lunes, 12 de octubre de 2009

LIQUIDACIÓN Y RESISTENCIA

Fernando Belaunzarán

Por medio del clásico sabadazo y en plena algarabía futbolera por la ansiada y por momentos sufrida clasificación al Mundial de la Selección Mexicana, Felipe Calderón ha dado un golpe de mano con dudosas facultades legales y toma la apuesta más arriesgada de su sexenio. En momentos de gran volatilidad social por la extensión de la pobreza, el creciente desempleo, el consecuente aumento de la inseguridad y la falta de perspectivas a corto plazo se animó a golpear al sindicato con mayor tradición de lucha en el país y terminar la relación laboral de casi cincuenta mil trabajadores.

Tanta temeridad de un gobierno débil y abrumado por la crisis nos habla de la necesidad del titular del Ejecutivo de asumir un liderazgo que no le dio su guerra contra las drogas y así darle alguna esperanza de continuidad en el poder a su partido. La carga económica y la deficiente productividad, sin restarles importancia, no bastan para explicar la actitud del que juega con cerillos en una pradera seca, a menos que sufra de autismo criminal.

No están retando sólo a la fuerza del Sindicato Mexicano de Electricistas, pues éste tiene la capacidad de articular a una cantidad de organizaciones sindicales, sociales, campesinas, vecinales, etc., de tendencias muy variadas de un espectro tan amplio que vaya desde el filozapatismo hasta sectores de PRI y que van a ver en el encontronazo un punto definitorio sobre el rumbo del país. Es decir, el SME puede aglutinar a su alrededor a toda la izquierda y a una parte del centro. Calderón no sólo proporcionó una bandera de movilización sino también aquella que puede servir de detonante a otras tantas luchas e inconformidades que están latentes en el país.

El SME, pese a vicios y fallas inocultables, cuenta con prestigio no sólo en el movimiento social sino también en capas importantes de la población por su perfil nacionalista, su actitud antiprivatizadora, su lenguaje de izquierda, su solidaridad con diversos y muy variados movimientos y luchas a lo largo de su historia y el contraste que tiene con el sindicalismo blanco oficial; posee la ascendencia y el oficio para construir un amplio frente político. Ya se verá en la próxima movilización su poder de convocatoria y la cantidad de organizaciones y ciudadanos que están (estamos) dispuestos a defender a Luz y Fuerza del Centro no obstante su irrebatible mal servicio y la necesidad incuestionable de mejorar sustancialmente su eficiencia, pues además del apoyo solidario con quienes pierden su fuente de trabajo, no hay duda de que la derrota de los electricistas significaría abrir las puertas a la derechización del país y favorecería la regresión autoritaria.

Como era obvio, la democracia sindical no es la preocupación del gobierno. Se aprovechó de la disputa intergremial para desprestigiar al sindicato y de paso cerrarles el acceso a sus recursos económicos para mermar su capacidad de resistencia. En virtud de la pervivencia de la cultura priísta en el país resulta difícil dudar sobre acusaciones de trampas electorales que además tienden a volverse una pesadilla cuando el resultado entre los contendientes es muy apretado y cualquier anomalía es objeto de escándalo. Pero aún siendo ciertos los señalamientos, al lado charrismo sindical del tipo de Carlos Romero Deschamps, Elba Esther Gordillo o Joaquín Gamboa Pascoe el SME que realiza elecciones universales y competidas, integración proporcional en sus órganos directivos y asambleas periódicas de manera obligatoria parece Suiza. Por supuesto que eso no justifica las irregularidades que pudieron haberse cometido en su proceso interno, pero desenmascara a Javier Lozano, Secretario del Trabajo pendenciero y protagónico que abandonó la sobriedad, si alguna vez la ha tenido, para servir de ariete contra un sindicato por motivos que lo tienen sin cuidado en otros casos. La negativa a otorgar la toma de nota fue el pretexto para abrir una campaña de linchamiento mediático para preparar el golpe de la liquidación mediante requisa.

La debilidad del SME está en la opinión pública en virtud del mal servicio, los costos elevados, la creciente necesidad de recibir transferencias cuantiosas de la federación y lo que algunos editorialistas han llamado “privilegios” del sindicato; elementos que seguirán siendo utilizados para desprestigiarlo. En ese sentido fue poco prudente y menos afortunada la reciente inauguración que con bombo y platillo hizo Martín Esparza de un gimnasio que costó más de 100 millones de pesos. En contraste resulta positivo que los dos bloques confrontados dejen a un lado sus diferencias y se presten a defender unidos a la compañía, cerrando así el frente interno que sería premeditadamente exaltado. Alejandro Muñoz reconoció a Esparza como Secretario General y ambas partes marcharán juntas el próximo jueves.

Junto a la fuerza movilizada que de seguro se mostrará en las próximas semanas, el SME tiene el reto de ganar el debate público y, por lo mismo, de poner en la mesa propuestas de solución a problemas que preocupan legítimamente a los consumidores, de tal suerte que eso le permita revertir, al menos en un grado, la campaña de desprestigio de la que ha sido objeto. En lugar de defender lo indefendible sería de utilidad mostrar voluntad de transformación y sensibilidad ante los justos reclamos. Existen conquistas laborales que consiguió el sindicato cumpliendo su función de pelear por los derechos de los trabajadores y si son desproporcionadas, dada la escasa productividad de la empresa, no es culpa de la organización que reclama prestaciones sino de la empresa que las acepta sin tener solvencia para cumplir las obligaciones adquiridas. De cualquier manera es fundamental para ganar simpatías en la población que tiene pocos motivos en el servicio que reciben de solidarizarse con los trabajadores el que el SME se muestre como parte de la solución de problemas que no se pueden negar.

