jueves, 28 de mayo de 2009

LA NARCOCAMPAÑA DE FELIPE CALDERÓN

Fernando Belaunzarán


En consonancia con la estrategia electoral del PAN que pone en el centro la lucha del “presidente contra el crimen”, el gobierno federal está implementando operativos espectaculares de alto impacto mediático para reforzar precisamente ese mensaje. Con ello, pese a su explícita negativa al respecto, Felipe Calderón decidió emular a Vicente Fox y ser protagonista de las campañas e incluso convertirse en punto de definición de la intención del voto.

Lo hace de manera irresponsable, pues no sólo utiliza al Estado para inclinar la balanza a favor de su partido sino que al golpear con intenciones facciosas a sus contendientes por supuestos vínculos con el narcotráfico enrarece aún más el clima político, presagia la permanencia de una guerra sucia y sin cuartel al menos hasta el 2012, determina desde ahora una sucesión presidencial conflictiva, contribuye al desgaste de un sistema político que cuenta con un alto grado de desprestigio social y dificulta las impostergables respuestas a los graves problemas del país y que requieren de grandes consensos.

De por sí, urge construir una salida institucional y con amplia legitimidad a este régimen disfuncional que se encuentra atascado a la mitad del camino entre el viejo autoritarismo y la consolidación democrática. Sólo así se podrá culminar la transición. Pero al minar los puentes entre las fuerzas políticas y contaminar la relación entre los actores se termina fortaleciendo a las tendencias regresivas y conservadoras que pugnan por el retorno al presidencialismo omnipotente y se truenan los dedos para que se presente un escenario de ruptura que le de entrada a la mano dura y al control absoluto desde el centro. Y no es que quiera ser aguafiestas y despertar de sus dulces sueños a los que creen que la descomposición política les abrirá el camino para “salvar a México”, pero las circunstancias favorecen mucho más un giro a favor de la derecha autoritaria en caso de colapso.

Los momentos y las formas de los operativos policiacos están siendo claramente electoreros. No me refiero propiamente a la diferencia de trato: deferente hacia el gobernador panista de Morelos, Marco Antonio Adame, insolente con el gobernador perredista de Michoacán, Leonel Godoy, que por cierto ha cooperado de manera notoria y constatable con el gobierno federal en el combate al narco desde el inicio de su gobierno a pesar de los ataques vociferantes del fundamentalismo pejista. El punto es la pretensión de encumbrar al presidente de cara a los comicios.

En ese sentido, lo de menos es que para cubrirse se cuiden de atizarle a todos los partidos, incluido al PAN. Lo fundamental de la estrategia, como dijimos, es resaltar mediáticamente la labor “valiente” del presidente y su decisión de atacar al crimen, incluso al que goza de protección política, dejando entrever que los partidos distintos al suyo cobijan y se benefician de conductas ilícitas. En pocas palabras, quieren convertir a Calderón en el candidato virtual del partido en el gobierno y vender la insidia de que el presidente y el panismo son los únicos dispuestos a pagar los costos de enfrentar al narcotráfico. De poco importa que sea una guerra que no se pueda ganar, que la violencia crezca exponencialmente y que la droga llegue a todas partes con todos los perjuicios que trae una industria ilícita, pero próspera y rentable. De lo que se trata es de fabricar un héroe que además de salvar a la humanidad del tremendo virus de la influenza que costo 80 vidas mexicanas, por una cuestión de “principios” decide librar la batalla contra el mal.

Por supuesto que el crimen organizado a penetrado en altas esferas del poder público y por supuesto que es necesario actuar con energía para combatir la corrupción ligada al narco, pero lo que está pervirtiendo esa justa y necesaria intención es la subordinación de la justicia al impacto mediático proyectado en función del interés electoral. Todas las encuestadoras serias habían señalado que si el tema dominante en las campañas es la crisis económica perjudicaría al PAN mientras que si el foco de atención giraba hacia la seguridad le convendría. Las acciones espectaculares de detención de presuntos narcopolíticos pretenden precisamente que la opinión pública centre la agenda en el asunto del combate al crimen que aunque analizado fríamente resulta un fracaso rotundo para la actual administración la percepción social ha valorado positivamente la decisión reiterada de Felipe Calderón de mantener al país en guerra declarada contra el crimen a través de la pantalla del televisor.

Como no hay gobierno municipal que pueda competir técnica, económica y militarmente contra el narco hay algo de mañoso en culpar a las autoridades municipales de lo que se hace o deja de hacerse en materia de combate al tráfico de drogas. Para muchos policías o funcionarios de ese nivel oponerse al narcotráfico resulta poco menos que un suicidio y no tienen más alternativa que mirar hacia otro lado o renunciar. No es secreto que los cárteles controlan territorios enteros y que sólo el ejército tiene la fuerza para, por momentos, penetrar en ellos e imponer la ley. Sin embargo, en la cotidianidad muchos municipios están sometidos al inmenso poder de corrupción del narco, si cooperan, o de destrucción, si no lo hacen.

Al predominar la búsqueda del impacto mediático sobre la legalidad se corre un alto riesgo de arbitrariedades y abusos. No me refiero sólo al injustificable quebranto de la ley por parte de quienes están obligados a ser los primeros en respetarla –como sucedió en Michoacán- sino a algo todavía más grave e irreparable. Me refiero al prestigio y la reputación de personas que son detenidas para dar un golpe político que luego al demostrarse su inocencia no pueden recuperar su estatus ni su proyecto de vida. Después de exhibirlos en cadena nacional y horario triple A, su absolución va a pasar de noche. Y qué les va a decir después Calderón. “Disculpe las molestias que le ocasionamos al destruirle la vida a usted y a su familia cuando lo presentamos sin pruebas como un hampón ante toda la nación, pero mi partido necesitaba aumentar puntos en las encuestas”.

Para evitar confusiones, dejo establecido que se debe actuar con toda energía contra los políticos que sirven a bandas delictivas, pero que un profundo error que lo descompone todo es mezclar esa pretensión loable y necesaria con el cálculo político electoral del partido que gobierna el país. El narcotráfico es una amenaza a la seguridad nacional y debe enfrentarse con una política de Estado que no puede ni debe subordinarse a una facción aunque ésta gobierne.

