 2008

LA DECISIÓN DE ENCINAS

No fueron los principios ni las convicciones, sino el cálculo político y la disciplina, lo que llevaron a Alejandro Encinas a renunciar a la Secretaría General, aunque debo reconocer que el discurso furioso y envenenado que desde hace más de un año se ha lanzado desde el bloque que lo postuló contra los compañeros de partido que le compitieron dificultaba la adopción de medidas más serenas y racionales so pena de también ser acusado de “traidor”, “comparsa”, “pragmático”, “legitimador”, algo de lo que, por cierto, no se salvó del todo, pues su ala más ultra le reprochó que no haya abandonado las filas del PRD – está visto que las palabras pueden apresar y por eso hay que pensarlas bien antes de pronunciarlas. La permanencia de Alejandro en el partido y en el proyecto que destacadamente ha contribuido a construir es sin duda lo más rescatable y valioso del anuncio que hizo, lo cual no debe depreciarse, incluso a pesar de que en lugar de abonar a la unidad para enfrentar en mejores condiciones el 2009 haya anunciado una cruzada internista con la corriente que va a conformar y a la cual, no obstante lo anterior, se le debe dar la bienvenida.

Por supuesto que comparto la idea de renovar al PRD –que por definición no puede significar regresar a los tiempos caudillistas- y de corregir los vicios que carga y que, en buena medida, provienen de la cultura política dominante, herencia del viejo régimen que tras setenta años de control impregnó a la sociedad entera de sus usos y costumbres. ¿Pero no debió haber esperado a que terminara el proceso electoral para impulsar ese loable propósito que encontraría eco en muchos perredistas de todas las corrientes y de los sin corriente? Hay consenso en el partido, ya está pactado, que tras la elección intermedia se abrirá un proceso de reflexión, discusión y análisis para su transformación profunda, de tal suerte que sin distraerse en la importante pretensión de tener resultados decorosos el próximo año se generen las condiciones propicias para el debate interno que se necesita. Y para ambas cosas resulta inconveniente fomentar la polarización e insistir en la monserga de los “buenos” contra los “malos” y replicar dentro del partido los ecos mesiánicos que promueven “rescatar”, por no decir “salvar”, al partido de compañeros vueltos, otra vez, enemigos. Eso suena más a AMLO que a Encinas.

Ahí está el riesgo: que en lugar de coadyuvar al éxito electoral en un momento difícil para el país y para la izquierda se quiera hacer dentro del partido una caricatura de lo que sucedió a nivel nacional después de la elección del 2006, un patético reflejo en que lo único que se agradece es que no se haya cometido el desatino de nombrar a Alejandro Encinas presidente legítimo del PRD. Por eso espero de verdad que la apuesta no sea lucrar con el fracaso que uno mismo promueve. Esa estrategia en la política nacional ha provocado que el que está capitalizando los errores, insuficiencias e incapacidades de la administración calderonista sea el PRI y no quien fuera el principal, y para muchos despojado, contendiente del actual titular del Ejecutivo. Insisto, no sería correcto, y acabaría volviéndose un bumerang, incentivar la catástrofe para apuntarse como redentor.

Nadie duda de los aportes, capacidad y preeminencia de Alejandro Encinas como dirigente de tantos años en la izquierda aunque sí de su independencia, más ahora que cometió el error político –al tiempo- de negarse a ocupar el asiento en la dirección que le correspondía y con el que se puede incidir de manera determinante en las decisiones importantes. Como dijimos, esa lamentable decisión no respondió a principios, porque si así fuera no hubiera promovido a Ricardo Ruiz, cercanísimo a él, como sustituto al cargo ni le hubieran permitido al nuevo presidente del PRD en Quintana Roo que tomara posesión después de que el TEPJF resolvió quitarle el triunfo del candidato de Nueva Izquierda para otorgárselo al de Izquierda Unida. Ahí no se ofendieron por la supuesta intromisión de un “órgano del Estado”, ni elucubraron supuestos “pagos de favores”, ni condenaron que no se haya respetado la decisión de los “órganos internos”. Lo que pasa es precisamente lo que el mismo Encinas denuncia correctamente pero que, para variar, lo hace sin asumir que su crítica también lo incluye a él y, sobretodo, a los grupos que lo apoyan. Me refiero a su certera denuncia de que en nuestra organización priva muchas veces aquello de que “el justifica los medios” y uno de esos medios es, entre otras cosas, aceptar solo a las instituciones y sus fallos cuando éstos son favorables.

