viernes, 1 de noviembre de 2013

VIAJE HACIA LA MARIHUANA LEGAL

La Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados aceptó enviar una delegación de legisladores a la “International Drug Policy Reform Conference” en Denver, así como a un seminario previo para un grupo pequeño de latinoamericanos sobre lo que está sucediendo en materia de regulación de marihuana en Canada, Washington, Colorado y Uruguay, del 21 al 26 de octubre. Las invitaciones vinieron de parte de WOLA (Washington Ofice On Latin America), Drug Policy Alliance y John Hickenlooper, gobernador de Colorado. Asistimos Alberto Rodríguez (PRI), Luisa Alcalde (MC), René Fujiwara (PANAL), Rosa Elba Pérez (PVEM) y un servidor (PRD).

Colorado está viviendo un proceso de transición. Tras más de una década de tener regulación para marihuana medicinal, conseguida con un referéndum en el año 2000, se prepara para que el primero de enero del próximo año dicha sustancia pueda obtenerse para cualquier uso, lo que se ha llamado “marihuana recreativa”. No es algo sencillo, pues se deben establecer controles. Aunque la propaganda con la que en noviembre de 2012 ganaron la enmienda 64 hablaba de “regular cannabis como alcohol”, lo cierto es que las reglas planteadas son más estrictas.

En Colorado se ha creado una policía especial para vigilar que las normas sobre marihuana se cumplan. Saben que la vida del experimento depende de ello. La decisión de la administración Obama de no ir a la Corte Suprema a controvertir su legislación “recreativa” y detener las acciones policiacas que hacían valer la ley federal en las veinte entidades que ya tienen regulada la marihuana está sujeta a que no se les salga de las manos y el cannabis ahí producido no se comercie en ningún otro estado. Para ello obligan a poner, a cada una de las plantas, tarjetas con código de barras radio identificables con una “pistola” (misma tecnología que se usa con las tarjetas de prepago en carreteras y la supervía del DF) para saber cuántas se producen en cada invernadero y cuál es su composición.

Actualmente, Colorado tiene 110 mil inscritos en el programa de marihuana medicinal, los cuales tienen que hacer un pago anual de $35 dólares. A diferencia de la “recreativa” que entrará en vigor en enero y pone límite de edad en 21 años, en esta cualquiera puede estar, pero en el caso de menores de edad con el permiso de sus padres y el diagnóstico de dos médicos. La más joven usuaria tiene 17 meses de vida y está teniendo un tratamiento muy exitoso con cannabis para quitarle convulsiones: de más de 300 por día, ahora padece menos de 10. Como es actividad medicinal, sólo pagan el 2.5 % de impuestos, aunque las licencias para los productores varían su costo de acuerdo al número de pacientes que tienen y no bajan de 7,500 dólares. Por cada paciente pueden plantar 6 plantas, a menos que por prescripción necesiten un producto procesado y, por lo mismo, se ocupen más. Un ejemplo extremo es el concentrado de 90% de THC (sustancia activa del cannabis) para enfermos terminales de cáncer.

El próximo mes, los ciudadanos de Colorado decidirán en referéndum los impuestos propuestos para la marihuana “recreativa”: 15% al productor y 10% al consumidor. Los dispensarios tienen la obligación de vender al menos el 70% de lo que producen, a diferencia de Washington en donde se puso la medida “antimonopólica” de que quien produzca y procese no puede distribuir y vender. Para obtener licencia se hace una investigación de antecedentes con su huella dactilar, pues es requisito indispensable estar “limpio”. Los productores con sus dispensarios decidirán si optan por uno u otro mercado o, bien, por los dos.

El dispensario más grande en Colorado admite producir 12.5 toneladas al año, más de la mitad de lo que Uruguay plantea en su propuesta. Sorprende la tecnificación de todo el proceso. Un productor mediano afirma tener 150 tipos de marihuana que ofrece a sus pacientes y haber patentado seis semillas. Las medicinas también son ofrecidas en chocolates, galletas, pastelillos, refrescos, chicles y golosinas. La seguridad no es opcional y deben tener videocámaras en todos los lugares. El costo del sistema, afirma uno de los productores, fue de 250 mil dólares. Si tienen algún contratiempo es la reticencia de los bancos a participar por miedo a represalias por la ley federal, motivo por el cual se manejan fuertes sumas de dinero en efectivo con el consiguiente riesgo. Pero parece cuestión de tiempo, poco, para que la Banca se integre.

La conclusión obvia es que el proceso de regulación de la marihuana en EU es creciente e irreversible, y que la industria emergente va a generar fuertes ganancias en un esquema con claros rasgos comerciales, lo cual será un aliciente para que la experiencia se reproduzca en otras entidades. Las principales organizaciones nacionales que promueven la regulación hacen grandes esfuerzos para contener el ánimo de victoria que corre entre los activistas y que los grupos locales esperen al 2016 para llevar a cabo los referéndums en el mayor número de estados posibles –y no en 2014-, entre ellos la joya de la Corona, California. La apuesta es inteligente: con el 58% a favor en la última encuesta de Gallup, quieren obligar a los contendientes a la presidencia de Estados Unidos a comprometerse con el tema.

México tiene la disyuntiva de adelantarse como Uruguay y poner reglas al mercado con una visión de salud pública, seguridad ciudadana y respeto a libertades y derechos, o que la fuerza económica del negocio llegue a nuestras fronteras e imponga condiciones. La ironía macabra es que allá están haciendo negocio por una actividad que aquí combatimos de manera sangrienta por causa de la política exterior estadounidense. Pero, con todo y eso, debemos verlo como una oportunidad para avanzar en el cambio del paradigma prohibicionista que, sin conseguir uno solo de sus objetivos, ha traído tan trágicas consecuencias al país.