Y es que además de la descomposición que la utilización facciosa de la justicia de por sí provoca se está trazando un camino ominoso para el país. Estamos ante la aplicación del modelo Colombia en el que un gobierno de derecha mantiene altos índices de popularidad a costa de sostener una guerra eterna contra el narcotráfico y la guerrilla, lo que, pese a sus altos costos económicos y sociales, resulta rentable políticamente para el gobierno que se aprovecha del miedo inoculado a perpetuidad en la sociedad mostrándose como irreductible y decidido a enfrentar ese gran problema que, eso ya no lo dice, él mismo contribuye a generar. En ese esquema la democracia naufraga y se encumbra a un “hombre fuerte”. Sería el regreso al Estado autoritario y al presidencialismo caudillista que tanto fustiga Germán Martínez en sus mensajes por Internet.


De paso…

Expulsación. La Constitución protege a todos los extranjeros en el país y les reconoce derechos. Si alguno de ellos es acusado de delitos en su país de origen o en cualquier otro hay mecanismos e instancias para procesar su deportación. Por lo mismo es inaceptable que se haya decidido expulsar del país al Dr. Miguel Ángel Beltrán Villegas por presuntos vínculos con las FARC y sin otro elemento que la petición del gobierno de Colombia. México que llegó a ser el santuario del derecho de asilo ahora entrega a perseguidos políticos sin trámite de por medio. Es vergonzoso que el gobierno mexicano se sirva de pueriles pretextos para evitar siquiera otorgarle el derecho de audiencia a un estudiante de posdoctorado en la UNAM, la mayor y más prestigiosa Universidad de América Latina. Además, el académico en cuestión no era un prófugo y salió de Colombia de manera legal y después de hacer sus trámites correspondientes en la Universidad colombiana que lo becó. Lo peor de todo es que lo entrega a un país que se distingue por la violación a los derechos humanos bajo el pretexto del estado de guerra en el que se encuentra y que no hace mucho asesinó a estudiantes mexicanos en una acción violatoria del derecho internacional. No simpatizo con las FARC y sus execrables secuestros, pero, al menos, Colombia debió demostrar los nexos del académico con dicho grupo y el gobierno mexicano, por su parte, reconocerle la posibilidad de defenderse al Dr. Beltrán… Demetrio Sodi violó la ley de manera flagrante y desvergonzada con su aparición “sorpresiva” en el partido de semifinales de Pumas vs Puebla. Su entrevista “casual” es una burla, pues además de que estaba consignada en su agenda tuvo el lapsus de hablar de con desparpajo de “su compromiso con el deporte”. Nadie en sus cabales podrá creerle que la entrevista se realizó sin pago alguno. La autoridad electoral debe intervenir y anular su candidatura. Ana Gabriela Guevara “y su grupo de expertos” pueden ganar después de todo… Las encuestas demostraron que sería contraproducente la aparición del López Obrador en los aptos del PRD. La verdad era un verdadero despropósito darle juego a alguien que se esfuerza por diezmar al partido del sol azteca en 30 de las 32 entidades del país. Eso sí, nada hubiera expresado mejor el surrealismo político que se está volviendo costumbrismo… Por cierto, después del operativo en Michoacán parece que López Obrador y Calderón tienen un acuerdo: disminuir al máximo al PRD en la próxima elección. Uno por sectario y vengativo y el otro porque le teme más a la oposición racional que a los ultras de ocasión que se anulan solos... Pero esa no es la única coincidencia inconfesable. AMLO tuvo conocimiento y confirmación de que las candidaturas de Convergencia en el Estado de México se decidieron en el despacho del Secretario de Gobierno de la entidad y que Peña Nieto dispone a su antojo de esa “franquicia”. Tan es así que hasta el PT va en alianza con el PRD en lo local. Sin embargo el fin de semana El Peje fue al bastión perredista de Valle de Chalco a apoyar a los candidatos de Convergencia con lo que le echa una mano al PRI y a su gobernador que son los que ahí le compiten al perredismo. De poco sirve que AMLO denueste en sus discursos a Peña Nieto si opera para su beneficio. No cabe duda de que a veces puede más el odio… Monreal se tropezó con su cola en Zacatecas… Reconozco que en el momento que se detectó la influenza A1N1 no se sabía de la peligrosidad del virus y era correcto actuar con precauciones extremas. Pero ahora que se conoce que su contagio y fuerza son moderados –más aún en esta época del año- es un exceso que los gobernantes se sigan presentado como salvadores. Ni que estuviéramos en época electoral… ¿Cuándo el clientelismo adquirió carta de ciudadanía en la izquierda? ¿Cuándo lo redimimos? Y es que por donde uno camine encuentra espectaculares y bardas que dirigiéndose a madres solteras, adultos mayores, estudiantes, discapacitados, desempleados, etc, sin eufemismos o expresiones tangenciales, de manera directa, se les dice en resumen: “el gobierno de mi partido te apoya con recursos públicos, vota por mí”… Lo mismo se puede decir del chauvinismo de lo hecho en México… Con independencia de las consideraciones que se puedan tener sobre las posiciones políticas de Mario Vargas Llosa y sus tronantes declaraciones sobre el gobierno venezolano resulta indiscutible el derecho que tiene a expresarlas con toda libertad. Por eso resulta inadmisible el hostigamiento hacia su persona por parte del régimen encabezado por Hugo Chávez. No hay democracia posible y, por lo mismo, izquierda que la enarbole si no priva la tolerancia. Eso es pertinente recordarlo y reivindicarlo en Venezuela, pero también en México… El Barcelona para que vean sí se redimió después de que el árbitro le obsequió su pase a la final. Jugó como lo que es, el equipo que más bonito juega en el mundo, y se ganó en la cancha, con una cátedra de futbol, el trofeo más codiciado de Europa… Ah!, y para cerrar con broche de oro, esperamos que los Pumas se coronen aunque sea con gol de último minuto…

miércoles, 20 de mayo de 2009

SALINAS Y EL SALINISMO

Fernando Belaunzarán


En su obsesiva lucha por lograr lo imposible –limpiar su nombre y reivindicar el papel que jugó en la historia de México- Carlos Salinas de Gortari nos muestra que el poder que conserva está lejos de ser un mito. Pero más allá de la influencia que mantiene y de la red de complicidades que sea capaz de mover por favores otorgados, compromisos contraídos o temores fundados, el salinismo persiste como propuesta de gobierno, como estética del poder, como estrategia para impulsar proyectos transexenales, lo que incluso es reproducido por algunos de los que se consideran sus detractores.