Peor aún es la doble moral, la franca tartufería que exige lo que no da, que es incapaz de medirse con la vara que mide y que mientras juzga a los otros con la severidad de monjes ascetas se permite a sí mismo todo tipo de licencias. No me refiero al hecho de que Alejandro haya anunciado su lucha contra el corporativismo y el clientelismo entre vítores y aplausos de grupos corporativos y clientelares. Eso es menor. El problema es estar y no estar; es tomar los beneficios y buscar que otros corran los riesgos y paguen los costos; es estirar una mano para cobrar dentro y golpear desde afuera con la otra; es buscar medrar con acuerdos por debajo de la mesa al tiempo que públicamente se declara la guerra; es cultivar la simulación y utilizar el ataque estridente como técnica de negociación; es pedirle al presidente más carteras al tiempo que se le desconoce; es el cínico desenfado de hinchar el pecho y jactarse de estar dispuestos “asumir los costos políticos” por tomar tribunas, cercar Congresos y cerrar calles, y cuando éstos llegan en el voto depositado en las urnas pasan la factura a los que no estuvieron de acuerdo con esas medidas con exultante enfado; o de crear un grupo de expertos para que den un veredicto sobre la reforma energética y luego no hacerle caso; o de negociar y conseguir partidas presupuestales para después votar en contra; o de anatemizar moralmente a los adversarios sin ver que a lado marchan los de la Leche Betty y los videoescándalos.

El buen juicio y el talento de Jesús Ortega y Alejandro Encinas hicieron posible que el reciente Congreso Nacional del PRD saliera en unidad y con acuerdos importantes. El próximo Presidente Nacional seguirá siendo fiel a sí mismo y buscará incluir a todos los grupos y expresiones y tenderá puentes para sumar, sanar heridas y darle vuelta a la página. Sería deseable que no obstante su último discurso beligerante también Alejandro lo sea y, aunada a su afortunada decisión de mantenerse en el partido, haga gala de su capacidad de diálogo que le conocemos para cerrar filas de cara a una aduana difícil el próximo año. Ya habrá tiempo para dirimir, democráticamente y con base en ideas, las diferencias.


De paso…

Pláceme. Carlos Fuentes cumple 80 años de vida y la nación mexicana no puede hacer menos que celebrar el acontecimiento y a este insigne hombre de letras de amplia trayectoria, gran lucidez y observador atento y crítico de los procesos en México y en el mundo. ¡Felicidades!... Algunos amigos míos insisten en que son muy semejantes AMLO y Barack Obama, y yo los respeto; sólo me permito recordarles que el que dijo que “el que no está conmigo está con mis enemigos” fue George Bush Jr.… ¿Será verdad que después de acariciar la Presidencia de la República su objetivo estratégico no será ganar distritos de mayoría y tener una bancada decorosa sino mantener el registro y las prerrogativas de dos partidos que sin él se las verían negras?... Que en el Aviso Oportuno se puso un anuncio para solicitar a un par de pilotos que quieran aprender y practicar con los aviones del gabinete presidencial. Favor, piden, de presentarse con tres fotografías, certificado de secundaria, diploma de buena conducta, aceptación de trabajar los fines de semana y, a protesta de decir verdad, no sufrir de vértigo… Y hablando de anuncios acaba de salir mi último libro, “La guerra de los herejes”, el cual se imprimió en tiempo record (el último texto está fechado el 5 de noviembre y trata sobre el triunfo de Obama y el trágico avionazo) y por tal motivo me permito hacer un reconocimiento a los editores Héctor de la Vega y Marco Vinicio Barrera. Están agendadas dos presentaciones: una en el salón Covadonga del Hotel Casa Blanca el 27 de noviembre a las 13 hrs. y la otra en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara el 5 de diciembre a las 12 hrs. Se acondicionará un sitio especial para que Noroña haga su resistencia civil pacífica y nosotros le podamos cantar Las golondrinas. El cartel se los comentó en el próximo artículo…

miércoles, 12 de noviembre de 2008

PUNTO FINAL

Por fin llegó a su fin el proceso de elección de Presidente y Secretario General del Partido de la Revolución Democrática. Es verdad que eso no termina con el conflicto, que las diferencias existen y existirán y que una parte del partido que nadie debe despreciar está inconforme con la resolución del TEPJF; pero también lo es que era indispensable cerrar el expediente legal para que, con ese piso de certeza, se pueda trabajar en la indispensable reconciliación, en los acuerdos políticos que se requieren, para que la diversidad que existe en el PRD pueda enfrentar en mejores condiciones la difícil elección del 2009 con un mismo registro y una sola campaña.