Para nadie es un secreto que lo que está en juego es el potencial de los cables de fibra óptica que bien utilizados podrían servir para el saneamiento financiera de la empresa, pero también para cocinar jugosos negocios privados que, por cierto, no necesitan que se privatice la empresa como tal sino tan sólo que se les otorguen concesiones para utilizar la red. Luz y Fuerza bien podría ofrecer servicio del llamado triple play en telecomunicaciones (teléfono, internet y televisión), pero ese es el anzuelo del gobierno hacia grandes consorcios que no está mal que compitan, pero sí que lo hagan a costa de tomar por asalto a la empresa, acabar con un sindicato incómodo para la voracidad de algunos potenciales inversionistas y cerrando la posibilidad de que la empresa pública pueda también competir en ese ramo.

Es probable que Calderón le haya hecho un gran favor a la oposición que lo combate, sobretodo a aquella que ansiaba la ruptura institucional como resultado de un amplio movimiento social. Para los “centenaristas” que pronostican para el 2010 la tercera revolución mexicana, la medida de extinción mediante requisa y liquidación será vista como la reedición de Cananea y Río Blanco y verán en el conflicto una oportunidad preciosa para que se presente el estallido social antisistémico que llevan tres años anhelando y que sería un error desestimar, pues efectivamente la crisis, el desempleo, el descontento y el desprestigio de la clase política conforman un cocktail explosivo que hasta antes del anuncio del decreto presidencial pensaba que el gobierno federal estaba preocupado por evitar que estallara. Si eso ocurre, si la crisis económica se convierte en crisis política y el escenario principal de ella son las calles, entonces será muy fácil recordar cómo comenzó todo pero difícil saber cómo va a terminar.

Para desgracia de los consejeros del presidente, esto no será la reedición del celebre “quinazo”. Aquí no es el control corporativo sostenido por la fuerza y la corrupción de un líder impresentable que puede ser sustituido por el elegido del presidente tras un golpe de mano como ocurrió con el sindicato petrolero hace poco más de veinte años. En este caso habrá respuesta social y no le será tan sencillo ni tan barato ni tan rentable a Calderón como lo fue para Salinas dar el golpe. Ahora es el gobierno federal el que contribuye a la polarización política y social del país, generando un escenario en gran medida impredecible. Gana para sí a sectores influyentes de la clase empresarial, pero se arriesga a que el enorme descontento social que existe encuentre una vía para manifestarse y que en poco tiempo la demanda principal ya no sea la derogación de un decreto. A Calderón le dio por jugar con fuego. Por lo pronto, nos vemos el jueves en la marcha.


De paso…

Paz. Barack Obama reaccionó con humildad y modestia ante el otorgamiento del premio Nobel de la paz. Los sectores conservadores de Estados Unidos que han arreciado sus críticas al presidente y que son alentados por poderes fácticos muy influyentes que están molestos porque ven amenazados sus intereses ante la voluntad reiterada de Obama de cumplir su ofrecimiento de cambio a los electores, cuestionaron duramente el otorgamiento del reconocimiento a la luz de los resultados en los pocos meses que lleva al frente de la presidencia, exactamente el mismo cuestionamiento que hizo recientemente el presidente venezolano, Hugo Chávez. Sin embargo, considero que fue correcta la decisión, pues el cambio del unilateralismo de la política exterior de Bush hacia el retorno del multilateralismo que está promoviendo Obama es fundamental para que prive el derecho internacional y no la fuerza. Ese simple hecho ha generado grandes esperanzas en la población mundial y ha cambiado el rostro amenazante de los Estados Unidos por uno más noble y amigable. Por eso, si bien debemos esperar y demandar resultados de la política exterior norteamericana que hoy encabeza una mujer con gran capacidad como es Hillary Clinton el inicio de esta nueva administración ha sido muy prometedor. Por lo mismo, yo celebro el nombramiento y comparto que al recibirlo adquiere Obama una gran responsabilidad para cumplir las grandes expectativas que ha generado en el mundo… Daños colaterales: el golpe al SME complica enormemente las eventuales alianzas entre el PRD y el PAN para enfrentar a los Señores Feudales del PRI por lo que los caciques de este partido en Oaxaca, Puebla y Veracruz tienen motivos para volver a sonreír… Emilio Álvarez Icaza realizó una labor impecable al frente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, al grado de convertir a dicha comisión en referente internacional. Si el fuera elegido para ser el ombusman nacional de seguro que devolvería la proyección, respeto y ascendencia que la CNDH perdió durante el gris periodo de Soberanes… Vale la pena celebrar la clasificación al mundial de la selección mexicana. Por fortuna las excesivas declaraciones contra El Salvador hechas por un hombre normalmente ecuánime y profesional como Javier Aguirre no tuvieron consecuencias que lamentar. Pero se debe tener mucho cuidado con inflamar el espíritu patriotero en el futbol porque eso puede abrir paso a la violencia. En fin, ¡Nos vamos al mundial!... ¿Nos vamos, quimosavi?...

1 comentario:

Ernesto dijo...

Como siempre tu comentario me ilumina muchas cosas. Será interesante ver hasta dónde la desaparición de la CFE logra aglutinar a una izquierda dividida para discutir un tema que no es solo el de la democracia y autonomía de un sindicato, sino el cómo un sindicato democráctico puede ofrecer alternativas para la eficiencia y la calidad en los servicios.