jueves, 11 de noviembre de 2010

LAS LECCIONES DE LULA

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

Se dice que en política no hay cuentos de hadas, pero la historia del todavía presidente del Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, se le asemeja bastante. Por algo el ex bolero, ex ayudante de tintorería, ex vendedor callejero y ex obrero metalúrgico es visto hoy por la prestigiada revista Time como “el líder más influyente del mundo”. Y no es para menos. Lula termina su mandato con 85% de popularidad, con un crecimiento sostenido del 7%, con inflación y control de cambio controlados, con un mercado interno revitalizado por la inclusión de 29 millones de brasileños que salieron de la pobreza al consumo, con una democracia funcional, con la continuidad de su mandato por el triunfo de su candidata, con un reconocido liderazgo regional y mundial y, por si eso fuera poco, logró para su país la organización tanto de los Juegos Olímpicos como del Mundial de Futbol. Mejor imposible.

La izquierda es por tradición internacionalista y se traicionaría así misma si en otros países no reflexiona, analiza y aprende de la exitosa experiencia brasileña, máxime si, como sucede en el nuestro, la izquierda se muestra dividida, confrontada, desgastada, extraviada. No se trata de imitar a pie juntillas o siquiera de forzar las semejanzas para sacar recetas o dogmas que, como bien sabemos, han causado mucho daño en el pasado. Pero sí verlo como un sano paradigma del que se saquen lecciones, se comprendan procesos y se aproveche lo que sirva. Sería absurdo y contrario a esa experiencia establecer un culto a la personalidad o seguir acríticamente los pasos dados sin reparar en las diferencias, como también lo sería cerrar los ojos ante el fenómeno Lula y que la izquierda no lo use a su favor.

Las políticas específicas siempre están determinadas por circunstancias particulares, pero el sentido que tienen, si se quiere, el espíritu que las anima, rebasa a la coyuntura. Es preciso distinguir los elementos estratégicos de los accidentales. Y el punto es que Lula llegó a la presidencia y luego hizo un extraordinario papel en ella porque asumió que para lograr el cambio que él y su partido se proponían sólo sería posible si conciliaba, si podía vencer los miedos que les habían sembrado sus adversarios convenciendo, concediendo y haciendo que algunos de éstos dejaran de serlo. Aceptó pagar el costo de alejarse de los sectores ortodoxos y en lugar de cultivar un discurso de la pureza prefirió vencer prejuicios arraigados aunque eso le significara cuestionamientos de quienes se dicen radicales. Lula se arriesgó a enarbolar una izquierda moderna, retando a los atavismos.

Es importante señalar que Lula viene de la lucha sindical contra la dictadura. En 1980 encabezó un paro de cientos de miles de trabajadores durante 41 días y que por ello fue arrestado. Producto de ese movimiento nace el “Partido dos Trabalhadores”, PT –nada que ver con el que crea Salinas en México para dividir el voto de izquierda-. En 1986 Lula es diputado en el Congreso Constituyente que reinstala las elecciones universales y es postulado tres años después en las primeras después de más de dos décadas, siendo favorito hasta muy poco tiempo antes de la segunda vuelta. Fue víctima de una guerra sucia mucho descarada, ruin y sistemática. La poderosa cadena O´Globo le pegaba a todas horas sin recato, presentaron a una ex novia de Lula que aseguraba que éste la quiso obligar a abortar, lo acusaron de racista porque ella era de color, aseguraron que todos los capitales saldrían del país si ganaba, dejaron sin transporte a las zonas marginadas para que no se trasladaran los votantes a las casilla y, en el colmo de la desvergüenza, le dieron más tiempo en el debate televisado a su contrincante, Fernando Collor de Mello, que sólo así pudo ganar la contienda.

Lula lo intentó de nuevo sin éxito en 1994 y en 1998 frente a un candidato muy fuerte. Fernando Henrique Cardoso fue Ministro de Hacienda de Itamar Franco –presidente sustituto de Collor de Mello, el cual fue destituido por un escándalo de corrupción- y arquitecto del exitoso “Plan Real” que detuvo la inflación y estabilizó la moneda. En 1998, Lula ya mostraba su convicción de moderar su discurso y establecer alianzas, prueba de ello es que puso como candidato a la vicepresidencia a un socialdemócrata, Leonel de Moura Brizola, para enfrentar a otro socialdemócrata. Pero en el 2002, esa tendencia se volvió notoria y dominante. El candidato a vicepresidente fue el empresario, y antiguo adversario de Lula, José Alencar, el cual dejó establecido desde el principio que habría continuidad con las “políticas macroeconómicas” de Cardoso. Algunos dirían en México que el ex líder sindical pactó con “la mafia” para llegar a la presidencia.

En efecto, Lula mantuvo la política cambiaria, fiscal y monetaria de su antecesor, pero revolucionó la política social y supo hacer del petróleo una verdadera palanca del desarrollo. “El problema de la derecha –dijo el todavía presidente del Brasil- es que nunca piensa en el mercado interno y siempre acaba excluyendo”. Al crecer la clase media, crece también el consumo y con ello la producción. Su programa “Bolsa Familia” y la elevación del salario mínimo tuvieron un éxito rotundo en sacar a millones de brasileños de la pobreza e incentivar el mercado interno. Por su parte Petrobras no sólo ha convertido a ese país en potencia productora gracias a la explotación de pozos en aguas profundas sino que exporta tecnología. Lula supo hacer un virtuoso equilibrio entre la rectoría del Estado, el bien público y la inversión privada.