La última palabra jurídica ha sido dicha, pero es hora de intensificar la política para cerrar heridas, sumar voluntades y ver hacia el futuro. Sería ingenuo pensar y demagógico sostener que esa tarea será fácil e ignorar las previsibles reacciones, descalificaciones, amagos, amenazas, injurias e infamias de alta estridencia que vayan en sentido contrario. Sin embargo, la fatalidad de una decisión inapelable y la firme decisión de la mayoría partidaria de no negociar la legalidad ni poner en cuestión la institucionalidad constitucional hará que prevalezca, más temprano que tarde, el buen juicio y la necesidad de los acuerdos, pues la sobrevivencia del proyecto está en juego y todos perderían con la prolongación del conflicto. Con el tiempo encima, la responsabilidad compartida y el reto inmenso de revertir tendencias desfavorables no hay más ruta que la de la racionalidad que por principio es contraria a las inmolaciones y suicidios colectivos.

Darle vuelta a la página no es olvidar ni hacer como que nada pasó. El PRD está obligado a replantear su estructura interna, su forma de convivencia, sus métodos de elección y, en un sentido más amplio, su cultura política. En ese sentido no podía ser más afortunada la decisión del TEPJF, pues ya no habrá elección interna en febrero de 2010 y eso va a evitar no sólo volver a repetir la amarga experiencia -con iguales ingredientes es previsible que haya iguales resultados- sino también que la elección intermedia se volviera una precampaña para la dirección nacional contribuyendo con ello a malos resultados y abonando el encono. El periodo de Jesús Ortega termina en el 2011 y permite que haya mayor estabilidad para que terminando el proceso electoral constitucional se abra un espacio de reflexión colectiva para transformar al partido y no cometer los mismos errores que llevaron a la principal organización de la izquierda en el país a su mayor crisis.

Sería deseable que Alejandro Encinas aceptara su cargo como Secretario General. Sin duda su capacidad, trayectoria y ascendencia fortalecerían al partido y su presencia coadyuvaría con la unidad y garantizaría la pluralidad y la inclusión de los cientos de miles de militantes que le dieron el voto. Es un dirigente respetado por propios y extraños. Pero es probable que dadas las circunstancias se niegue a hacerlo, pero eso no debe obstar para que se construyan acuerdos en los que participe y que miren hacia el futuro de la izquierda en México y, por lo mismo, que trasciendan la lucha interna que tiene cansada con razón a la sociedad mexicana a tal punto que no se puede ser más anticlimático en estos momentos que alentándola. Por fortuna, Jesús Ortega es un convencido del diálogo, práctica la tolerancia, entiende que se debe dirigir colectivamente el partido y quiere que se cierren filas para enfrentar en unidad la elección. No hay razón para continuar la lucha fraticida y menos ahora que ya hay presidente definitivo.

Justo es reconocer que en los últimos seis mese se evitó la catástrofe porque en medio de la crisis se pudo constituir una dirección que lejos de sobrellevar las cosas y resignarse a ocupar transitoria y mediocremente el despacho supo ponerse a la altura de las circunstancias, tomar la iniciativa e incidir en los acontecimientos en momentos críticos, de tal suerte que el PRD no sólo se salió del autoaislamiento en que se había metido tras la elección del 2006 sino que se volvió protagonista y pudo incluso establecer agenda. Guadalupe Acosta Naranjo llegó en medio de la incertidumbre y pisando arenas movedizas y terminó a tambor batiente.

Si el PRD por fin puede ver ahora la luz al final del túnel es porque en los momentos más críticos la Comisión Nacional de Garantías se convirtió en el último reducto de la institucionalidad partidaria y se rehusó a convertirse en instrumento de una corriente. Una de las partes no supo lidiar con su autonomía y no quiso entender que tenía que usar criterios iguales para casos iguales, razón por la cual la hostigó hasta el punto de pedirle a ciertos poderes fácticos que consiguieran la renuncia de sus integrantes. El que hayan resistido y visto por el interés de la institución habla muy bien de los dos literales sobrevivientes que no merecían el duro golpe de ser desautorizados por la máxima autoridad electoral en la resolución más importante que tomaron, pero estoy cierto que comprenderán que no se debe ver el fallo como un asunto personal y que van a tener presente la verdad de Perogrullo de que en el derecho se gana o se pierde y que en este caso se trató de una contienda en buena lid frente al legítimo recurso de un candidato que se sintió lastimado en sus derechos.