Salinas hizo escuela porque su gestión innovó y fue exitosa en cuanto a popularidad –su caída en ese rubro vino después de dejar el poder-, control político y promoción de jugosos negocios privados que redundaron en beneficios personales y familiares. Dicha escuela ha sido el principal obstáculo para la democratización del país y contribuye día con día a acrecentar el riesgo de una abrupta regresión autoritaria.

Recordemos algunos aspectos claves del gobierno de Carlos Salinas: una agresiva, ambiciosa y cacareada política social bajo el nombre de “Solidaridad” que generó una amplia clientela política; apapacho a intelectuales, artistas, opositores, periodistas y otros personajes reconocidos; connivencia del poder público con el capital privado para hacer negocios de conveniencia mutua; una retórica aperturista, modernizante y hasta por momentos democrática, pero una práctica francamente autoritaria; muchos recursos a algunos medios de comunicación; manejo discrecional y sin comprobación de la inagotable “Partida Secreta”; concentración del poder y sometimiento de los demás poderes e instituciones; generoso con sus amigos, cómplices y aliados, pero implacable y déspota con la oposición no asimilada; propensión a la simulación y a los acuerdos ocultos; utilización de la estructura y del presupuesto gubernamental para ganar elecciones; establecimiento de la “industria del favor y del castigo” a cargo del titular del Ejecutivo; transmisión de la ilusión del cambio que ahora podemos saber resultó del tamaño de Romero Deschamps por La Quina y Elba Esther Gordillo por Jongitud Barrios; establecimiento de acuerdos con poderes fácticos en la lógica de la reciprocidad; creación y control de partidos políticos afines; ser gestor omnipotente a partir del control ejercido sobre los tres poderes; y, por supuesto, la implementación de una salvaje política de medios para promover la imagen presidencial como parte de una estrategia única y centralizada. Con Salinas inició el culto místico a la realidad virtual, al raiting, al impacto televisivo, a la política como show y a los índices de popularidad como extraño objeto del deseo.

Pragmático y perverso, el salinismo puede abjurar sin problemas de su padre ideológico. En ese sentido, puede haber salinismo no sólo sin Salinas sino incluso contra Salinas. No hay más lealtad que a los intereses. El punto clave es el ejercicio del poder sin contrapesos ni equilibrios, la imposición de una voluntad suprema enaltecida y cortejada por un coro instruido y devoto; pero, muy importante, bajo el manto de la simulación, del juego de artificio que presenta una fachada democrática en donde sólo se acatan órdenes. Las instituciones se vuelven comparsas y algunos hombres ilustres legitiman decisiones en las que no tuvieron que ver y sirven gustosos para vestir y avalar a una administración que tuvo el gesto de reconocerlos públicamente. Y hay un mensaje para los interesados en el que no puede haber sombra de duda: su futuro está en manos del que concentra el poder y, por tanto, la disciplina, incondicionalidad y sobre todo la abyección zalamera serán premiadas mientras que la duda, la crítica y no digamos la discrepancia que no acepta someterse duramente castigadas. Ese es el estilo Salinas que muchos gobernantes de diversos partidos siguen como si fuera El Evangelio.

Por supuesto que es importante dilucidar muchos de los pasajes que permanecen obscuros sobre el periodo presidencial de Carlos Salinas, sobre el rol que jugaron sus hermanos y sus posibles tratos con el crimen organizado, sobre la controvertida y sucia manera en que resultó electo presidente y sobre su ya innegable participación en el complot de los videoescándalos. También es importantes entender el alance de su poder, el cual puede hacer que Luis Tellez se confiese borracho y Miguel de la Madrid senil e incapaz para recular y desdecirse de lo que, por cierto, en ambos casos se difundió en el programa de Carmen Aristegui, además de mover con rapidez inusitada al mismísimo coordinador de los diputados del PRI, Emilio Gamboa Patrón, que se cuadra con un solícito “Sí, señor Presidente” antes correr a la casa del antecesor de Salinas para buscar su retractación. Pero considero que no hay nada más importante que enfrentar y derrotar al salinismo como cultura política. Sólo así la democracia mexicana podrá reencausarse.


De paso…

Benedetti. Se fue el poeta, mi compañero secreto, el que me echaba la mano para agarrar fuerzas, convencerme de nuevo de la justeza de seguir peleando, acudir a la pasión, reconocer causas y motivos comunes, conmoverme, alegrarme por el prodigio de enamorarse, y hasta me ayudaba a seducir. Me queda el desosiego de una perdida que considero irreparable. Por fortuna, tengo a mano el Inventario y La Tregua me recuerda lo efímera, pero a la vez intensa y sorpresiva, que puede ser la vida. Agradezco a mi amiga Eliana García por el texto que me envió, el cual, sin permiso y abusando se su confianza, anexo al final de esta sección, y a Reina Barrón por el par de poemas postreros de Benedetti que me obsequió… Que conste: tiene razón Andrés Manuel López Obrador. Ser perredista y votar por el PT o Convergencia “no es pecado”. Pero sí un error y una deslealtad. Con ello reconoce que el objetivo es mantener la vida de esos partidos a costa de mermar al PRD, de dividir a la izquierda, de dañar a su partido. Con ello a los que ayuda es al PRI y al PAN, pues reduce las posibilidades de triunfo en distritos uninominales. Su declaración, digna de “Las mangas del chaleco”, la hizo en Chiapas donde la contienda con esos partidos en algunos distritos es muy cerrada. Los candidatos priístas y panistas son los que más celebran las visitas del Peje… En donde le falta honestidad a AMLO es en reconocer que apoya a esos dos partidos por así convenir a sus intereses políticos y económicos, que quiere llegar al 2012 con tres partidos pequeños a su disposición y no engañar a la gente con cuentos engañabobos de que “la mafia de la política” quiere castigar a dos viejos peones de Carlos Salinas de Gortari: Alberto Anaya y Dante Delgado… Por cierto, muchos de los que señala como parte de esa “mafia de política” eran sus grandes amigos y se la pasaba apapachándolos cuando era jefe de Gobierno, además de que no pocos de su gente más cercana siguen interactuando y cabildeando con ellos. Pura simulación… ¿El Barsa o el Manchester United?, ¿Leonel Messi o Cristiano Ronaldo?, ¡ahí está la cuestión!... Donde no hay dilema es en las finales del futbol mexicano: PUMAS o PUMAS…

Réquiem por Benedetti
Eliana García

Hoy las lágrimas se vuelven recuerdos:

A los quince años ¿qué más se quiere que comerse el mundo?
y con tu guía saberlo cierto.