A diferencia de otros líderes de izquierda del continente y a pesar de su enorme popularidad, Lula decidió no modificar la Constitución para prolongar su estancia en el poder más allá de lo establecido. Se trata de alguien que respeta las leyes y las instituciones, que entiende que en democracia es preciso y necesario negociar. No en balde declaró que si “Jesús gobernara Brasil tendría que hacer coalición con Judas”. El estadista es el que habla.

En el plano internacional, Lula adquirió una relevancia indudable y le dio a Brasil un peso específico que nunca había tenido. Frente a los titubeos de Estados Unidos en la crisis en Honduras, el liderazgo en la región fue tomado por ese país con su oposición terminante a aceptar un golpe de Estado en América Latina. Ese momento fue clave, pues a partir de entonces la diplomacia brasileña no sólo se constituyó como el cimiento indudable de un polo regional ante el escepticismo y la molestia mal disimulada de los norteamericanos sino que adquirió un protagonismo mundial que de alguna manera recuerda el papel que llegó a jugar México entre el entonces llamado bloque de “los no alineados” y que a tenido la audacia de romper el aislamiento y la condena de Irán y su programa nuclear que buscan los Estados Unidos. Pero incluso, Lula está yendo más lejos aún y nadie toma a broma su propuesta de ser mediador en Medio Oriente. Y como es un demócrata que alienta y respeta libertades, nomás no tienen como estigmatizarlo.

Aunque todavía tiene mucho que dar, ya hay un legado valioso e indiscutible de Lula, tanto en cómo acceder al poder como en la manera de ejercerlo. La izquierda mundial, no sólo la mexicana, auque a ésta le urge, haría muy bien en tomar las debidas lecciones.


De paso…

Agandalle. La única razón por la que el IFE tiene que trabajar con dos terceras partes de sus miembros por tiempo indefinido es porque el PRI insiste en decidir el nombre de dos de las tres vacantes. Presiona con el presupuesto para tratar de convencer al PAN de dejar fuera al PRD, tal y como sucedió en el 2003 cuando se nombro al tristemente célebre Consejo General de Carlos Ugalde. Los supuestos vetos son cortinas de humo lanzadas desde la fracción priísta para diluir su responsabilidad. No son los perfiles sino la afinidad lo que les interesa. Si de verdad el PRI tiene las mayores posibilidades de ganar en 2012, entonces ese partido debiera eser el primer interesado en crear un árbitro electoral con legitimidad. Pero al parecer no están tan seguros y les gana su naturaleza… Se dio el esperado castigo a Obama y ahora los republicanos serán corresponsables de la marcha del gobierno. Al tener la mayoría en la Cámara de representantes, dicho partido pagará un costo si insiste en boicotear sistemáticamente a la administración Obama. Además, los ultraconservadores del Tea Party, gracias a sus victorias, pondrán el extremismo de derecha en el escenario, lo que espero sepa aprovechar el presidente en su búsqueda hacia la reelección… Hay que reconocer a los diputados cuando hacen bien su trabajo y las reformas al ISSSTE y al IMSS para evitar la discriminación de los matrimonios gay en todo el país fue un gran acierto. Bravo… Indignante la ejecución de los 18 turistas michoacanos en Guerrero. Faltan palabras porque ya se han dicho todas durante estos años de barbarie… El General, Brett Favre, sigue haciendo grandes partidos a sus 41 años: A pesar de las lesiones y los golpes sigue comenzando los partidos y su record parece inalcanzable. A penas el domingo en cuatro minutos anotó dos veces para ganar el partido luego en Tiempo Extra y pasar para más de 400 yardas. La verdad, le hubiera quedado también el mote de “El Gladiador”… Síganme en Twitter: @ferbelaunzaran

4 comentarios:

José dijo...

Fernando,
La clave de todo, en mi humilde opinión, está, además de llegar legitimado al poder, en tu siguiente párrafo:

"Lula supo hacer un virtuoso equilibrio entre la rectoría del Estado, el bien público y la inversión privada".

Saludos,
José

palhomo pensante dijo...

Muy lejano el entorno mexicano de izquierda para una solucion asi, quiza primero crear una izquierda realmente, ya que no existe actualmente, y despues postular a alguien respetable y con convivviones de izquierda.

Oscar Chavira dijo...

Para que un país crezca necesita de un gobierno que sume esfuerzos para que en conjunto con la sociedad lleven a cabo un plan que los encarrile al progreso. Para ello hay que dejar atrás rencores y ataduras idiológicas. No se puede sumar esfuerzos aferrándose a una doctrina política. Eso es la lección que tomo de Lula. Saludos.

Pablo Yáñez dijo...

Sólo puntualizar que Leonel Brizola perteneció al Partido Democrático Laborista, no al Socialdemócrata.

José Alencar es un empresario que actúa de acuerdo con la ley, a diferencia de Roberto Hernández, Claudio X. González, en fin; no creo que se puede comparar al Vicepresidente brasileño con estos "empresarios" mexicanos, a menos que la intención sea golpear de manera maniquea a López Obrador.