La crisis motivó excesos de uno y otro lado. Es tiempo de pararlos y mostrar genuina voluntad de dejar atrás los agravios y mirar hacia delante. No es tiempo de pieles sensibles y menos para aquellos que siempre tienen la espada desenvainada. Hay genuina disposición del próximo presidente nacional del PRD para recomponer y construir en conjunto el futuro del partido y, en esa medida, del país. El llamado, por supuesto, incluye a Andrés Manuel López Obrador que mantiene su lugar en los órganos de dirección y al que sin duda se le escucharía y tomaría en cuenta. La división sí que beneficia a la derecha y, por lo mismo, es momento de poner el interés general por delante. Seguimos todos a prueba.


De paso…

Moral. Lamento la decisión de algunos legisladores de votar en contra del presupuesto de egresos. Se dirá que están en su derecho y que se trata de una decisión de conciencia. Sin embargo, considero poco ético entrar en la negociación, conseguir la aceptación de sus planteamientos, salir beneficiados y después desentenderse para arremeter en contra de lo que uno es partícipe. Es peor que el polizón, también cuestionable, que viaja sin pagar costos, pues éstos, concluida la travesía, golpean a la tripulación que los transportó. Es un asunto de moral. No es la mía… Tiene derecho Alejandro Encinas a expresar su inconformidad por la resolución del TEPJF. No se esperaba otra cosa aunque hubiera sido saludable. Entendiendo lo anterior y sin ganas de reavivar el conflicto, es más que pertinente hacer una aclaración. No fue el tribunal el que le dio el triunfo a Jesús Ortega sino el voto de los militantes. Ojalá se acaben pronto las insidias, se asuma el principio de realidad de que el nuevo presidente irremediablemente asumirá y le tome la palabra Encinas para codirigir el partido. Hay que levantar la vista… Es inaceptable que el Embajador de Estados Unidos se convierta en vocero sobre las investigaciones del lamentable avionazo. No es su papel –ni su país-…

martes, 11 de noviembre de 2008

LA HISTORIA Y LA TRAGEDIA

En México, la tragedia opacó a la historia. El día en que ganó por primera vez un afroamericano la elección presidencial en los Estados Unidos de América, seduciendo a millones de electores con la necesidad del cambio y generando un clima internacional arrolladoramente a su favor en medio de la mayor crisis que haya tenido el sistema financiero mundial, cae y se destroza una aeronave en la Ciudad de México con nueve tripulantes a bordo, entre los que se encontraban Juan Camilo Mouriño, Secretario de Gobernación, y José Luis Santiago Vasconcelos, ex fiscal del crimen organizado.

Por supuesto que la trascendencia del triunfo de Barak Obama es universal y que, sin pasar por alto que las enormes expectativas creadas serán muy difíciles -si no es que imposibles- de cumplir plenamente, máxime con las dificultades inherentes a la crisis a las que tendrá que hacer frente, nadie puede quitarnos el optimismo renovado y, aunque se oiga cursi, encontrar un motivo de esperanza por el acontecimiento consagrado en las urnas. Pero así como el mundo se ilumina por el arribo a la presidencia del país más poderoso del planeta de un líder que se opuso a la absurda guerra de Irak y que promete darle un rostro más amble y comprensivo al imperio y dejar atrás la política del unilateralismo belicoso de la administración Bush Jr., nuestro país se ensombrece por la magnitud del golpe y de las dudas.

Justo cuando la imaginación ya no podía idear cómo el país pudiera descomponerse más sobreviene el doloroso hecho que era tan impensable como una elefanta en la carretera o un avión desplomándose en Reforma. Con el poder del narco desatado y descarnado que cuenta sus víctimas fatales por millares y se permite incluso hacer política de medios con mantas en las principales ciudades y demostraciones cotidianas de salvajismo siempre autosuperado, las amenazas de muerte dirigidas a José Luis Santiago Vasconcelos que incluso llevaron a la detención de sicarios con lanzacohetes, la escandalosa corrupción recién descubierta en los más altos niveles de la SIEDO en tiempos en que aquel estaba a cargo, la estrecha amistad de Juan Camilo Mouriño con Felipe Calderón, la importancia en sí de su cargo y el papel que desempeñaba como principal operador del gobierno federal son, entre otros tantos elementos, motivos para la suspicacia.