Benedetti y Juan Ángel en sus cumpleaños
acompañaron cada día mi convicción de que
había un "amor. . . cómplice y todo", y
de que sólo una "tatucera" sería el refugio
ideal para todo mi romanticismo incorregible
que persiste hasta la fecha.

La tregua fue un viaje contradictorio
entre el primer amor de la pasión extrema, cielo e infierno,
y el amor filial de un padre queriendo ser amigo y cuya
partido fue a pesar de todo prematura.

La apatía de la Suiza de América que de los montevideanos
ciertamente retratados por ti buórcratas y grises se fueron transformando en
Tupamaros y luego en dictatura expresada en los Poemas de Otros
donde el hombre preso que mira a su hijo desde la cárcel le dice:
"mira botija". . . "uno no siempre hace lo que quiere, pero puede no hacer
lo que no quiere" y con dolor aconsejarle que "es mejor llorar que traicionar,
es mejor llorar que traicionarse", y me he imaginado a ese niño crecer
dispuesto a dar la vida desde la lucha frenteamplista para que la libertad
ya no sea tan sólo una palabra aguda y nunca más se olvide nadie de
poner el acento en el hombre.

Y cada que fumo pienso en las gracias que tantas veces he dado por el
fuego y más aún cuando he ahí el sueño más hermoso de mi recién
adquirida militancia adolescente que sufría ya las primeras decepciones
profundas y letales, no sólo para mi visión de la izquierda siempre dividida, sino
para mi también recién adquirido idealismo amoroso, y entonces apareces tú,
Mario de mi por venir, para ayudarme a cantarle
a los hombres ese seductor porque "tú siempre existes dondequiera, pero existes
mejor donde te quiero", versito que tu personaje escribe a su amada prohibida amante
lo que hubiera querido decirles a mis prohibidos amados amantes
de que su "boca es sangre" y que tengo que amarlos "aunque esta herida
duela como dos y" . . . la "noche" pase en cada instante de
mis insomnios y yo los tenga y no.

Cuando Pedro y el capitán se conocen me era imagen literaria, denuncia escrita,
vivencia narrada, quién me iba a decir que muy pronto sería la piel de mis
amigos ultrajada por la soberbia del poder omnipotente que no respeta vidas
ni cuerpos y muchos menos almas amorosas dedicadas a la poesía de transformar.
Y al mismo tiempo cantar con la Nacha tus canciones que le daban la gran vuelta
a la tristeza de tantos hombres y mujeres destrozados.

Y leer y releer Quién de nosotros para entender lo mismo que me estaba pasando
mientras esperaba volver a ver el mar azul de flores encarnadas en la futura mirada
de mielmar que siempre supe había llegado demasiado tarde y saber que siempre
siempre va a suceder que llegan más veces ahora demasiado tarde y cada vez
menos demasiado temprano.

Luego con el tiempo desandar el exilio para construir el desexilio e ir encontrando en esos
nuevos mundos las razones para seguir siendo uruguayo sin dejar de ser tan mexicano
como todos los latinoamericanos que tanto te debemos pues por ti ya sabemos que "una
mujer desnuda y en lo oscuro tiene una claridad que nos alumbra".

Y un día descubrir que la muerte de verdad te da sorpresas y que la Miss Amnesia
simulaba no saber para olvidar lo que sabía y que tu requiem por un muerto iba a darme
la palabra exacta para decirte que si no hubiera sido por ti nunca hubiera sabido que hay muchos
más mañanas ni hubiera podido entender lo que en la vida significa decirle a alguien
"a ciencia cierta" que puede contar conmigo.

Contigo se van y se quedan todos los recuerdos que por ti existieron y te juro
no son pocos pues en parte a tu presencia temprana le debo lo que soy.
Me despides hoy al irte para siempre con tu rostro de hombre sabio
que desde mis inicios me enseñó la diferencia entre

Táctica y estrategia

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites



Así te vas y así me quedo yo
sabiendo que te extrañaré desde
la entraña por cada una de
las Geografías que ya no tendré de ti

miércoles, 13 de mayo de 2009

EL LIBRO DE AHUMADA

Fernando Belaunzarán


Carlos Ahumada ejerció su derecho de réplica para darle la razón a sus detractores. Señal de que las circunstancias han cambiado así como sus intereses, algunos de los cuales, por lo visto, siguen ligados a la política mexicana. Como sus objetivos son contradictorios el libro se mueve en la esquizofrenia. Por una parte el autor pretende defenderse y contrariar su mala fama, pero al ajustar cuentas con sus antiguos aliados acaba por inculparse. Es hasta cantinflesco: primero dice que el complot es “supuesto” (p.124), luego que es “irrelevante” (p.125), después aclara que todo fue “una decisión individual que fue aprovechada” por grupos de poder (p.156), también arremete contra los medios por haberle dado importancia a ese aspecto del conflicto y “voltear los videoescándalos” en su contra (p.182), y hasta se lamenta de que López Obrador haya logrado desviar la atención hacia allá (p.317); pero lo cierto es que su libro es una narración detallada, por momentos hasta morbosa, de ese complot que lo mismo desconoce que acepta, o mejor dicho, que confiesa.