Fue sin duda un error, que indica lo atrasado que está el país en labores de inteligencia y seguridad nacional, permitir al número dos del poder político en México abordar un avión con un blanco potencial y explícito del crimen organizado. Eso no significa, claro está, que necesariamente se haya tratado de un atentado, pero sí del poco profesionalismo que existe para su prevención. En cualquier caso, el gobierno mexicano está obligado a hacer una investigación transparente porque a pesar de que no hay vacuna posible contra la sospecha en un asunto de éstos es fundamental que se de una explicación creíble y sustentada a la opinión pública de lo que sucedió.

Si fue un accidente, y así queda acreditado, sería el segundo en un lapso muy corto. Ramón Martín Huerta, también secretario de Estado y cercanísimo al entonces presidente, Vicente Fox, falleció en 2005 al desplomarse un helicóptero oficial. Esperemos que así sea aunque en esta ocasión no hubo banco de niebla y se trató de un jet, pues de lo contrario se acreditaría que el crimen se ha infiltrado hasta la cima de las estructuras en las instituciones y que nadie, absolutamente nadie, puede sentirse seguro.

Accidente o atentado, de cualquier manera se debe revisar la estrategia del combate a las drogas, pues a la par que el consumo de sustancias prohibidas ha aumentado también la violencia y el crimen ligados al mercado negro que las provee. El poder de fuego y corrupción del narcotráfico es directamente proporcional a sus ingresos y mientras no se ataque efectivamente al negocio, es decir, a las utilidades, se estará dando una batalla perdida. La legalización de drogas blandas, en especial la marihuana -que es la más consumida, la que más produce el país y la que más ganancias genera al narco-, y mayor capacidad de intervención en el sistema financiero para detectar altos flujos de capital y evitar el lavado de dinero son temas ineludibles para enfrentar la principal amenaza a la Seguridad Nacional y a la viabilidad del Estado mexicano.

Hay que vencer prejuicios. Buscar que sea la información y la transmisión de valores los fundamentos para prevenir las adicciones antes que la coerción policiaca es entender que es la conciencia individual el espacio donde se toman las decisiones y que es mejor educar para el ejercicio responsable e irrenunciable de la libertad que reprimir. Finalmente cada individuo tiene el derecho, reconocido o no, de decidir sobre su vida y su cuerpo mientras no afecte a terceros.

Por cierto, Barack Obama reconoció haber consumido cannabis y servirse de sus propiedades relajantes. Y así es en muchos temas en los que rompe paradigmas e invitan a pensar en un parteaguas ahora que se acabó el ciclo neoliberal y hasta los gobiernos de derecha se prestan a enterrar la tesis lamentablemente resurrecta en las últimas tres décadas de la mano invisible del mercado como forma ideal de regulación. Hay que pensar al mundo distinto y es una tranquilidad que en este preciso momento se apreste a gobernar al país más rico de la tierra un político afroamericano de retórica electrizante, hijo de padre keniano, nacido en Hawai, mudado a Indonesia en su infancia, que supo construirse así mismo en condiciones adversas, estudiar, hacer trabajo social en los sectores más desfavorecidos, abrirse paso exitosamente ante la clase política tradicional, que venció en una trepidante contienda interna a una mujer extraordinaria de capacidad probada y familia connotada, y que se ha vuelto una conmoción dentro y fuera de su país no sólo, aunque sin duda ayudó, por la impopularidad de su predecesor, sino también por su capacidad de cautivar, de generar confianza, de hacer creer a los jóvenes que sí pueden cambiar a los Estados Unidos sin fomentar divisiones ni cultivar rencores, sin sueños mesiánicos y llamando a la acción colectiva. La crisis y el momento son una gran oportunidad para ese país y, por lo que significa, para el mundo. Ojalá y no se desperdicie.

Y bueno, mi país también tiene una oportunidad si sus políticos entienden que en virtud de los graves problemas y los tiempos difíciles que se avecinan es momento de demostrar visión de Estado, de salvar el barco antes de pelearse por quién lo comanda. El caos, la descomposición y la incertidumbre cultivan autoritarismos. Comprender esto no lleva al estancamiento. Al contrario, es ver este momento como propicio para suscribir un gran pacto nacional que culmine la transición a la democracia, proteja y amplíe los derechos, profundice las libertades, acote a los poderes fácticos y establezca un régimen que sea eficaz, garantice equilibrios y corresponsabilidad en el ejercicio del poder, capaz de redistribuir el ingreso y profundamente democrático. Por desgracia, mucho me temo, que en uno y otro y otro lado hay poca conciencia de ello.



De paso...

Dislexia. Alejandra Barrales necesita ayuda. La pobre no distingue la derecha de la izquierda y cada vez que declara constatamos que nada le sienta tan bien como el silencio. Y es que al tiempo que manifestó su disposición para construir “una amplia alianza de las izquierdas” en la Ciudad de México, lo que está muy bien, incluyó, además de los membretes ineludibles para quien comanda adelitas y se jacta de su incondicionalidad obradorista, PT y Convergencia, al Partido Verde y al PANAL, pero descartó completamente cualquier acuerdo con el Partido Socialdemócrata porque, aduce, es “supuestamente de izquierda” y “hemos sido enemigos en la ALDF”. Olvida que en ese órgano parlamentario los socialdemócratas empujaron junto con el sector libre del PRD las leyes más emblemáticas de la visión de izquierda en el país: la Ley de Sociedades en Convivencia, la despenalización del aborto, la eutanasia pasiva, el divorcio express y ahora promueven la discusión sobre la legalización de la marihuana como visión alternativa a la desastrosa estrategia prohibicionista para combatir a las drogas que además de no disminuir el consumo ha traído una espiral incontenible de violencia, muerte y crimen en el país. En cambio, la organización del tucán es el único partido verde en el mundo que aprueba la pena de muerte, se opone a la despenalización del aborto y se moviliza para no legalizar drogas blandas, es decir, que defiende posiciones de derecha. Y qué decir del PANAL, partido de la inefable Elba Esther Gordillo. Ahí debe haber un error, a menos que Alejandra quiera su Humer del año... Es de celebrarse que Andrés Manuel López Obrador manifieste su satisfacción por el triunfo de Barack Obama, pues da la esperanza de que le aprenda muchas cosas valiosas. El futuro presidente convenció y apasionó por el cambio a la sociedad norteamericana sin fomentar su división. Al contrario, su mensaje siempre ha sido incluyente y se ha mostrado como un dirigente tolerante que entiende que la lucha contra los privilegios e injusticias sociales puede ser un factor de unión más que de polarización. También ha sabido sumar a quienes fueron sus adversarios y ha dado muestras fehacientes de su convicción democrática. El político afroamericano no es dado a la doble moral, al grado de aceptar públicamente haber consumido marihuana durante su juventud y no renunció a defender sus valores liberales a cambio de ganarse simpatías en los sectores conservadores. Y muy importante, pudo entusiasmar a los jóvenes porque en lugar de recitarles credos y proyectarse como redentor les dio confianza en sus propias fuerzas y su capacidad de incidir como generación en el rumbo de la nación más poderosa del planeta. Sí, esperemos que el arrollador triunfo del candidato demócrata lo haga reflexionar porque muchos quisiéramos que Andrés Manuel se pareciera más Obama y menos al Mosh...

martes, 4 de noviembre de 2008

Nueva carta a Encinas

Lic. Alejandro Encinas Rodríguez
Ex candidato a la presidencia nacional del PRD


Estimado Alejandro:


Volviste a la carga, pero erraste el tiro. Sea por que se aproxima el fallo del TEPJF sobre la elección de marzo o sea por las recientes desavenencias por la aprobación de la reforma energética, el caso es que decidiste reavivar el conflicto interno. Lamento eso y más que para ello te sirvas de señalamientos y acusaciones que no sólo carecen de sustento sino que también abonan a la dinámica de linchamiento moral que tanto gusta a la izquierda sectaria, misma que ahora se dice agraviada porque la mayoría de los legisladores del PRD se atrevieron a votar a favor de sus propias propuestas a pesar del anatema lanzado desde la plaza. Pero además, bien analizadas, tus afirmaciones se revierten; terminas por escupir al cielo.