Es verdad que desde aquel entonces se dieron a conocer elementos que sustentaban de manera sólida la existencia del complot a pesar de que la polémica nunca se zanjó en la opinión pública en virtud de la aguda polarización que aquellos hechos provocaron. Los documentos que tenía Ahumada en Cuba y que llegaron con su deportación son pruebas contundentes, además de otras cuestiones que apuntan en el mismo sentido: los fragmentos que se conocen de las grabaciones del empresario interrogado en la Isla, la aceptación de Diego Fernández de Cevallos de que conoció y participó en la edición de los videos, la intervención del CISEN, el comportamiento errático y poco institucional del gobierno de Fox, por decir algunos. Además, diversos medios de comunicación ya habían dado a conocer algunos de sus pormenores e incluso se han publicado libros serios, como los de Adrián Rueda y Raúl Monge, que hacen una rigurosa sustentación del mismo. Sin embargo, nadie puede negar la relevancia que tiene el hecho de que el protagonista más expuesto de aquella conspiración dé a conocer sus entretelones.

No estamos hablando de cualquier cosa. Un grupo de personas confabularon para desestabilizar a un gobierno legalmente constituido, buscando provocar la renuncia de su titular por la vía del escándalo mediático. Por eso es que no se sostiene la posición de que lo único importante es la corrupción exhibida y no saber quiénes, cómo y por qué difundieron los videos. De la misma manera, ahora es correcto preguntarse qué fue lo que llevó a Ahumada a hacer estas revelaciones –vindicación histórica, venganza o negocio, propósitos que, por cierto, no se excluyen- y por qué las hace coincidir con el inicio de las campañas electorales.

El complot no redime ni atenúa la corrupción, pero tampoco a la inversa. La polémica sobre si fue legal su implementación se supera con la intervención del gobierno federal. Es inadmisible desde todos los puntos de vista, jurídico incluido, que el Poder Ejecutivo, el presidente del Senado y un ex presidente del país participen activamente en el propósito de tirar a un gobernante haciendo uso de filtraciones escandalosas a un medio de comunicación. En lugar de utilizar las instituciones, como era su obligación constitucional, las quisieron convertir en comparsas con los consiguientes y desastrosos costos para la reciente y titubeante vida democrática del país. No hay legitimidad posible. El convencimiento que tenían de que un eventual triunfo electoral de AMLO en el 2006 sería nefasto para el país no puede ser razón. El fin no justifica los medios.

Ahumada insiste en presentarse como víctima y hasta llega a sostener que lo que hizo fue hacerle un favor al país al exhibir la corrupción del GDF, no obstante que de su testimonio se desprende claramente el papel de corruptor que jugó y no se ruboriza al afirmar que por ese “servicio a la patria” iba a cobrar 400 millones de pesos. Con figuras retóricas baratas, aludiendo hasta el cansancio a su esposa y a sus hijos, haciendo explícita su religiosidad y hasta tomando, aunque usted ni nadie se lo crea, el papel de moralizador de la vida pública pretende ser convincente. Es muy enfático en negar que haya recurrido al soborno, pero nos cuenta que regalaba departamentos, carros, dinero en efectivo, spots de radio y televisión, viajes a Europa y a otros destinos turísticos a gobernantes, dirigentes y candidatos del PAN, PRI y PRD, que ponía su avión a disposición y que incluso le dio un millón de pesos en efectivo a Onésimo Cepeda “para interceder ante Dios Nuestro Señor para el bienestar de mi familia y de mi persona” (p. 268). O sea que hasta quería ganarse el favor del Cielo con dinero. Y si bien pretende que le creamos que hizo muchos favores y entregó cuantiosos recursos a políticos influyentes a cambio de nada (p. 58), en algunos pasajes acepta que a cambio de su apoyo esperaba tener ventajas en la adjudicación de contratos (p. 87). Así que, aunque no le guste, le queda perfecto el mote de “El señor de los sobornos”.

Lo anterior no excluye que haya podido ser extorsionado, pero hay elementos que omite en su libro que hace pensar que la relación de Ahumada con Bejarano y con Ponce no era precisamente la de un empresario atormentado por dos hombres poderosos del GDF, si bien resulta incuestionable la notoria hostilidad de AMLO hacia su persona. En uno de los primeros videos difundidos, Bejarano le habla al empresario de su “alianza económica política y social” cuyo “enemigo” al interior del PRD es el grupo de Jesús Ortega. Y en efecto, las corrientes de Rosario Robles y de René Bejarano caminaron juntos en la elección de la primera como presidenta del partido y en la selección de candidatos a jefes Delegacionales del DF en el 2003. Y en lo referente a Ponce se le olvidó decir que la esposa de éste, Esperanza González, que le realizaba un sin fin de transacciones, le fue presentada por el propio Ahumada, era de hecho su empleada, y les pagó la boda con todo y luna de miel. Lo que parece más lógico es que los corrompidos no pudieron cumplir sus compromisos con el corruptor porque había una consigna de “mero arriba” en sentido contrario.

Por otra parte, lo que sí resulta creíble es que la animadversión de López Obrador hacia Ahumada tuviera que ver con el interés político del tabasqueño de debilitar a Rosario Robles a la que veía como potencial competidora en el 2006. De otra manera no se explica el cambio de aire. No olvidemos el notorio apoyo que el empresario brindó al amigo del peje, Raúl Ojeda, como candidato a gobernador en Tabasco en las elecciones de 2000 y en su reposición de 2001, lo cual tuvo que ser conocido y consentido por López Obrador. En ese sentido, y después de darle crédito a las revelaciones del libro de Carlos Ahumada, AMLO está obligado a aclarar la veracidad del encuentro entre ambos en un cuarto del Hotel Hayatt de Villahermosa, así como de las visitas que Octavio Romero, su cercanísimo colaborador, hacía a las oficinas del grupo Quart para recibir recursos en efectivo a favor de aquella campaña (pp. 91 y 92).

Ahumada se la pasa absolviéndose y condenándose todo el libro. Le gusta el papel de ángel compungido que tras mostrar sus nobles sentimientos confiesa sus diabluras y delata a sus cómplices para después volver a desgañitarse por el infortunio de su inocencia perdida. Cuestiona la justicia en México, pero luego acude a ella como único argumento de inocencia. Denuncia y reprueba la impunidad que reina en el país y después se lamenta de no haber gozado de ella. Cuando lo exculpan es porque el juez es justo, pero si fallan contra él entonces se trata de una consigna política. Pero lo cierto es que por la mitad de la fechorías que reconoce en su libro que cometió debió haberse quedado donde estaba muchos años más, y eso sin contar la evasión de impuestos (¿o a poco informó a Hacienda de su transacción millonaria por unos videos de espionaje político?).

Se queja de haber sido la excepción y en eso tiene razón. En nuestro país los empresarios chapuceros como él siempre se las arreglan para quedar libres. Impunidad para los poderosos y arbitrariedad para el común de la gente es la moneda común del sistema. Sin embargo, a pesar de la preeminencia de sus abogados, de sus recursos y del peso de sus influencias, existió en efecto la decisión política de aplicarle la ley, lo cual no justifica los excesos, abusos y discriminación que pudo sufrir en la cárcel. Sólo cuando esa decisión cambió –al igual que con Raúl Salinas- pudo salir de prisión. El cambio de juez, la celeridad que éste le aplicó a los casos pendientes y la negligencia de la PGJDF para consignar los nuevos expedientes que ya estaban listos fue lo que generó las condiciones para su puesta en libertad. El espectáculo de agentes trogloditas que montaron los policías judiciales capitalinos a su salida para aplicar una simple orden de presentación frente a todos los medios de comunicación no fue si no una puesta en escena para engañar incautos y tapar complicidades.

El papel de Rosario Robles en el complot es triste, doloroso, tan incomprensible como inexcusable. Por supuesto que a ella tampoco le queda el papel de víctima, pero la manifiesta inquina que Ahumada muestra en su libro contra ella, aunque al final tenga el cinismo de reconocer su “buena fe”, es, por decir lo menos, bajo y ruin. Pierde el estilo y comete excesos de mal gusto. Rudeza innecesaria contra su compañera sentimental en esos momentos telúricos. Cuenta su versión cinco años después mostrándose dolido y despechado.

Ahumada señala a Carlos Salinas de Gortari como el cerebro de los videoescándalos y a Diego Fernández de Cevallos como coordinador del mismo. A éstos los culpa de haberlo abandonado, pero responsabiliza a los medios de comunicación, y en especial a Televisa, del fracaso del complot, aunque no desperdicia la oportunidad para arremeter personalmente contra Jorge Mendoza de TV Azteca. Supone que Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa, jugó en doble pista y que al mismo tiempo que participaba en la planeación para difundir vídeos previno a AMLO de lo que le venía encima. No oculta su molestia contra Joaquín López Dóriga y Carlos Loret de Mola, pues los culpa de su mala fama por no haberse ceñido al guión oficial. Pero se olvida que la televisión, aunque poderosa, no puede hacer milagros y presentarlo a él como un pobre y honesto empresario extorsionado que tuvo el valor cívico de enfrentar al terrible Gobierno del Distrito Federal exhibiendo su corrupción es algo tan desproporcionado como querer convencer al público de que George Bush es pacifista, Ulises Ruíz defensor de los Derechos Humanos, el Mochaorejas filántropo o Vicente Fox culto y letrado.

Carlos Ahumada es un pájaro de cuenta. Antes de los videoescándalos se le conoció por hacer trampa en el fútbol poniendo micrófonos ocultos en los vestidores de los contrarios, los cuales fumigaba antes de los partidos, por no hablar de la toma armada del estadio del Irapuato en la que, no obstante haber sido plenamente identificado en esa acción delincuencial, contó con impunidad absoluta. Olió muy mal que haya puesto de presidente del Club Santos a Edgardo Codesal que había sido presidente de la comisión de arbitraje y, en lo que parece demasiada casualidad, que meses antes presentó diez casetes de espionaje telefónico en contra del árbitro Felipe Ramos Rizo, acabando de esa manera con la brillante carrera del silbante. También tuvo notoriedad cuando atraparon e Luís Eduardo Zuno, jefe Delegacional panista de Álvaro Obregón en su famoso avión privado cargado de armas prohibidas y cuyo hijo era directivo del club León.

El modus operandi de Ahumada en las Delegaciones era colocar a su gente en las dos direcciones generales que le interesaban porque era donde se manejaba el dinero: Obras y Administración. En la Gustavo A Madero con Octavio Flores a quien apoyó en su precampaña y campaña, aunque en su libro lo desconoce, los que ocuparon esas carteras y le entregaron sin que hubiera siquiera un contrato 31 millones de pesos tienen por nombre Luís Salazar y María Martha Delgado que venían del Delegación Tlahuac de la que obtuvo infinidad de contratos con Francisco Martínez Rojo y que antes fueron sus empleados. Estos dos sujetos se fueron a refugiar, usted lo adivinó, a Cuba con otro sujeto y pasajero frecuente de aquel avión particular llamado Enrique Arcipreste del Ábrego, el cual se hacía pasar por propietario del famoso Paraje San Juan, en Iztapalapa, y a quien Ahumada le compró los derechos antes de que se demostrara que todo era un gran fraude (ver el “Tango de Ahumada” de Raúl Monge). Por cierto, en el libro reconoce que le propuso dos colaboradores a Carlos Imáz (p. 94), confirmando la versión que éste le dio a Carmen Aristegui de su alejamiento de Rosario Robles y rompimiento con el empresario mexicano-argentino.

Suena increíble que después de denunciar a muchos personajes de inmenso poder e influencia sostenga que los videos que iba a presentar el 6 de junio de 2006 y que según cuenta fueron acordados con Juan Molinar del equipo de campaña de Felipe Calderón, pero cuya difusión fue detenida por la fabricación de un atentado imposible, no los dará a conocer por temor, máxime viviendo en el extranjero (pp. 295-297). Sería mejor y más creíble que reconociera que sus intereses, y por tanto sus aliados y adversarios, ya son otros.

Pese a todo, Carlos Ahumada se declara “muy idealista” y afirma que “confía, en principio, en la honestidad y sinceridad de las personas” (p. 181), cuestiona al sistema político por “sucio” (p. 325), declara que se debe terminar con la corrupción y se compromete por luchar por “un México más justo” (p. 183). En lo que sí hay que tomarlo en serio es que no se puede confiar en Carlos Salinas ni en Diego Fernández de Cevallos. Pero, ¿quién confía en Carlos Ahumada, el que filmó a escondidas a sus aliados y socios, el que delata a sus cómplices, el que se vuelve juez moral cuando confiesa sus fechorías, el que devela la podredumbre las miserias del sistema político sin caer en la cuenta que él es su mejor exponente, el que no deja de pasarse de listo, el que abusa de la confianza y se atreve a utilizar hasta los periodistas que lo defendieron y que de buena fe le enviaron sus preguntas?