Dices en una entrevista que Los Chuchos se deben diferenciar del la derecha y no del Movimiento en Defensa del Petróleo, pero pasas por alto que fue Andrés Manuel López Obrador el que decidió diferenciarse de su partido. La reforma energética cumple con lo aprobado por amplia mayoría en la consulta ciudadana y por unanimidad en el Congreso Nacional del PRD; fue avalado en sus términos por los grupos parlamentarios y por el Comité Ejecutivo Nacional ampliado, lo mismo que por el grupo de intelectuales y expertos que elaboraron la iniciativa suscrita por el FAP.

Y sin embargo, mediante una votación de mitin, el líder de ese movimiento decide otra cosa, llama a impedir su aprobación y, posteriormente, en la Cámara de Diputados, califica de “traidores a la patria” a los que la apoyen mientras el oficialismo pejista difunde una lista negra en la que en el colmo de la enfermedad incluyen al ingeniero Cuauhtemoc Cárdenas. ¿Para no diferenciarnos del movimiento tenemos que encadenar la actuación de nuestros legisladores y las determinaciones del partido a lo que se resuelva en mítines y contribuir al atraso y la intolerancia denostando a los que no lo hagan? ¿Aceptar actos de simulación democrática nos diferencia o nos acerca a la derecha?

Aconsejas a Nueva Izquierda “diferenciarse de la derecha” cuando es la que, en la propuesta, más lo ha hecho. Te recuerdo que la Ley de Sociedades en Convivencia, la despenalización del aborto, la voluntad anticipada, el divorcio express y actualmente la discusión para enfrentar al narcotráfico y las adicciones con la legalización de la marihuana, además de la estrategia de negociación que permitió una reforma energética que fortaleciera a PEMEX sin privatizarla, han sido promovidas por esa expresión y sus aliados. Si lo que estás pensando es en tomar tribunas para impedir que se voten logros propios y promover amparos para detener reformas en las que se reconocen avances, entonces tengo que aceptar que eso es diferenciarse, pero no de la derecha sino del sentido común y de la más elemental congruencia.

Estamos viendo un patético cuadro de surrealismo político. Al tiempo que el movimiento reclama exclusividad de los logros de la reforma, encabeza la lucha contra ésta. Hacen una toma de tribuna el día de la votación para, según dijeron, impedir la sesión y las dos docenas de “heroicos” diputados no sólo aceptaron su desarrollo sino hasta se bajaban para votar y pedir la palabra. Ignoro si esa toma ight fue parte de los acuerdos con Cesar Duarte para recibir a AMLO, pero entonces era mejor no hacer nada, pues además del habitual deterioro de la imagen sólo se exhibió debilidad. Por cierto, decir que lo conseguido se debe única o principalmente a Andrés Manuel y a la fuerza que representa es pura mitología pejeana.

Disculpa, pero tengo repulsión por la adulteración histórica a la que el estalinismo era tan adepto y que servía tanto para cultivar la megalomanía del gran líder como para combatir a los disidentes, tal y como, guardando las proporciones, ahora acontece. Sin presentar siquiera un borrador de dictamen se afirma cual dogma de fe que la toma de las tribunas evitó el albazo legislativo y consiguió el debate que ya estaba acordando Carlos Navarrete con los otros coordinadores justo cuando se dio el evento. Pero bueno, eso es casi pura especulación y resultaría ocioso y desgastante hacer un simple intercambio de creencias. Mejor vamos a lo que nos consta y que requiere sólo de un sencillo ejercicio de memoria.

Cuando Guadalupe Acosta Naranjo invitó a los presidentes del PAN y del PRI a dialogar sobre la posibilidad de construir una reforma energética de consenso fue inmediata y duramente descalificado por el lopezobradorismo. Es más, tú pronunciaste una frase desafortunada al llamarlo “tonto inútil”. Lástima que la mezquindad que acompaña al conflicto interno impida que tengas el gesto de reconocer que te equivocaste y aceptar que nuestro presidente contribuyó decididamente al buen resultado que incluso tú reconoces. Además me extraña que tú subestimes la lucha política institucional, el trabajo legislativo, el papel de los negociadores, la batalla en la opinión pública, el impulso de muchas personalidades, entre ellas, la de Cuauhtémoc Cárdenas. En tus declaraciones no distingo dónde termina Andrés Manuel y dónde comienzas tú.