De paso…

Aclaración necesaria. Tengo la mejor de las opiniones de Roy Campos y de Marcelo Ortega, directivos de Consulta Mitofsky. Reconozco en ellos honestidad, profesionalismo y capacidad. No considero a Carlos Ahumada fuente confiable para desacreditarlos. Dicho lo anterior, considero necesario hacer una aclaración pertinente a lo señalado en el reciente libro del empresario de los videoescándalos en su libro “Derecho de réplica” respecto a la selección de candidatos en el DF en 2003 (p. 102). Mi última labor como Secretario de Finanzas del Comité Ejecutivo Estatal del PRD del DF fue hacer los contratos y pagarle a Consulta Mitofsky las diecinueve encuestas (hubo tres delegaciones que necesitaron una segunda medición) para elegir jefes Delegacionales en aquel año. Se firmó un contrato y el PRD cubrió el 100% de lo estipulado. Es falso que no se pudieran pagar por rebasar los topes de gastos de campaña, pues en esa época las precampañas no estaban legisladas. Por supuesto, es falso y absolutamente inaceptable que se haya acordado que Carlos Ahumada –que en ese momento era aliado de Bejarano- pusiera un solo peso para esas encuestas y mucho menos que se le dieran a conocer los resultados, ya no digamos que a él se le informaran primero. Un servidor recibió las encuestas de manera formal en sobre cerrado y, lo que sí se acordó, un poco antes en las oficinas de Mitofsky en la colonia Nápoles se las dieron a conocer de manera económica a los dirigentes de las tres corrientes principales del DF (IDN, Unir y Nueva Izquierda). Cambiar resultados de cualquiera de las encuestas es hacer fraude. Por ello, con independencia de que sea verdad o mentira su afirmación de que convenció a Mitofsky para adulterar puntuaciones, Carlos Ahumada es un defraudador confeso… Andrés Manuel López Obrador quiere ser el centro de atención en la campaña electoral –a lo que consciente o inconscientemente contribuye el libro de Ahumada- y para llamar la atención lanza declaraciones estridentes que no tienen nada que ver con el programa y los principios del PRD. Una de ellas es la disparatada idea de adjudicarse el “veto porril” que consiste en impedir incluso el debate en las tribunas de las iniciativa que él considere que atentan contra “la nación” o “el pueblo”. Los diputados “levantadedos” ceden su lugar a los “tomatribunas” y lo que no cambia es que van a actuar por consigna. La izquierda tradicionalmente ha tenido su fuerza en las ideas y ha reclamado espacio para expresarlas. Ahora nuestro ex candidato presidencial quiere decidir qué se discute y qué no en el Congreso de la Unión. Esa posición autoritaria e intolerante que niega la legitimidad de otros pensamientos es inadmisible para la izquierda que ha conseguido importantes logros democráticos y significa una regresión de décadas. ¿Qué dirá de esto Alejandro Encinas?... Entiendo la insistencia de López Obrador para salir en spots del PRD. Si no lo hace, el candidato del 35% valdrá los pocos puntos que desde ahora se vislumbra tendrán el PT y Convergencia. Ahora sí que ¡salvemos a AMLO!… Carlos Ahumada se jacta y se engaña. Los videoescándalos no contribuyeron al resultado del 2006. Es verdad que permanece el hilo conductor del “todo se vale para detener al puntero”, lo que se manifestó elocuentemente en la guerra sucia y en la intervención de Vicente Fox en la campaña. Pero la merma por la difusión de los videos fue más que superada tras la estupidez del desafuero en la que ademásd de recuperar una amplia ventaja López Obrador se convirtió en el líder indiscutible de un poderoso movimiento social. En la campaña presidencial los golpes bajos vinieron de otros actores y en el cuestionado resultado también tuvieron que ver errores propios como la deficiente estructura electoral que se conformó… El Barcelona es el equipo que más bonito juega en Europa. Es un deleite verlos tocar el balón y desplegarse en la cancha. Sin embargo, la forma en cómo pasaron a la final de la Copa de Campeones derrotando al Chelsea es vergonzosa. Nadie merece ganar con la ayuda del árbitro. Y ellos menos que nadie…

miércoles, 6 de mayo de 2009

EL RECUENTO DE LOS DAÑOS

Fernando Belaunzarán


La emergencia sanitaria va cediendo su lugar a una normalidad expectante, conmocionada, susceptible, temerosa. Por fortuna, todo indica que el virus de la influenza A H1N1 no resultó ser, al menos en su brote primaveral, tan contagioso ni tan letal como se pensó que podía serlo. De ahí que las medidas que se tomaron parezcan ahora totalmente desproporcionadas. Se paralizó el país y se puso a la sociedad en vilo por una enfermedad cuyos casos comprobados, dos semanas después de su anuncio, están lejos del millar y el número de decesos no llegaron siquiera a los asesinados por el crimen organizado en el último fin de semana. Claro que eso no se podía saber cuando se tuvo conocimiento del mal y, si se considera que la salud y la vida de millones de personas están en juego, resulta impecable actuar con sobradas precauciones.

Sin embargo, esta situación afortunada que a todos nos debe alegrar ha dado pie a la autocomplacencia gubernamental que en tiempos electorales quiere convencernos de que fueron sus medidas las que convirtieron una terrible catástrofe en una preocupación grave aunque controlable, y no la naturaleza misma del virus mutante que por los antecedentes de la gripe aviar y al comprobarse la posibilidad de ser transmitido de hombre a hombre generó una justificada alarma pero que ya no es pertinente –en su original magnitud- debido al conocimiento que ahora se tiene de él y de su moderada peligrosidad.

En lugar de cantar victoria, valerse del autoelogio y promover los clásicos “cebollazos” debiéramos ser más críticos, pues es evidente que la emergencia nos rebasó a todos y dejó al descubierto las limitaciones institucionales, sociales y culturales que como sociedad tenemos para encarar situaciones como la que acabamos de vivir. El anuncio de medidas drásticas y las apariciones con cubrebocas en instituciones epidemiológicas u hospitales fue un éxito mediático para los gobernantes, pero eso no necesariamente significó la eficacia de tales medidas a pesar de que el galimatías de cifras oficiales pretenda ser su demostración incontrovertible. Resulta, por decir lo menos, poco congruente y serio que al tiempo que se evitaban las concentraciones de capitalinos en el DF, con el puente elevado a decreto presidencial y la ciudad vaciada, éstas se dieron sin restricción en muchos centros de esparcimiento en el país.

Debemos ser sinceros. No fue cultura cívica sino el miedo lo que tuvo a los mexicanos confinados. Eso no se manifestó únicamente en la paranoia inocua del que iba solo manejando su auto con las ventanas cerradas, guantes y el “milagroso” cubrebocas. El miedo le abrió la puerta a la discriminación y a las vejaciones, las mismas que ocurrieron en el extranjero y que fueron con justicia condenadas, pero que también se dieron en nuestro propio país. La información que en alguna medida fluyó masivamente no pudo, en muchos casos, vencer al pánico y lograr que la solidaridad y la sensata precaución se impusieran sobre la desconfianza irracional e incluso la hostilidad


Las insuficiencias del sistema de salud, la incapacidad de la red hospitalaria para actuar con la rapidez y eficiencia requeridas y el maltrato y vía crucis de los pacientes para ser atendidos quedaron de manifiesto. Además fue evidente la improvisación y el desconocimiento de lo que se debía hacer, lo cual se reflejaba en anuncios espectaculares acordados en la víspera y no como parte de una plan que debía existir con antelación ante contingencias de este tipo; algunos de esos anuncios, por cierto, parecían buscar más el impacto en los medios de comunicación que la eficacia de un pretendido cerco epidemiológico que nunca fue tal. La realidad virtual, cuyo emblema no puede ser otro que el cubrebocas vuelto fetiche, se impuso al grado de que de una manera (casi) mágica se ha “controlado” el problema.

Por supuesto, no quiero decir que el virus no exista, no tenga su grado de peligro y no se deba prevenir el contagio –lo que sería una estupidez y una gran irresponsabilidad- sino simplemente que para millones de mexicanos el problema nació, creció, llegó al clímax y luego se desvaneció en las pantallas de televisión bajo un guión prácticamente unilateral escrito a la medida del prospecto de héroe y titular del Ejecutivo federal o local y en la que además de los gobernantes jugaban un papel protagónico personajes envueltos en trajes que parecían espaciales y a los que todos debíamos encomendarnos.

Pero después de la aventura fantástica nos toparemos con la cruda realidad. La crisis económica, a diferencia del virus, no es más débil de lo que pensábamos. Por el contrario, al panorama de por sí duro, con una perspectiva de decrecimiento que ya se aproxima del 5% se le debe sumar los costos de la influenza A H1N1. Se paralizó en gran medida la economía del país, el turismo y la rama de servicios van a pagar todavía costos importantes y muchas personas que viven al día dejaron de percibir ingresos durante casi dos semanas. Nos llovió sobre mojado.

Sin embargo, algunos verán las encuestas del próximo mes y sentirán que la emergencia les cayó de perlas. Tampoco es para espantarse. Las crisis también son oportunidades y en política siempre será mejor aprovecharlas. Pero más allá del juego de poder, de la obviedad de que subió el que se vio audaz y de que perdió el que se guardó a pesar de ser un niño bien peinado, lo crucial es que la experiencia nos sirva para prepararnos por si nos ocurre otra emergencia epidemiológica en la que la suerte no esté de nuestro lado.


De paso…

Síndrome 2006… ¡Lo que nos faltaba! Uno se siente salvador de la patria y el otro salvador de la humanidad… Y hablando del primero de ellos, con el brote de influenza A H1N1 anduvo calladito pero jugó en dos vías. Con su brazo institucional anduvo de la mano con el gobierno federal y si alguna diferencia existió fue por ver quién mostraba mayor celo en combatir la epidemia con medidas radicales y a quién le sentaba mejor el cubrebocas en la foto. Actitud irreprochable, excesos aparte, pues existe la responsabilidad constitucional de ver por la salud de sus gobernados y nadie puede negar que hubo una reacción oportuna y se respondió con lo que se podía. Pero con la otra mano, llamémosle social, y sabiendo la fuerza del rumor, se dedicó a esparcir ideas locas sobre complots y conspiraciones que supuestamente habían inventado todo para salvar ya no a México sino al gobierno federal que hace agua. Por supuesto, al hacerlo no sólo acababa con cualquier vestigio de inteligencia, también jugaba con la salud y la vida de la gente que tiene el derecho a estar debidamente informada. ¿Y la ética apá?… Convergencia en el Estado de México es una franquicia al servicio del gobernador Enrique Peña Nieto. No han guardado siquiera las formas y Andrés Manuel López Obrador conoce perfectamente –tiene pruebas- de la connivencia de ese partido con el gobierno de ese estado. Es difícil pensar que se trata de una rebelión estatal, pues Luís Maldonado, presidente nacional de Convergencia, no ha faltado a ningún evento, abierto o privado, al que lo haya invitado el joven gobernador. Quizás la ayuda que el movimiento obradorista le ha dado a la carrera presidencial de Peña Nieto con la polarización total frente al gobierno panista, después de todo, no sea algo involuntario… Agradezco las felicitaciones por el anuncio dado aquí mismo de que para un servidor se aproxima el fin de un ciclo académico prolongado. Pero se le debe dar el crédito también a mi asesor, el Dr. Ernesto Priani, por su paciencia infinita y buena disposición que me ha guardado, no obstante encontrarse fuera del país… Y hablando del Dr. Priani, en estos tiempos recuerdo su excelente curso sobre el Decamerón, la maravillosa obra de Giovanni Boccaccio, en la que jóvenes florentinos imposibilitados de regresar a su ciudad por la peste viven diez jornadas grandiosas de amor, placer y literatura. Una irresistible incitación a los universitarios. Lamento, si es que eso es posible ante una situación de suyo difícil, que la emergencia haya llegado una década después… Se cumplieron 20 años del PRD, pero la epidemia hizo anticlimática su conmemoración. La fecha llega en un momento definitorio. El resultado electoral sin duda que es importante, pero lo es más la transformación radical a la que está obligado pasando los comicios…