En honor a la verdad, nuestro ex candidato a la presidencia nunca vio como posibilidad el acuerdo con el PRIAN alrededor de una reforma no privatizadora y cuando ésta se dio utilizó una salida de emergencia para mantener el conflicto que, sin duda, es su apuesta estratégica. Más que una rendija lo que encontró fue una coartada. En el Comité Ejecutivo Nacional los secretarios de Izquierda Unida se oponían a presentar una propuesta propia y, como tú dices, es del dominio público que costó mucho trabajo convencer a AMLO de hacerlo. Y, tal y como se consignó en la grabación de un reportero, para López Obrador el debate era “una vacilada” y “una forma para ganar tiempo”, aunque por fortuna tuvo el buen tino de rectificar.

El hecho de que AMLO nunca haya creído, ni buscado, ni querido el acuerdo no quiere decir que no tenga responsabilidad en los logros obtenidos. Al contrario, su presencia, activismo y fuerza movilizada sin duda que fueron tomados muy en cuenta para la flexibilización en las posiciones de los otros partidos y que el gobierno pensara dos veces antes de encender un intenso foco de conflicto en un momento por demás complicado. Como ves, aunque eso no cuadre con las tendencias megalómanas y mesiánicas de los devotos, el éxito es colectivo.

Dónde no te mediste es en acusar a Los Chuchos de llevar al fracaso electoral al PRD. Según Consulta Mitofsky, tras tener como partido el 28% de la votación como partido en el 2006, Leonel Cota, incondicional de AMLO, lo dejó en el 14% (mayo de 2008). Luego, tras la toma de tribunas y la agudización del conflicto interno, bajo un punto más. López Obrador perdió en dos años el 40% de sus electores. La disminución en las preferencias se da a la par de otro fenómeno: el crecimiento del rechazo. Ahí el partido ha ido de la mano de su ex candidato presidencial y de 27% que se tenía en junio de 2006 se elevó al 43% en mayo de este año, cifra un poco menor a la que tiene Andrés Manuel y cuya ausencia ha sido notable en los mayores éxitos que hemos tenido en este tiempo, Michoacán y Cancún. Es evidente que la política de confrontación estridente y callejera, por más que se apele al pueblo para justificarla, nos ha alejado de sectores importantes. El caso de Guerrero influyó un cúmulo de factores extras como la crisis del partido y su división, los malos gobiernos y el apoyo incentivado a otros partidos desde el gobierno legítimo. Nadie descubre el hilo negro al decir que la resistencia civil no es rentable electoralmente sino todo lo contrario, así que tus dardos debieran apuntarse hacia otro lado aunque ahí esté tu mayor respaldo.

Es correcto buscar la unidad para el 2009, pero las condiciones que pones la hacen inviable. Tú mismo reiteraste en la campaña que el problema del partido era su falta de institucionalidad y que se debía acabar con esa máxima cínica que dice que “acuerdo político mata estatuto”. Pues te invito a que sea congruente con tu planteamiento y aceptemos el fallo de las instancias y respetemos nuestra legalidad. Durante meses sostuviste que no había razón para anular la elección y sólo después de que el cómputo dejó de favorecerte al contarse, como correspondía, el 100% de los votos, cambiaste de parecer. Pero además, los vetos ahondan el conflicto y envilecen la convivencia. Si en verdad te interesa la unidad, no debieras casarte con ese capricho de Andrés Manuel que tanto ha complicado la crisis partidaria y, en su lugar, deberías invitarlo para que asista a las reuniones de los órganos de dirección del partido y deje a un lado su actitud caudillezca de tirarnos línea desde la plaza.

Afirmar como lo hace Izquierda Unida que el TEPJF dará el triunfo a Jesús Ortega como compensación a la aprobación de la reforma energética es una bajeza, una ruindad que indigna porque mancha un legítimo e importante triunfo de la izquierda. ¿Entonces debiéramos concluir que cuando esa instancia te dio la razón por el asunto de las cartas o ahora que concluyó que fue ilegal la transmisión de spots del CCE en 2006 y que deben ser sancionados los partidos que se beneficiaron es porque hubo “un cambio de favores”? No puede ser, Alejandro, que te hayas contagiado del atraso pejista que sólo acepta el fallo de las instancias cuando le favorecen.

Espero que coincidas conmigo en que sería falto de toda responsabilidad y ética jugar al desastre del país para cultivar salvadores de la patria, pues además de arriesgado e incierto resultaría indeseable para el proyecto democrático de la izquierda incluso si el albur tuviera éxito. También espero que coincidas en la necesidad de discutir abiertamente y con respeto nuestras posiciones. Por ello es que me atreví a escribirte.

Te mando un gran abrazo y te reitero mis respetos.